viernes, 29 de agosto de 2008

La dama futurista


Creo que la primera vez que leí el término “multimedia” se refería a ella. Hasta que la pude oir y ver no sabía lo que eso significaba. Luego vi muchas cosas “multimediáticas”, pero la misma palabra no tiene nada que ver entre Laurie Anderson y el ciber tutti fruti.


Una nota sobre ella y al final un video histórico de comienzos de los ’80.


Cali

La evolución constante de una dama futurista



Este miércoles y jueves, la artista estadounidense presenta Homeland en el teatro Gran Rex de Buenos Aires. Todo un privilegio para mentes abiertas


Sábado 23 de agosto de 2008

Por Leonardo Tarifeño

De la Redacción de LA NACION


Al menos en la Argentina, hubo un tiempo en el que escuchar a Laurie Anderson, ponerse una camiseta con la tapa de Big Science o calzarse los auriculares de un walkman para someterse a la fascinante monotonía de "O Superman" eran gestos que mostraban una manera marginal e inquieta de entender el mundo, una contraseña cultural que liberaba a sus seguidores del ya por entonces limitadísimo corsé del rock.


Descubierto de manera masiva a principio de los años 80, el extraño e indefinible arte de Anderson trascendía la música, hundía sus raíces en la literatura de William S. Burroughs y Thomas Pynchon, jugaba con una poesía que remitía al Tao Te King y a las aventuras de la NASA y, sobre todo, proponía un paisaje electrónico que convertía a Kraftwerk, D.E.V.O y la Yellow Magic Orchestra en aprendices torpes y burdos. El vuelo minimalista de Big Science (1982) y Home of the Brave (1986)sugería que el futuro empezaba a acercarse, y el reto de esa novedad impostergable exigía una mirada también nueva, desprejuiciada y atenta, una amplitud de miras que por entonces asomaba con cuentagotas en las artes con las que esta artista inclasificable creaba una experiencia sensorial a mitad de camino entre la performance y lo que hoy se llama spoken word . Con humor del bueno y una ternura rara pero ternura al fin, sus shows desmentían el hiperintelectualismo que podía olerse en sus discos y multiplicaban la riqueza de su personalidad, en la que cabían desde la crítica de la incomunicación global hasta la siempre divertida crónica de sus asombros. Ahora, a 25 años de la aparición de Big Science , Laurie Anderson regresa a la Argentina para presentar Homeland , su último y prometedor espectáculo. Tal vez no haya nadie mejor que ella para pensar los múltiples sentidos actuales de la palabra "evolución", ni nada mejor que su trabajo para medir y valorar los resultados de la amplitud de miras contemporánea que ella misma contribuyó a crear.


De hecho, se puede ver la trayectoria de Laurie Anderson como una invitación permanente a borrar fronteras. Nacida en 1947 en Glen Ellyn, en el estado de Illinois, formada en Historia del Arte y surgida en la escena de la performance neoyorquina de los años 70, irrumpió en la galaxia pop en 1981, cuando su single "O Superman" alcanzó un inesperado segundo puesto en los rankings británicos. La canción, construida como un cover del aria "` Souverain, ô juge, ô père" de la ópera Le Cid de Jules Massenet, combinaba ecos de Steve Reich y Terry Riley con frases extraídas del contestador automático de las oficinas del Correo de Estados Unidos. En teoría, lo más alejado del universo de los éxitos de discoteca, donde por esos mismos años brillaban "Bette Davis Eyes" de Kim Carnes, "In the Air Tonight" de Phil Collins y "Tainted Love" de Soft Cell. Sin embargo, y contra todo pronóstico, el aliento experimental de "O Superman" eliminó los límites entre osadía artística y producción fabril de hits , y abrió un horizonte imprevisto para la música minimalista, consolidado dos años después por Philip Glass con la banda de sonido de Koyaanisqatsi .

A partir de entonces, la historia personal de la principal multimediatrix del arte contemporáneo se transformó en una fábrica de ideas y conductas estimulantes. Devenida celebridad electrónica, se instaló en una comunidad amish , donde la tecnología no existe. Preocupada por vivir dentro de un gueto esnob demasiado estrecho para su gusto, comenzó a trabajar en McDonald s para evitar convertirse en aquello que su medio esperaba de ella. Y coherente con su fama de mujer futurista, desarrolló en canciones y espectáculos la que fue la primera y única residencia de un artista en la NASA. "En el fondo, me considero una antropóloga -ha dicho para Smithsonian Magazine -; y por eso trato de salir de mí misma. Normalmente veo el mundo primero como artista, segundo como una neoyorquina y luego como una mujer. ...sa es una perspectiva de la que trato de escapar". Su huida incluye llegar donde nadie estuvo, la orilla en la que el arte crece más allá de las categorías y definiciones que intentan explicarlo y terminan por reducirlo.


En Homeland , la creadora de Mr. Heartbreak (1984) y el delicado Strange Angels (1989) mantiene el espíritu íntimo de sus shows más recientes, definitivamente contrapuesto a los efectos multimedia de Home of the Brave y a la magnificencia sonora que alguna vez le regaló el guitarrista de King Crimson, Adrian Belew. Se trata de un espectáculo consagrado a la palabra, muy orientado a la visión política, en un camino marcado por el humor, los sueños y los delirios de grandeza de Estados Unidos. "Si tuviera un mensaje, lo escribiría y se lo mandaría por e-mail a todo el mundo", ha dicho Anderson, tal vez para dejar en claro que la luz de su trabajo se enciende con imágenes y no a través de las ideas. Su evolución personal la lleva a un lugar solitario en el que predomina la palabra, entendida como una extensión de la música y espejo de la imagen. Mientras tanto, a más de dos décadas de su aparición, el impacto de su obra da en el blanco de un tiempo con poco y nada que ver con aquellos primeros años 80. Hoy, la vanguardista técnica cut-up implementada por William Burroughs es cosa de todos los días entre los músicos que samplean sonidos (como la propia Anderson) o "cortan y pegan" sobre una bandeja de DJ; cualquiera puede colgar los latidos de su corazón en una página web como MySpace o Facebook (una versión global del "Listen to My Heartbeat" que Laurie ensayaba sobre su violín de arco de cinta, en Home of the Brave ) y costuras electrónicas similares a la que "O Superman" presenta sobre el aria de Massenet se practican en toda computadora personal equipada con ProTools. La evolución científica desnuda la intimidad técnica de los discos de Laurie Anderson y demuestra que, en el siglo XXI, la diferencia la marca el chispazo de audacia e inteligencia que sólo el artista verdadero es capaz de generar. Del lado del público, las cosas parecen haber cambiado menos. Tal vez el corsé del rock apriete todavía más, pero quienes ven el mundo desde una mirada marginal e inquieta saben que aún tienen a una cómplice mayor en aquella que durante por lo menos 25 años no ha hecho más que trascender la música, jugar con la poesía, y ampliar y enriquecer el sentido de la palabra "evolución". Hoy, como ayer, el futuro vuelve a estar aquí. El arte sin límites de Laurie Anderson no para de comprobarlo.


Una creadora multidisciplinaria



* Laura Phillips Anderson nació el 5 de junio de 1947, en Glen Ellyn, Illinois. En su adolescencia buceó en diferentes formas artísticas de expresión, como la escultura, y sólo a fines de los años 60 realizó su primera performance: una sinfonía para bocinas de automóviles.


