Sabía que cuando llegara este punto, la historia se me iba a poner difícil. Continuar con un relato lineal me es casi imposible porque el año 1982 tiene una clave que lo determina todo: el significado de los meses previos, por supuesto la densidad del durante y el giro de lo que vino después. Esa clave es Malvinas.
He estado intentando pensar en cómo seguir relatando Acuarela 5, metiéndonos en el ´82, y si el mejor modo es dándole un rodeo, si hacerlo cronológicamente lineal o contar las cosas de atrás para adelante. En fin. No es fácil. Porque Acuarela 5 y lo que sucedía alrededor nuestro está muy impregnado por la atmósfera Malvinas.
Hace unos pocos días atrás, en un nuevo 2 de abril, pensando sobre esto, tuve la misma sensación de siempre, la de aquellos días, y la que siento cada vez que me lo hacen recordar. Náuseas. Asco y un profundo odio para con los sentimientos más bajos y criminales que se esconden debajo de la piel de la sociedad.
Entonces, nada mejor que vomitarlo y, después, puede que sea más fácil.
Como ya lo he venido describiendo, el régimen militar había entrado en una fase crítica, sus errores económicos y su criminalidad se volvían manifiestas e imposibles de seguir escondiendo. En ese infierno, una tenue, pero muy importante reacción de la sociedad comenzó a generar algunos brillos de esperanza. No estábamos tan muertos. Pero…
Repentinamente, si bien algunos pocos reconocían señales que delataban la movida, ese 2 de abril de 1982 amanecimos dentro de una jugada siniestra. Otra jugada siniestra y criminal, pero esta vez, bajo el ropaje de símbolos “patrióticos” cuasi familiares y una retórica estúpida, vacía y carente de razonabilidad. La reacción popular fue instantánea. Esa madrugada “habíamos recuperado las Malvinas!”.
La adhesión masiva, unánime y complaciente para con los militares era asombrosa. El toque emotivo era puesto por los acordes castrenses, esos que hacen vibrar el estrato mas “reptiliano” de nuestro cerebro. Por supuesto que el nacionalismo “victimista” argentino y las reacciones automáticas incubadas en años y años de educación autoritaria hicieron la gran tarea. Así la sociedad argentina se embarcó en un nuevo baño de sangre, esta vez de manera desenmascarada, filicida y yendo un peldaño más abajo en lo más miserable de los seres humanos.
No tengo piedad para medir mis opiniones sobre esa sociedad. Trato de entender, comprender y razonar los motivos por las que llega a ese punto. Pero es muy grosero el pasar por alto lo que ya todos sabíamos de los militares y la dictadura para acompañarlos en una aventura demagógica, oportunista y de alto riesgo. Eso nos habla de una actitud canalla y cobarde.
Esto le cabe a la casi totalidad de la dirigencia política argentina. Todo el arco político ideológico local reaccionó bajo los instintos militaristas y siguió los acordes triunfales. Vale recordar que la entonces recientemente creada Multipartidaria, coalición de diversos partidos políticos que había convocado a un masivo acto de repudio al régimen tan sólo tres días antes del 2 de abril, respaldó el mamarracho y además, viajó a Malvinas (por supuesto que antes que lleguen lo ingleses!) a saludar a “los muchachos”. Muy pocos resisten el archivo 1982.
Quizás, una de las excepciones sea la de Raúl Alfonsín, que siendo ya una figura que se destacaba en la UCR, criticó frontalmente la operación de Galtieri y no viajó con la Multipartidaria a las islas a sacarse la foto.
Repentinamente los militares encarnaban los ideales patrióticos. Las reivindicaciones más sentidas de la sociedad. Era los héroes contemporáneos que lograrían poner a la Argentina de pie. Las Malvinas pasaron a ser nuestra razón de ser y por ellas haríamos la guerra, bah!, jugaríamos a la guerra con soldaditos, con soldaditos de 18 y 19 años.
Puedo recordar uno a uno esos días, cómo la gente “adulta”, señoras y señores, padres, madres, todos, se exaltaban en cada conversación, no entendían ni querían escuchar otras opiniones, esgrimían argumentos de soberanía, patria y bandera, cuando jamás esas palabras les habían sido relevantes en lo más mínimo. Sólo era cuestión de que los “pibes” les llenen la canasta a los ingleses como antes habíamos tenido al “matador” Kempes en el mundial. Conocí en esos días lo que significa el espíritu de guerra en la gente común. Vi a la gente irracional como nunca. Me di cuenta la fascinación que genera el autoritarismo, el sonido de las armas y el patrioterismo desatado. Puedo apenas imaginarme lo que habrán sido tantas otras situaciones mucho más devastadoras en la historia que ésta.
No tengo palabras suaves, no tengo atenuantes. A partir de cierta edad, las personas, bajo mínimas condiciones de libertad y alimentación, no tienen atenuantes para ciertas cosas. Se es canalla y punto. Y no por ser hincha de Central precisamente.