* Durante los años 70 realizó varias grabaciones y performance vinculadas con la avant-garde neoyorquina y a fines de la década inventó el primero de una larga lista de instrumentos: un violín de arco de cinta, con un cabezal magnético en lugar de cuerdas y una cinta de audio en lugar de las cerdas del arco.


* En 1981, la figura de Anderson se hizo mundialmente popular gracias al éxito que logró su canción "O Superman", especialmente en Gran Bretaña, donde alcanzó el puesto dos de los rankings y fue promovido por el influyente DJ inglés John Peel. El tema fue incluido en su primer álbum oficial para Warner Music, Big Science (1982). Luego llegarían Mister Heartbreak (1984), la banda sonora de la película que también dirigió, Home of the Brave (1986), Strange Angels (1989), Bright Red (1994), The Ugly One with the Jewels (1995) y Life on a String (2001), entre otros. En sus discos han colaborado figuras como Peter Gabriel, Brian Eno, Jean Michel Jarre o Lou Reed, el ex líder de la banda The Velvet Underground con quien se casó hace cuatro meses.


* Entre sus espectáculos multimedia se destacan United States I-V (1983), Empty Places (1990), The Nerve Bible (1995), Songs and Stories for Moby Dick -con el que realizó una gira internacional en 1999 y 2000-, The End of the Moon (2004) -con el que llegó a Buenos Aires en 2005 para abrir el 5 Festival Internacional de Buenos Aires- y Homeland -que presentará en el país esta noche y mañana, en el teatro Gran Rex-.


* Sus obras visuales se exponen en reconocidos museos de los Estados Unidos y Europa, como el Guggenheim de Nueva York. En 2003, el Museo de Arte Contemporáneo de Lyon, Francia, produjo una retrospectiva de su trabajo titulada The Record of Time: Sound in the Work of Laurie Anderson , que incluyó instalación, audio, instrumentos, video y arte objetos.


* Como compositora ha aportado temas para películas de Wim Wenders ( Faraway, So Close , 1993) y Jonathan Demme, piezas de danza de Bill T. Jones, Trisha Brown y Molissa Fenley, además de crear la partitura para la producción teatral de Robert Lepage Far Side of the Moon . Su trabajo para orquesta Songs for A.E ., se estrenó en el Carnegie Hall en febrero de 2000, interpretada por la Orquesta de Compositores Americanos, y después se presentó en Europa con la Orquesta de Cámara de Stuttgart, conducida por Dennis Russell Davies.


* Reconocida mundialmente como una líder innovadora en el uso de la tecnología en las artes, Anderson colaboró en el Interval Research Corporation, un laboratorio de investigación y desarrollo creado por David Liddle y Paul Allen, cofundador de Microsoft, para explorar nuevas herramientas creativas.

* Sus reconocimientos incluyen los premios Tenco de San Remo, Italia, por mejor composición (2001), y Deutsche Schallplatten, por su grabación Life on a String , además de apoyos financieros como el de la fundación Guggenheim. Estuvo comisionada para crear una serie de instalaciones audiovisuales y la producción de alta definición Hidden Inside Mountains , para la Expo Mundial 2005 en Aichi, Japón.


* En 2002 Anderson fue designada la primera artista en residencia de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio), de Estados Unidos, experiencia de la que surgió su performance The End of the Moon .



sábado, 23 de agosto de 2008

Cansado

Luego del derrumbre en cadena de todas las mentiras sobre las que se construyeron las ideologías del siglo pasado, me resultó siempre preocupante y penoso esas personas portadoras de un pensamiento “progre” sensiblero, pero patético a la hora de traducirse en acción individual cotidiana o de mayor pretensión.

Cada tanto me topo con alguno de esos especímenes que llevan esa caricatura a cuestas a niveles extremos, quienes andan decodificando el mundo con un código obsoleto e imposible de homologar con la sensatez. La estupidez no reconoce fronteras ni ideologías. Eso está claro. El problema es que la zoncera disfrazada de solidaridad y de categorías sociales e ideológicas mentirosas puede ser muy dañina.

Confieso que escribo esto sintiéndome cansado. Cansado de escuchar la sanata y los discursos truchos de los “progres”. Me cansan porque supuestamente son “ellos” los que están de mi lado y suelo tenerlos cerca mío. A veces compartiendo una mesa. Y me hablan como si yo pensara igual que ellos!

La palabra clave es “cansado”. Cansado de las gansadas que escucho todos los días de parte de políticos inoperantes y de montones de periodistas y bienpensantes que con su zoncera y miopía alimentan la maquinaria que nos mantiene paralizados y en situación agonizante a la mayoría.

Esto sucede en todas partes, pero me refiero al fenómeno local, que tiene sus particularidades y son las que tenemos que desentrañar, y en lo posible superar, nosotros sólos.

En relación a esto, Martín Caparrós me ha sorprendido y ha sido un hallazgo de los últimos años. Lo conocí haciendo TV o radio antes que escribiendo. Confieso que entonces me resultó soberbio e insoportable. Luego descubrí que como escritor desplegaba una dimensión que en otros medios no transmitía. Caparrós hoy es uno de los más lúcidos y arriesgados observadores de la
Argentina. No hay concesión en su mirada y por eso, les molesta a los progres. Porque criticar a ciertos gobernadores feudales de ciertas provincias es bastante fácil, el tema es mirar el centro de nuestro ser argentino y, en particular, el ser “progre”. Ahí empiezan a saltar chispas. También debo señalar que tengo en la “protohistoria” una diferencia sustancial con su pensamiento, espero encontrar “ese” artículo alguna vez para sacarlo a luz otra vez.

Volviendo al punto, quiero destacar este artículo que muestra que Caparrós con su "cansancio" hace un sano ejercicio del decir “basta con el verso”. Esta vez metiéndose con algo central para los “progres” argentinos: el peronismo.

Cali


¿Peronismo?

El peronismo, si existiera, sería como dios: el responsable de este país-desastre. Es una suerte que no exista.

Por Martín Caparrós
15.08.2008


Siempre pensé que si fuera fiel ferviente seguidor de un dios me dedicaría más que nada a negar su existencia. Haría de todo: expondría sus contradicciones para desprestigiarlo, le lanzaría desafíos para menoscabarlo, difundiría novedades de la ciencia para desmentirlo, me pelaría el upite para que nadie creyera que Él existe. Todo por Él, para Él, de puro feligrés. Es que hay autorías que es mejor negar: como si alguien pensara en defender la influencia de Bilardo en la invención del antifútbol, de Tinelli en el estilo de la televisión criolla, del comisario Lugones en la renovación de los sistemas de tortura. A nadie se le ocurre. De la misma manera, si yo creyera que un dios –mi Dios– es responsable de este mundo de mierda, lo negaría por todos los medios: trataría de evitar que lo hicieran responsable de este desastre que vivimos. El verdadero creyente simula ser ateo –como yo-, y eso hace que los ateos seamos siempre sospechosos.


Digo, porque el amigo Artemio López me escribió hace unos días en estas páginas que hay que "asumir sin rodeos que la única 'identidad política realmente existente' es el peronismo, justicialismo o como quieran llamarlo, da igual. Lo lamentamos, entre otros, por el compa Caparrós, al que sabemos algo agobiado, pero Todos Peronistas es la consigna del momento", dice, celebra. Me preocupo por él: si yo fuera fiel ferviente peronista me dedicaría más que nada a negar su existencia, disimularla, minimizarla todo lo posible. El peronismo ha gobernado 18 años de los últimos 20 y lleva más de medio siglo como la fuerza política decisiva en la Argentina. El peronismo, si existiera, sería como dios: el responsable de este país-desastre. Es una suerte que no exista.

–Ah, me va a hacer la del ateo. Ya decía yo que al final usted era peroncho.

–No, no se confunda.

–Vamos, peruquita, peronio. ¿Qué se cree, que me va a tomar por pelotudo?

Cristina K. lo había entendido en su discurso inaugural. Entonces fue una peronista astuta y no dijo ni una vez –ni una vez sola– la palabra peronismo. Pero después se asustó y se le pasó, volvió a esas fuentes cual cántaro cantarín. Y ahora, de nuevo, dale con el bombo.

Pero el peronismo ya no existe. No existe por pura falta de sentido. Si una palabra no significa nada –si no se sabe qué significa, si significa demasiadas cosas, esa palabra no funciona y tiende a desaparecer. Si perro quisiera decir mamífero carniza de ojos tristes, engaño socarrón, adolescente que ese día se quedó sin plata, cuarto planeta del sistema solar de la vigésima de Andrómeda, la hojita que al caer produce en su refrote contra el suelo un chistido que recuerda vagamente al canto gregoriano, el segundo órgano sexual, empleado perserverante, atropello violento con los codos y venticuatro más, nadie diría perro porque no está diciendo nada. Hablar es poner en acto un pacto: yo digo uch y vos sabés que uch significa más o menos uch; para que una palabra sirva tiene que significar poquitas cosas. Peronismo no cumple con este pacto: con éste tampoco.

Una designación política que designa, según lugares y momentos, a un general populista nacionalista macartista o una guerrilla socialista nacional o unos privatizadores liberales proyanquis furibundos o unos caudillos provinciales hambreadores clientelistas o unos conservadores populares sin demasiado pueblo o unos socialdemócratas demócratacristianos redistribuidores que no redistribuyen y tantos tantos otros; que nombra al mismo tiempo a Menem Duhalde Cafiero Scioli Kirchner Kirchner Rodríguez Sáa Firmenich Moyano Duarte Reutemann D'Elia Favio Iglesias Walsh designa tanto que no designa nada. Un movimiento o partido que puede ser tantas cosas es tan confuso que no es nada: no existe.

Pero ellos tratan de hacernos creer que sí: todavía suponen que les interesa, les conviene. El peronismo es un engaño, un arma: les sirve a los autodenominados peronistas para convencernos de que son parte de lo mismo y, por lo tanto, los demás deberíamos considerarlos como un todo, votarlos como un todo, temerlos como un todo. El peronismo, al final, es el 60: una línea de colectivos que en realidad son muchas. Todas tienen el mismo color, el mismo número, pero una va a Tigre, otra a Escobar, una va por Ayacucho, otra por Libertad, y todas se pintan igual, aunque sean tan distintas. Así lleva a sus clientes, entregados, apiñados, a cualquier lado, el peronismo.

Los autodenominados peronistas lo saben pero no quieren reconocerlo, claro. Entonces te dicen que el peronismo existe y se define porque los autodenominados tienen en común su voluntad de poder, su sapiencia en el logro y uso del poder. Es cierto: el poder político suele usarse para organizar sociedades de tal o cual modo; ellos en cambio organizan sociedades del modo que sea necesario para tener poder. Pero si el peronismo es eso entonces llamémoslo nietzschismo o ambición o codicia.

O están los autodenominados que conceden que el peronismo, claro, no es una definición política pero sí un sentimiento. Siempre pensé que la política no era un sentimiento sino un modo de conseguir que más gente viva mejor –o peor, según quién y cómo se ejerce. Y que es un conjunto de decisiones, de entusiasmos, de procedimientos, de entrega y de inteligencia. Pero decir "un sentimiento" es evitar cualquier discusión política: no tienen que explicar a quién representan, cómo, para qué, a quién tratan de beneficiar o combatir: no, alcanza con hablar de tradiciones y sensaciones y los que no lo entienden son amargos, gorilas o intelectualosos. Es curioso que hayan podido currar tanto tiempo, compañeros autodenominados, con pavada semejante. Y que tantos sigamos aceptándolo.

Por ahora, la mayor muestra del poder del peronismo es que creamos que existe, y que sigamos usando esa palabra. Eso es lo curioso: para los demás, para lo que no lucramos con esa palabra, decir peronismo, hablar de peronismo, es una debilidad, una concesión. ¿Por qué tenemos que darles el changüi de seguir aceptando que existen, que son uno, cuando todo muestra que no es cierto?


Quizás algo podría cambiar, en la Argentina, si dejáramos de hacerles el favor de llamarlos como ellos dicen que se llaman, si decidiéramos no usar esa palabra que no sirve como palabra porque designa cualquier cosa, que sólo les sirve a ellos para buscar poder, y empezáramos a llamarlos por sus diversos nombres. Algo podría cambiar, insisto, si tratáramos de llamar, alguna vez, las cosas por su nombre.

lunes, 18 de agosto de 2008

Digamos Basta

La historia es así, por eso de estar quebrado, me dijo, un poco riéndose, “por qué no lees el libro tal?” …y se trataba de uno de esos libros de autoayuda terribles, pero me dijo que lo tomara sin prejuicios, que valía la pena. Era una voz autorizada. Bien, aceptado.


Voy a la librería, y cuando nadie podía escucharme ni verme, le digo al vendedor “¿tenés el libro tal?” Entonces se dirige a esa terrible biblioteca cargada de libros con el título gigante “AUTOAYUDA” y saca de ahí un ejemplar. Lo agarro y huyo corriendo hacia terrenos más conocidos, busco rápido algo que compense y encuentro un libro pequeño (tampoco estaba para jugarme en grandes gastos a las apuradas), “Digamos Basta” de Alejandro Carrió, a quien ubico por ser presidente de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), así que dije, “éste”. Entonces sí, voy a la caja y me dispongo a pagar con el libro de Carrió colocado estratégicamente encima del innombrable. Así de simple y prejuiciosa es la razón de cómo llego a este libro.


El libro es por momentos, simple, y en otros, simplón. Transita por los lugares obvios de nuestra tradición violatoria de la ley. Es políticamente correcto y aún en sus opiniones más jugadas, encuentro coincidencias. Pero es superficial y, en algunos párrafos, faltaría un poco más de fundamentación. Aún así, quiero compartir este fragmento (Ah!, el innombrable no me sirvió para nada!).


Cali


Alejandro Carrió: Digamos "basta" si queremos ser serios



Cerca de mi casa, en la zona de Buenos Aires que rodea al campo municipal de golf, las autoridades comunales tuvieron la feliz idea de inaugurar lo que se conoce como una "bicisenda". Se trata de un recorrido más bien corto, pero geográficamente agradable. De un lado están los bosques de Palermo, del otro un club de tenis.


La idea, supongo, fue consagrar un sendero donde los ciclistas pudiéramos circular sin riesgo de polución ni de las agresiones propias del tránsito porteño. Muy visibles carteles ordenan a los automovilistas no ingresar a la bicisenda. El clásico dibujo de un automóvil cruzado por una franja roja señala de manera inconfundible esa prohibición. Su contracara, claro está, es el derecho de los ciclistas a un espacio sano y seguro. Fácil, ¿no?