Mucho se ha escrito de la hipocresía de la sociedad que continuó viviendo como si nada mientras en Malvinas se mataban pibes y se congelaban de manera imposible de imaginar, con el estómago vacío y cagados encima. Eso ocurrió porque la sociedad argentina lo permitió. Todavía son muy pocos los que se han hecho cargo. Es fácil decir que fue Galtieri. Basta repasar un poco lo que sucedió y vamos a ver que los cómplices fueron millares, tratando de ser conservador.
Nunca antes había vivido, espero nunca más, en una sociedad que se prepara y vive una "guerra” convencional. La sociedad se transforma, la “buena gente” se convierte en criminales que les importa nada la vida de quienes están peleando, se dicen las mayores idioteces, se las escribe y se las publica.
Ojo, que muchas cosas no hacían falta escribirlas ni publicarlas, pero atención, no es que el aparato represivo y la censura estatal los obligara, no, la Sociedad toda se convierte en una gran maquinaria de censura, represión y adoctrinamiento. La uniformidad de opinión se logra fácilmente. Siempre recuerdo esa frase que dice “la primera víctima en una guerra es la verdad”, y es cierto. Absolutamente cierto.
No solo se miente. Hay una inmensa mayoría que no le importa la verdad, quiere escuchar himnos, desfiles y noticias falsas.La verdad en una guerra es molesta para todos. No nos dejaría dormir. No nos dejaría respirar sin sentirnos cómplices. Se debe mentir. Entonces podemos comer y dormir tranquilos sin dejar de sentirnos patriotas.
Así, en una mezcla de acto escolar con chocolate caliente y comedia de humor nacional, sonaba insistente la marchita que nos empujaba a sentirnos alegremente patriotas las 24 horas del día a través de cables y noticieros que nos convertían en charlatanes a la hora de la cena sobre el teatro de operaciones, sea harriers, gurkas, principitos, exocets, mirages, cabeceras de playa…hasta que llegó el 14 de junio. La escucho y me sigue taladrando los sesos.
No hace falta que lo aclare. Esta ha sido para mí una experiencia muy dura. Trato de no olvidar ningún detalle, cada gesto que vi y escuché en esos días. Trato de tenerlos grabados, porque era el rostro de una sociedad que estaba dispuesta a mandar a matar y morir a sus hijos por lo que no tenía ni la menor idea.
Eramos prisioneros de guerra en nuestro país y reclamábamos a los gritos la soberanía de unas islas cuya única vinculación que teníamos era haberlas pintado en un mapa en la primaria.
El desastre fue provocado por la desesperación de la dictadura. Todo se agravó con el apoyo masivo a Galtieri y la falta total de idoneidad y un apego brutal a los valores militaristas de la dirigencia argentina, que fogonearon el conflicto y confundieron aún más a la gente. Luego, viene la derrota y tres movimientos simultáneos: el primero, “escondamos a los chicos” que volvían, eso mejor no verlo. Además, mejor que no cuenten nada. El segundo movimiento, “fueron Galtieri y los milicos atorrantes”, nosotros, “argentinos” como siempre, hasta la muerte. El tercero, la salida hacia la democracia. Esto último era imprescindible, vital y más urgente que nunca, aunque de Malvinas los candidatos dirán: “nosotros lo advertimos que era una aventura”.
De más está decir que viví tres meses encerrado, evitando al mínimo tener que escuchar las cosas que la gente decía en la calle. Todo era muy confuso para todos. Repentinamente la radio sólo pasaba rock nacional, discos prohibidos pasaban a escucharse en la radio, se saludaba la solidaridad latinoamericana, aunque vinera de Nicaragua o Cuba. Se miraba el mundial de España. Todo era una borrachera, pero de las peores. Eran tiempos bien malos. Para vivir realmente enojado: Galtieri, Pinochet, Reagan, Thatcher y un largo etcétera.
Los muertos de Malvinas son la última parte de la masacre realizada por la dictadura. Más allá de convicciones, ilusiones, heroísmos y distintas actitudes que desarrollaron durante el conflicto, cada uno como pudo, ellos fueron víctimas de la dictadura. Con el tremendo agravante de la bendición popular expresa.
Tuve mi día de contradicción y duda. Recuerdo mi cumpleaños, en pleno combate, los ingleses ya estaban en Malvinas en mayo. Me compré el producto de mis ahorros de ese momento, un deck Aiwa para grabar cassettes, hoy ya en desudo. Me lo llevé a mi casa sintiéndome un completo idiota. ¿Paraba la guerra si yo no lo compraba? ¿Debía suspender la compra? ¿Hasta cuándo?
Durante esos tres meses una sola vez leí la palabra Paz con su verdadero significado. Porque en ese entonces se hablaba de paz con múltiples y diferentes connotaciones, pero que no excluían hacer la guerra. Esa única vez que leí a alguien hablar de la Paz y la inutilidad de la guerra era en una carta de lectores en La Capital (Rosario). La firmaba un DNI de un valiente y alguien que no era un canalla.