En realidad, no. La prohibición de circulación a automovilistas fue ignorada por éstos desde un comienzo, de manera absoluta. Tal vez el "error" de esta bicisenda fue hacerla demasiado ancha, de modo de brindar a los conductores de autos el espacio suficiente para ingresar y circular por ella. A juzgar por la velocidad de los autos, la bicisenda se convirtió más bien en un atajo.


Los "avivados" (la capacidad de nuestra sociedad para producirlos parece inagotable) vieron en estos caminos reservados para ciclistas su oportunidad de evadir el tráfico. He sido, en sentido estricto, víctima y testigo de este crimen. Los autos han pasado casi pegados a mi humilde bicicleta, produciéndome una sensación cercana a la de una bandera al flamear. Mis señas e indicaciones a los ocasionales conductores, cuando no algún insulto, jamás sirvieron de nada. Hasta me pareció ver en ellos alguna jactancia al "salirse con la suya", frente a la estéril prohibición.


Pero al tiempo llegaron los buenos (nuestras autoridades municipales) para poner coto a esta situación de ilegitimidad. ¿Qué hicieron? Construir los llamados "lomos de burro", espaciados más o menos cada diez metros, para evitar los excesos de velocidad.


El resultado ha sido, a las claras, patético. Los autos siguen utilizando la bicisenda y con ello continúan violando la prohibición. Los lomos de burro, por su parte, molestan mucho más a los ciclistas que a los conductores de autos, que sólo han visto frustrados sus deseos de ir más rápido, para "ganar tiempo". Y no del todo. Los magníficos vehículos 4 x 4, que pululan en nuestra ciudad como si toda ella fuera una especie de ámbito rural, acometen los lomos de burro sin que a su conductor siquiera se le desordene el jopo. Qué bueno es el avance tecnológico, ¿no?


Esta pequeña historia es algo más que un racconto de mis frustraciones como ciclista amateur. Es un ejemplo del lugar que ocupa la ley en nuestra sociedad, de la reacción de nuestros gobernantes ante las transgresiones a ella y, básicamente, del inocuo sentido de las prohibiciones.

Empecemos por lo más simple. Por razones que este ensayo tratará de desentrañar, parece claro que en nuestra sociedad no hemos incorporado en absoluto la idea de que una prohibición es, por sí sola, razón suficiente para que dejemos de hacer aquello que aparece vedado.


La expresión anglosajona It's against the law ("Es contra la ley"), que es frecuente ver en carteles o calcomanías en los Estados Unidos, resume una idea fuerte que diferencia, a mi entender, la idiosincrasia de estos dos pueblos. Entre nosotros, sinceramente no creo que frente a una prohibición tengamos incorporado una suerte de mecanismo automático de autorrestricción. Es más bien lo contrario. Frente a la prohibición, tendemos a indagar qué posibilidad hay de no ser enteramente alcanzados por ella, o bien buscamos alguna persona "amiga" (si es un funcionario, tanto mejor) que nos ayude a eludirla impunemente. También tendemos a cuestionar la utilidad de la prohibición, de manera de poder justificarnos en su incumplimiento. En suma, la ley, por sí misma, no nos dice demasiado.


Más grave todavía, la ley tampoco le dice nada al funcionario que debería regirse por ella. Claro que aquí los travestismos son de diversa índole.


El más profundo, pues revela una enfermedad que arrastramos desde hace décadas, es que ningún funcionario piensa seriamente que la ley se le aplica a él como a cualquier otro. Los funcionarios genuinamente creen, por ejemplo, que pueden estacionar sus vehículos en cualquier lado, y también que con su cargo tienen incorporadas a la manera de las propinas de los acomodadores de cine- una serie de prebendas que sería hasta ingenuo no aprovechar. Un amigo diplomático que estuvo varios años en la Embajada argentina en Washington me contaba, horrorizado, la siguiente práctica de los años 90. Algunos de nuestros políticos, integrantes de esas numerosas comitivas que nos caracterizan, arribaban a Washington para algún evento acompañados de infaltables asesoras (a las que nunca se las vio asesorar en nada). Para guardar las formas, la reserva en el hotel para la "asesora" era hecha en una habitación separada a la del funcionario a quien acompañaba. Sólo que luego ("obvio", como dicen los adolescentes) ambos ocupaban una sola. Y aquí viene lo increíble. En razón de la no utilización de la habitación extra, mi amigo era preguntado acerca de la posibilidad de que el hotel extendiera un voucher, para usar esa habitación libre en algún futuro viaje. Ante la respuesta de mi amigo de "eso es imposible", el funcionario consideraba que absolutamente nada se había perdido con preguntar.


Es que para muchos de nuestros políticos, la igualdad ante la ley es un principio que, en el mejor de los casos, rige sólo para el ciudadano común. El caudillismo, con su origen histórico en el feudalismo, de lo que me ocuparé más adelante, tiene a mi juicio bastante que ver con esta idiosincrasia. ¿O acaso el ex presidente Menem no hizo gala de haber surcado la Ruta 2 en dirección a la costa atlántica con su Ferrari a una velocidad supersónica? ¿Resulta siquiera imaginable la escena de un policía parando al entonces primer mandatario para multarlo, y a Menem aceptando que, como habitante de la Nación, él también es un súbdito de la ley?

Esta reflexión nos conduce al segundo travestismo, que se relaciona con mis ya relatadas penurias como ciclista. Creo que nuestro Estado, como comunidad supuestamente organizada, muestra una gran incapacidad para hacer cumplir las leyes que el mismo Estado sanciona. Quizás no sea por casualidad, por ejemplo, que la palabra sajona enforcement no resulte de fácil traducción a nuestra lengua. Por enforcement puede entenderse la disposición y efectividad que los poderes muestran para asegurar la observancia, normalmente mediante castigos, de las reglas de comportamiento que esos poderes fijan.


Otro amigo que vive en los Estados Unidos (no el diplomático) me contó que al poco tiempo de su llegada a la ciudad de Los Angeles, fue a un cine ubicado en un centro comercial. Como la película estaba por empezar y no encontraba un espacio para dejar su auto, decidió ocupar uno de esos lugares reservados para discapacitados (decisión precedida, seguramente, de la clásica expresión porteña "Ma' sí"). Como en las enseñanzas de Alá, el final "estaba escrito". Al término de la película encontró en el parabrisas de su auto el correspondiente ticket de infracción. La multa, luego se enteró, fue de quinientos dólares. Fue la última vez en su vida que cometió esa infracción.


¿"Estaría escrito" entre nosotros un final igual? O es más bien lo contrario. Vale decir, lo escrito es que hacemos lo que nos parece, estacionamos donde se nos ocurre, regamos las veredas de la ciudad con suciedad de perro, los camiones cargan y descargan mercaderías a cualquier hora del día, los colectivos no respetan los semáforos, los políticos se presentan como candidatos en distritos donde no nacieron ni tienen residencia actual y en suma, todo da lo mismo porque ninguna autoridad reacciona frente a este variadísimo panorama de incumplimientos. En este contexto todos estamos tentados a decir: "Ma' sí".


Hay relación. ¿Hay alguna conexión entre el diagnóstico que acabo de describir y nuestra posición en el mundo, nuestro desarrollo como nación y la calidad de vida que nos prodigamos?


Antes de aventurar la respuesta que a nadie debería sorprender demasiado, permítaseme adelantar una idea central.


Si bien puede ser tentador el andar culpando a los demás por aquello que nos sucede, creo que es un camino del que no hemos sacado mayor provecho, salvo el de una mal entendida autojustificación.