Desde Rosario, Guillermo me manda sus impresiones sobre los días aquellos, gracias por ayudarme a contar todo eso:
ResponderEliminar"No bombardeen buenos aires
No nos podemos defender.
Los pibes de mi barrio se escondieron en los caños
Espían al cielo
Usan cascos, curten mambos
Escuchando a clash".
El 30 de marzo del 82 había sido convocada una marcha de la CGT y el punto de concentración era la Plaza 25 de Mayo(en Rosario, frente a la Municipalidad y a la Catedral). Yo trabajaba en el Banco Provincial, a dos cuadras de ese lugar, y con un compañero nos escapamos temprano para la plaza para ver como se iba armando todo. Salimos por Santa Fe y al llegar a Laprida vimos que toda la plaza estaba rodeada de milicos. Estábamos los milicos, mi compañero y yo. Por lo que nos dimos cuenta de que en el Monumento no iba a haber nadie, asi que nos fuimos a un bar de Laprida y Còrdoba más por miedo que para ver qué pasaba. Al rato empezamos a escuchar los cantitos de los primeros que marchaban y entonces salimos del bar y atravesamos la valla policial para el lado de la manifestación. Nos unimos al resto, empezaba a sumarse mucha gente en San Martín y Córdoba. Como no se podía ir para el lado del Monumento, se decidió marchar para el lado de la plaza Pringles ( en sentido opuesto). Como a la altura de Entre Rios empezaron a pasar canas en motos (por la peatonal) encarando a la gente (mal) y en la esquina de Corrientes estaba lleno de canas con perros (con cara de hambre). Al llegar a Paraguay la movilización se bifurcó. La amenaza de represión fue real y por suerte a nadie se la ocurrió ninguna boludez en ese momento. Fue un toco de gente. Se sentía que se le había ganado una nueva batalla a la dictadura. La gente iba perdiendo el miedo.
"No bombardeen buenos aires
No nos podemos defender.
Los pibes de mi barrio se escondieron en los caños
Espían al cielo
Usan cascos, curten mambos
Escuchando a clash"
El que tenía un poquito de amor para dar era nuestro amigo Ricardo Fornasero que había fijado fecha de casamiento el 2 de abril. Popo y yo compartíamos casa por esos tiempos. Yo era testigo y Popo fotógrafo del casamiento. Popo me despierta el dos de abril, a eso de las 8, con la noticia. No lo podíamos creer, y empezamos a escuchar la radio para ver qué pasaba. Al mediodía se casó Ricardo, yo me volví a laburar.
A la tarde empezó la verdadera pesadilla. La gente empezó a juntarse en Plaza de Mayo (Yo igual fui a clases, pero no había, se decretó asueto). Mientras volvía a casa, caminando, recuerdo los bocinazos, empezaban a flamear banderas y al llegar fuimos a la casa de Pablo (nuestro vecino) a mirar qué estaba pasando por la tele.
"Si querés escucharé a la b.b.c.
Aunque quieras que lo hagamos de noche
Y si quieres darme un beso alguna vez,
Es posible que me suba a tu coche.
Pero no bombardeen buenos aires"
Era increíble que tres días después de la marcha pasara esto, que la gente adhiriera, que se juntara en la plaza...........y que lo vivara a Galtieri!!!!!!!!
Haciendo memoria, nunca nada me deprimió tanto como esto.
Durante ese mes empezaron la convocatoria de los conscriptos. En el depto en donde vivía, estuvo parando con nosotros un chico conocido de Popo que venía de un pueblo a empezar a estudiar (había estado un año en la colimba) y a los pocos días de llegar, se lo llevaron al Sur. Sabemos que no fue a Malvinas pero tampoco siguió estudiando después.
El dos de mayo empezó lo peor, por la noche escuchábamos las radios por onda corta, desde uruguayas hasta europeas y al otro día te encontrabas con compañeros de laburo diciéndote que íbamos ganando, que no eras patriota y una sarta de boludeces. No eran pocos.
Después vinieron Pinki y Fontana juntando oro por tele
Gomez Fuentes, Cansanzeu, Mendoza, .........
"Quiero treparte pero no pasa nada
Ni siquiera puedo comerme un bife y sentirme bien.
Los ghurkas siguen avanzando
Los viejos siguen en t.v.
Los jefes de los chicos
Toman whisky con los ricos
Mientras los obreros hacen masa
En la plaza como aquella vez"
Volvimos a la calle en junio. Demasiado tarde. Había vuelto a morir gente.....joven........y otra vez al pedo . Se que a muchos les duele escuchar esto pero murieron al pedo.
Los milicos se terminaron yéndose por sus fracasos cuando en realidad se tendrían que haberse ido por sus "éxitos"
Guillermo
"Eramos prisioneros de guerra en nuestro país y reclamábamos a los gritos la soberanía de unas islas cuya única vinculación que teníamos era haberlas pintado en un mapa en la primaria".
ResponderEliminarMenuda frase... Y qué buena lección de historia contemporánea que acabo de leer.