Es cierto que echar culpas al prójimo, a los estados capitalistas, a los organismos de crédito externo, a las potencias que no nos dejan crecer, a los inmigrantes, al sionismo internacional, a las naciones proteccionistas y en definitiva a cualquiera menos a nosotros mismos, es leitmotiv para los populistas que, triste es reconocer, nos han gobernado muchas veces por propia elección.


El populista nos dirá aquello que una mayoría quiere oír. No es por ninguna de las cosas que mencioné hasta ahora que no logramos despegar en el concierto de naciones.No es nuestro desapego a la ley y el desprecio por las instituciones lo que nos mantiene sumergidos. Adelantarnos en una cola, mirar para otro lado cuando nuestro perro ensucia la vereda, conseguir "acomodo" para que nuestro trámite vaya más rápido (postergando así al del "no acomodado"), la exigencia del funcionario de una "comisión" para aprobar un trámite público, y el particular pagarla, nada de todo eso es la causa de lo que nos sucede, el populista se apresurará a decir y una mayoría aceptará. Los males vienen de afuera, nos persiguen y nos postergan, sin que debamos mirar para adentro y analizar qué estamos haciendo mal.


Recordemos aquella célebre frase del sindicalista Luis Barrionuevo, cuando señaló que debíamos dejar de robar al menos por un par de años, y que provocó un escándalo general. Esa frase puede haber golpeado por su crudeza y desparpajo, pero no por su desatino o su insinceridad. Es que mientras no caigamos en la cuenta de que los males que he venido señalando tienen una directa conexión con la calidad de vida que nos propinamos unos a otros, ninguna modificación estructural habrá de tener lugar.


Mientras no aceptemos que el desprecio por las reglas es generalizado, que cuando se atacan las instituciones la República se debilita, y que todo eso incide directamente en nuestra calidad de vida, las posibilidades de cambios sustanciales se alejarán de nosotros cada vez más.


Alejandro Carrió: Abogado (UBA) especializado en derecho penal y constitucional. Master of Laws de la Universidad de Luisiana. Profesor universitario en Nueva York, Columbia, UBA y, actualmente, en la Maestría en Derecho de la Universidad de Palermo. Es miembro fundador y presidente de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC).

martes, 12 de agosto de 2008

Quebrado


-“Qué estás escuchando de nuevo?”.

Y me quedé pensando luego que le dije a Ramiro, “nada”. No estoy escuchando nada nuevo, no. Aunque esa categoría de ‘nuevo’ siempre me resultó tonta, me pegó por no tener, esta vez, nada realmente nuevo entre manos y al mismo tiempo, alguna joya del pasado que mostrar. Siempre fue mi truco.

Entonces me compré “Quebrado” de Pedro Aznar. ¿Es ‘nuevo’?. No sé.

A Pedro Aznar lo descubrí cuando era un adolescente carapálida y melenudo que recién llegaba al grupo Alas, una especie de trío a lo Emerson, Lake & Palmer tanguero, liderado por Gustavo Moretto. Pedro salía de un trío de virtuosos, Madre Atómica (Fontana, Epumer, Aznar). Me dejó sin palabras esa noche en el teatro Astengo de Rosario. Alas era muy bueno y Pedro era la revelación. De allí hasta hoy, no para de crecer. A mi me pasó eso que les pasó a muchos allá por los ’80 y que nos preguntábamos, ¿pero si es tan bueno, por qué hace ese pop bailable?”. Pero Pedro hizo de todo. Y a todos nos ha ido convenciendo que es un maestro a esta altura del baile. Basta revisar las críticas de su último disco, agarren la que quieran, y se puede ver que ya no hay por donde escaparle, es bueno, talentoso, refinado. No, exacto, no es Pomelo.

Cali

QUEBRADO
Pedro Aznar

Como un océano

Como un mar

Como río correntoso

Como lago inabarcable

No pude ser la gota

Música en el cántaro

Pausa que abraza y suelta

Los pájaros del deseo


Mi seguridad no alcanza

Una lanza abrió un costado

Detrás de esta máscara

Hay un chico asustado

Quebrado

Quebrado

Miedo de morir

Antes de saber vivir


Como altar de piedra

Como sacrificio

Como corazón arrancado

Como sangre en oleadas

No supe ser la paz

La hondura que no ahoga

La risa que perdura

La confianza que entrega


Mi seguridad es falsa

La lanza abrió un costado

Detrás de esta máscara

Hay un chico asustado

Quebrado

Quebrado

Miedo de morir

Antes de saber vivir


Un álbum doble con dos miradas que se complementan:

Un CD 1 de composiciones originales potentes, de alto voltaje, con letras profundas y viscerales. Canciones que transitan el dolor de la pérdida y la fugacidad del tiempo, los confusos límites del odio y el amor, el vértigo de la finitud y las lecciones de la adversidad, la fragilidad de la alegría y la búsqueda de un lugar de pertenencia.

Un CD 2 de canciones favoritas de Pedro, muchas de las cuales conformaron la banda de sonido de su adolescencia. Música de autores emblemáticos como Sting, John Lennon, Luis Alberto Spinetta, Atahualpa Yupanqui, Charly García y Jagger/Richards, entre otros, en versiones vibrantes, cargadas de significación personal.

Grabado con su nuevo grupo (Andrés Beeuwsaert en teclados y voz, Facundo Guevara en percusión, Federico Dannemann en guitarra y Julián Semprini en batería, además del propio Aznar en voz, bajo, guitarra y teclados), cuenta con las participaciones especiales de Andrés Vilanova (del grupo Carajo) y Pepi Taveira en batería, Ramiro Gallo en violín, Franco Luciani en armónica, Patricio Villarejo en violoncello y una orquesta de cuerdas de 16 músicos.


El sonido estuvo a cargo del mismo equipo que ya lleva ganados 3 Premios Gardel a la Mejor Ingeniería de Grabación: Ariel Lavigna-Pedro Aznar-Andrés Mayo. El arte de tapa cuenta con una pintura original en técnica mixta de Javo Veraldi, en perfecto contrapunto con la intensidad de la música.

Un trabajo imperdible, un verdadero punto de inflexión en la carrera de uno de los artistas más respetados e influyentes de Latinoamérica.


Temas:
CD1: 1- Quebrado / 2- Fugu / 3- Nocturno suburbano / 4- Asimetría / 5- Lina de luto / 6- Violinista / 7- Décimas / 8- Claroscuro / 9- Joya tu corazón / 10- Los perros del amanecer / 11- La abeja y la araña / 12- Amar y dejar partir
CD2: 1- Fragilidad (Fragile - Sting) / 2- Credulidad (Luis Alberto Spinetta) / 3- Jealous Guy (John Lennon) / 4- Tiempo sin respuesta (Time of no reply - Nick Drake) / 5- No es una pena? (Isn´t it a Pity - George Harrison) / 6- Los hermanos (Atahualpa Yupanqui) / 7- El rey lloró (Lito Nebbia) / 8- Confesiones de invierno (Charly García) / 9- Blues de la piedad (Blues da piedade - Frejat,Cazuza) / 10- Angie (Jagger,Richards) / 11- Junk (Paul McCartney) / 12- Love (John Lennon)



sábado, 9 de agosto de 2008

Jaivamigos

Cuando se suceden hechos y encuentros con sincronicidad sospechosa uno debe darles el espacio para evolucionar y dejarse llevar por ellos. Esa especie de corriente rápida a algún lado nos lleva. Hago referencia a eso en un comentario de Marcelo Guillamet en Acuarela 1 y así van pasando otras cosas que vale la pena dejar que fluyan y veamos adónde llegamos. Aquí vamos con un poco de eso.

Luego de bajarme de un sitio chileno la grabación de Los Jaivas de 1983 en Viña entré en La Cofradía para saber qué tenían disponible de discos inéditos de Los Jaivas y… en primer lugar, última entrada en ese mismo día era: Los Jaivas en vivo en Viña 1983! Vale destacar que se trata de un sitio que se renueva de manera constante. Bien, seguido de ese disco estaba disponible otra grabación, esta vez de 1981 y en un canal de TV de Chile, por supuesto, ese encuentro casual había que aprovecharlo y no dejarlo pasar, así que me bajé “En Vivo en Canal 13 (1981)” el cual estoy escuchando en este momento.

Quien acercó ese material a La Cofradía es Carlos Mecklenburg, amigo chileno de La Cofradía y quien colocó el siguiente comentario sobre el disco:
“Durante la primera visita a Chile en Septiembre de 1981 después de su salida en 1974, los Jaivas hicieron una agitada gira por el país con sendas presentaciones. Fue quizás el mejor momento de la banda donde venían desarrollando dos proyectos maravillosos como las Obras de Violeta Parra y Alturas de Macchu Picchu.

Como era de esperarse los medios de comunicación se vieron obligados a dar cobertura pese a las restricciones impuestas por la dictadura. Como gran cosa para la época Canal 13 de televisión emitió en el mes de Octubre algunos cortos con los Jaivas en los programas de Don Francisco. En aquella oportunidad la estación televisiva grabo con el publico asistente al programa Noche de Gigantes un especial completamente en vivo con los Jaivas, el que jamás fue emitido. Este audio corresponde a dicha presentación, esta extractado de consola y con una calidad excelente, tanto por el sonido como por la magistral interpretación del grupo.”
Temas del disco:
01-Pregon Para Iluminarse
02-Danza
03-Todos Juntos
04-Mira Niñita
05-Mambo de Machaguay

La formación del grupo en ese entonces era:

Eduardo "Gato" Alquinta: Voz, guitarra, instrumentos de cuerda y viento, percusión. Mario Mutis: Bajo, instrumentos de cuerda y viento, percusión, coros
Gabriel Parra: Batería, percusión, instrumentos de cuerda y viento, coros Claudio Parra: Piano, acordeón, teclados, sintetizadores, percusión Eduardo Parra: Órgano, teclados, sintetizadores, percusión

Esta formación es la considerada clásica y la más reconocida del grupo. También aquí vale señalar un breve repaso de la trayectoria de la banda hasta ese entonces ya que en un comentario de Adriana se señala la presencia frecuente de Los Jaivas en San Pedro (Buenos Aires), tal cosa es cierta ya que durante su estadía en Argentina vivían en comunidad en la localidad de Zárate (a unos 70 kilómetros de San Pedro).

Los Jaivas iniciaron su carrera en 1963 en Viña del Mar y graban su primer disco en 1971, “El Volantín”. De la etapa preliminar y como recopilación de la intensa actividad previa, se editó en el año 2004 “La Vorágine” (5 CDs) con conciertos dados entre 1969 y 1971. Luego viene uno de sus más populares discos “Los jaivas” (1972) conocido como “La Ventana” por la pintura de la portada o Todos Juntos (por el tema que allí aparece por primera vez). Luego graban la música de una película “Palomita Blanca” (1972; editado en 1992) Luego del golpe militar de 1973 viene la etapa argentina. Los Jaivas se radican en Zárate en 1974 y viven en Argentina hasta 1977 (otro golpe, 1976) y de aquí parten hacia Francia. En Argentina graban dos discos: “Los Jaivas” conocido como El Indio (1975) y “Canción del Sur” (1977). Previamente habían grabado aquí “Los Sueños de América”, con Manduka (1974; editado en 1979). Luego le seguirán, grabados en Francia, “Alturas de Machu Picchu” (1981), “Aconcagua” (1982) y “Obras de Violeta Parra” (1984).

La presencia de Los Jaivas en Argentina en esos años fue de enorme importancia. En ese período Mario Mutis regresa a Chile y el bajo queda a cargo de Julio Anderson (quien ya había colaborado con el grupo) y luego ingresa como bajista Pájaro Canzani, de Uruguay. En ese período argentino también se suma Alberto Ledo.

Con el disco en base a temas de Violeta Parra se cierra una etapa histórica del grupo debido a la trágica muerte de Gabriel Parra en 1988 en Perú. Esto significó un quiebre y luego, un gran esfuerzo para rearmar la banda dado el peso de Gabriel Parra dentro del grupo, su presencia en el escenario y por ser responsable muy importante del sonido característico de la banda.

Con estos datos corrijo el error que comenté anteriormente con la fecha de la muerte de Gabriel Parra. En la foto aparece Gabriel Parra en imagen tomada de la transmisión de TV del disco comentado aquí.






Buscando fotos para esta nota, veo que esta semana que viene, Viernes 15 de agosto, Los Jaivas cumplen oficialmente sus 45 años de vida.


Este es un video, estimo que de 2002, sobre el tema “Mambo de Machaguay”.




miércoles, 6 de agosto de 2008

vacío sideral

recuerda que la luna

es sólo un cuerpo

entre tus lagrimas

y el vacío sideral...

de "vacío sideral", de Luis Alberto Spinetta,

del CD "Un mañana" (2008)


Ahora que me compré "Un mañana" y comienzo de a poco a desmenuzarlo (al igual que a todos los discos de Spinetta, yo necesito mi tiempo para degustarlos) aprovecho para compartir la nota que publicó la revista C del diario Crítica este último Domingo.



“El rock no es un tarado drogado”


Pasaron cuarenta años desde que grabó su primera canción, “Tema de Pototo”, y acaba de sacar su disco número 36. No vive encerrado, simplemente da pocas entrevistas. Cuando lo hace, siempre tiene algo para decir: sobre la música y el ego de los músicos, las tragedias nacionales y las máquinas de destrozar Charlies y Fitos.



Por Tomás Ohanian y Guido Bilbao


Luis Alberto Spinetta está sentado ante una computadora. Edita un video, su video, el primero de su flamante disco Un mañana. Se pone de pie y tarda en hacerlo porque está hablando de fútbol. Reconocido hincha de River, dice que al principio Simeone no lo convencía, que esa cosa mercantilista del fútbol lo fatiga, pensaba que tendría que haberse quedado en Estudiantes. Pero que al final salió campeón y trabajó bien. Le tiene fe.

Camina hacia la calle mientras se calza un gorrito, gafas y una campera inmensa. Se inventa un look para las fotos. No quiere mostrar el pelo largo y desparejo que lleva y que se dejó crecer para el video. También tenía barba pero ya se afeitó. En los pasillos cuelgan dibujos de Almendra y discos de los Kuryaki. Al salir, lo primero que hace es levantar la mano y saludar al panadero de la esquina que, desde atrás del mostrador y a casi cuarenta metros, le devuelve el saludo. Después posa delante de un portón azul, dibuja en el aire una puerta que intenta abrir sin suerte, se abraza a una planta de Ginseng para asomar su cara entre las flores y decir gentilmente que ya está. Spinetta es una especie de autoexiliado de los medios que se presta poco a estos juegos y muy cada tanto. Una leyenda que siempre ha parecido un paso adelante del resto, como quien sabe algo que los demás no. Y que vuelve al ruedo con doce canciones que le recuerdan al mundo la existencia de su don. Cuando se cumplen cuarenta años de la formación de Almendra, Spinetta sigue grabando sin descanso y, sobre todo, es un hombre dedicado a su familia.


La charla sucede en su estudio de grabación. Spinetta ofrece té verde en cazuelitas japonesas.


—Yo tengo cinco nietos, cuatro varones y una nena. Cuando miro a la bebé me fragilizo. ¿Qué querés? Para mí ese mundo es muy feliz, no tengo por qué romperlo ni con mi ego ni con mis mierdas. Es el mundo concebido para la imaginación o para enseñarles a dibujar en la compu a ellos cuando crezcan. La otra vez vino Fito con sus dos hijos y yo me enternezco con ellos de una manera… Y Martín me empezó a pedir que le mostrara mis dibujos de autos, un preview de autos todos pintados, re–grossos. Y se volvió loco. Hasta que se fue le estuve dibujando autos. Y después me pidió un avión, ¿entendés?... De tal palo tal astilla ¿no?... Mis nietos me miran y me dicen: “Abuelo, quiero hojas”. Ni me saludan, vienen a dibujar acá. Eso es maravilloso.


—¿Por qué te parece que la idea de la familia está alejada del imaginario rockero?


—Para mí el rock y las violas eléctricas y John Lennon y todo servían para esto, no para la maldad, ¿ok? Para mí, la belleza del rock, la rebeldía que tuvimos siempre y los tonos lindos o el rock pesado, duro, como venga, fue para alimentar una cosa positiva. Lo otro es “lo que quedó de…” De años de toda esta porquería. En vez de hacer escuelas u hospitales se construyen shoppings. Ahora los pibes no saben qué hacer con su tiempo.Están en pedo.


—Hace poco fuiste elegido por los músicos como el artista más influyente del rock.


—¡Pero más influyente es Ricky Maravilla, boludo! O cualquiera de estos muchachos que hacen ese tipo de cosas. Dado lo que pasa con la música, hermano… No mientan, ¿viste? El rock no es un tarado, todo drogado, haciendo todo mal, no produciendo una puta canción o todas canciones espantosas y aburridas. Sino que significa alguien laburando para mejorar las cosas. Para mí eso es rock. Lo otro es todo un ego de pajeros

que no tiene límite. ¡Déjense de joder! Encima para tocarte una porquería. No sé, yo conozco músicos que se han falopeado con unas cosas carísimas para componer una puta cumbia... Tené respeto por Charlie Parker, ¿entendés? Si lo vas a hacer, hacelo por una causa noble.


—Siempre hablás de una especie de mezquindad en el mundo de la música. ¿A qué te referís?


—Hay mezquindad en todo. Es decir: te querés divertir, podés hacerlo con algo muy bello o podés divertirte con una porquería, es algo muy simple. Está en el ser humano, no es que mi intención sea modificar los comportamientos de nadie. Simplemente es llegar a un sentido común. ¿Cuál es? La belleza. Si eso no lo entendés… La sopa tiene fideos o arroz, pero es sopa. Es eso. Cuando vos usás la música como una fuente de ambición para tu ego, para llenarte de dinero, hasta lo podés lograr. Y que tu canción la repita todo el mundo, también. Pero la belleza reside en otro lado, que no puedo especificar. Yo busco eso en todo lo que hago. Obviamente, a veces tengo que cortar un bife y ponerlo en la plancha, no es muy lindo de hacer.


—También eligieron Artaud como el disco más importante de la historia del rock nacional.


—Lo veo muy bien porque ahora está Luis Almirante Brown (el personaje de Peter Capusotto y sus videos), que le hace contrapeso (risas). Fue para eso en realidad que hice Artaud. Para que después aparezca “Artaud para millones”. O sea, realmente, ¿qué es Artaud sino una especie de Un mañana de otra época? Yo lo vivo como que… que hice algo bueno. Listo. Si ustedes me dicen que mi mejor tema es “Me gusta ese tajo”, qué se yo, sería un bruto rockero, falopero hasta el último día, no sé. Por eso, me gustaría poder hacer cosas que fueran como Artaud, porque cada cosa la pensé así: como si fuera un estallido artístico. Que pongas el disco y te pasen múltiples cosas por la cabeza, que puedas soñar en parte con aquello que te imaginás y no podés expresar.Y uno, cuando termina un disco, a veces no sabe qué fue incapaz de articular dentro de eso. Y después empieza a notar…


—Las comisuras…


—Exacto, entonces uno no termina de hacerlo. Viene otro, ahora. Viene otro trabajo y hay que emprenderlo ya, para tener aire, para hacerlo sin premura. Que se vaya haciendo piolamente. Si le metemos buena energía a las cosas, esto es un paraíso,

hermano. Si venimos todos de gamulina, vamos a terminar entre delincuentes, cada vez peor. Yo empujo, empujo, empujo en pos de algo que vaya para adelante, para que la gente esté mejor. No sé cómo lograrlo, pero utilizo la música para intentar. Pero si no alimentás, digamos, todos los recursos de los momentos del día, ya te empezás a perder la película que yo quiero ver.


Santa Fe


—¿Cómo es encarar un nuevo trabajo cuando ya se grabaron 35 discos?


—Grabar con los años se ha convertido en un proceso bastante eficiente. Es un poco fanfarrón, pero esa es la verdad. O sea, vos vas sumando este disco, el otro, el otro… Y este disco en particular está cargado de un montón de cosas que sucedieron. Spinetta escribió Un mañana atravesado por la tragedia de Santa Fe, en la que nueve chicos del colegio Ecos murieron en un accidente cuando volvían del Chaco luego de un viaje social. Vera, su hija, iba a la misma escuela secundaria y era amiga de los chicos. Spinetta sintió la tragedia salirse de la tele para estallar en su casa y se puso en movimiento. Incluso llegó a tocar en vivo una canción compuesta por un chico que murió en el accidente, Benjamín Bravo.


—No es que el disco esté hecho por eso ni para eso, sino que estoy ingresando en una causa muy importante como es la tragedia de Santa Fe y, sobre todo, el proyecto Conduciendo a Conciencia. Lo estoy transportando al disco para que eso concientice.

Hay que entender que este disco tiene muchas connotaciones de carácter afectivo,

emocional. Hay algo de pérdida y algo de nacimiento en él.


—¿Por qué te comprometiste tanto con la tragedia de Santa Fe?


—Yo la he visto a mi hija Vera aullar cuando sucedió… Qué se yo, nunca me pasaron cosas así. Quizás no hubiera tomado conciencia de no ser por ella. Los padres, cuando se juntaron conmigo, me preguntaron: “Si Vera no fuera al mismo colegio que los chicos, ¿nos ignorarías?” Y yo les dije: ‘Y, la verdad que posiblemente…’”


—Nadie quiere el horror.


—Eso no quiere decir que espiritualmente no adhiriera a ellos y que si, de última, venían a pedir que tocara, voy, lo hago, ¿cómo no? Cuando es una causa que sirve es más importante que los Pepsis y todas las boludeces, ¿okey? El 8 de octubre se

festeja el día del estudiante solidario y por eso hace poco estuvimos reunidos con León Gieco, con Javier Malosetti… tratando de armar un Obras. Hemos compuesto una canción para esto, también. Es como que uno tiene que redoblar el esfuerzo a como dé lugar. Me doy mucha manija cuando me junto con los padres. Es desesperante no poder curar el dolor de inmediato para esta gente. Ellos te agradecen, te convidan. Son maravillosos. Es una lección de vida de la puta madre, que jamás esperaba recibir.


—Llamaste a ese accidente “el Cromagnon de los viajes de Egresados”.


—Sí, exacto. Porque los padres le reclaman al colegio, y el colegio lo delega en la agencia de turismo, y la agencia de turismo se lo pasa a quien alquila los micros, y los que alquilan los micros se lo pasa a los choferes… Es como el Cromagnon sin fuego. La ignorancia estuvo de parte de un tipo en pedo que ya se había llevado un espejo retrovisor de un auto tirándole el acoplado y al final, bueno, lo que pasó. ¿Por qué? ¿Si ahora no están los milicos, por qué hacen eso? Como lo de Cromagnon, la deficiencia de la educación es la única causa por la que un pibe cree que en un lugar cerrado puede prender una bengala y que no pase nada. Es como si fuera dos más dos, ocho. Así es. Ig–no–ran–cia. No tiene la culpa ni la coima de la cana, ni nada que se le parezca. Al contrario, la coima es el mismo proceso.


—¿En qué cosas notás el paso de los años en tu forma de mirar el mundo?


—Por ahí, no me hubiese detenido a hacer estas cosas en la época de Pescado, ya que hablamos de temporadas y eso. Es otra idea. Uno cuando es más pendejo quizás hasta no valore del todo las cosas importantes, va más al ego, a lo instantáneo: un poco abusar de uno, lo que sea. Y después, a medida que te vas volviendo más rocalloso, en el buen sentido, reconocés los valores de las cosas, en las cuales el ego jugó siempre un papel en contra. Las ambiciones personales siempre jugaron en contra de una idea de reflejarse en la gente y que la gente esté bien, que sea lindo, que no se maten en las rutas por boludeces. Que nos sucedan cosas importantes, de crecimiento para nuestros hijos. Y a esta edad es como que si en un momento te agarra una sacatraca, ves a un país desmoronado espiritualmente, políticamente, con una cultura que no alcanza a crecer del todo.


—Sin embargo el disco no suena lúgubre, ni triste.


—Hay como un esfuerzo por llenar, por contestarle a Vera… Por ejemplo, en el tema del disco llamado “No quiere decir”, digo: “que el sol te cubra no quiere decir que no tengas más frío”, o sea, no te la creas tanto. Se trata de que sepas equilibrar tus emociones, en un momento en el que perdiste a tus amigos. Y sirve para uno mismo, también. Porque llega una edad en la que uno pierde a los amigos, como el Tuerto Wirtz (Daniel, ex baterista de Spinetta y los Socios del Desierto). Entonces te destrozás. Pero en realidad a uno no le pasa nada, pero se destroza porque lo que hace es reconocer su propio fin inexorable.


—El disco también está dedicado a Carlos Fuentealba, el maestro neuquino asesinado durante una protesta gremial.


—Hay tantas personas que injustamente han perecido. Podés nombrar personas cuya muerte genera y advierte sobre el poder, como Fuentealba o Kosteki y Santillán. Gente que muere en manos del Estado, de su falencia, de su fracaso institucional después de los milicos. La política evidentemente demuestra su falta de amor por la patria. Fuentealba es el ejemplo de la otra cosa: no es la muerte por un accidente en Santa Fe; no es la muerte de Olga, la curandera de mi barrio, que murió de un paro cardíaco, a la que también le hice una canción. Es la muerte circunstancial, es la muerte por un latigazo específico de alguien que le hace mal a la gente. Es otra forma de verlo y que está incluida también en el disco. Me pongo un poco filosófico, pero en realidad el disco no contaba con ninguna de estas cuestiones en sí. Es sólo música y letras, que se reúnen por el destino. Es como una casualidad. Y hay algo también de querer rescatar ese abismo, ponerlo en el lugar que va. Poder sostener el llanto de los hijos que perdieron a sus hermanos. Eso es muy importante para mí.


Casa


En el living de la casa–estudio donde Spinetta pasa su vida, hay una computadora Mac con la que lucha —él usa ese verbo— todos los días. No hay mucho más: dos sillones, una mesa y, hacia la izquierda, una gran cocina repleta de woks, ollas y sartenes de todos los tamaños. Spinetta, dicen los que lo han testeado, es un gran cocinero. Frente a la mesada hay un televisor de 20 pulgadas.


—¿Cómo es tu vida cotidiana?


—Dibujo mucho. Tengo una colección de ilustración digital, que es como un arte personal. Como dibujar viñetas de automóviles. O hacer mandalas. Tengo una colección… Son como 700 mandalas y 800 dibujos de esferas y otros profundos. Generalmente son reiterativos, es como una sucesión de imágenes. Pero cuando vos dibujás un auto te das cuenta de que estás intentando emular la posición social de aquel que lo hace de verdad. Me encantaría ser un pendejo de la universidad y laburar dibujando Lamborghinis. ¿Para qué? No sé. Si respiran cinco Lamborghinis juntos en un lugar donde hay pajaritos, se mueren; los motores aspiran tanto aire que se caen los pajaritos. Entonces, ¿qué pasa? Hay una parte que lucha contra el complaciente que se auto–adula con los automóviles y eso. Entonces yo dibujo autos pero no me gusta mostrarlos, es como si fuera un interior perverso. Me muero con esos caños de una manera terrible. ¡Pero a la vez no! Porque vas a ir a 300 kilómetros por hora y vas a matar a un pibe, ¿okey?


—Mejor dibujarlos.


—La idea es esa. Uno tiene que saber priorizar aquello que se ha integrado con uno para crear, no para estupidizar. Entonces está claro que dibujar autos tiene un significado y hacer dibujos abstractos, otro, algo más espiritual. Por lo menos para mí. Existen diferentes planos para poder jugar y estar constantemente creando, de alguna manera. Así es mi vida. Sino, creo con la comida o con la computadora, o estoy componiendo o grabando.


—¿Paraste en algún momento?


—Parar de crear, no. “Parar” es parar la máquina de aquello que se requiere para la producción de ingresos (risas). ¡Vivimos para pagar! Hemos nacido libres, nos educamos, somos ingenieros, filósofos. Nacemos para garpar guita. ¿No se dan cuenta, a medida que van creciendo, cómo la cuenta del Banco empieza a ser un apriete terrible? Y vivimos pagando, pagando, pagando. Recibimos y pagamos. Sería muy sórdido vivir así para alguien que hace música. Hay que motivarse a crear en todas las maneras: escribiendo una poesía bien temprano relacionada a algo que sentí adentro mío o a algo de un sueño… O viendo TV. Veo mucha TV, pero bien; no veo trash TV, ¿okey? Veo aquello que tiene ingenio humano, arte, deporte… documentales. Por más que mis temas salgan de una visión o de lo que sea, o que yo te dibuje mandalas dimensionales, soy el mismo boludo de siempre que hace lo que hay que hacer. No es que me rajo para no ver el país o para ver sólo una parte de la realidad. Nadie me la quita esa visión, no estoy en un plan de ostracismo. Hace poco mi viejo estuvo muy enfermo, se curó y ahora sufre una secuela. Suspendí mis shows un poco por eso… Pero son decisiones naturales. Si estuvieran más cerca mío podrían comprobar cómo me muevo a diario, con una dosis de realidad que, de no ser así, yo sería una piltrafa humana en un manicomio. O estaría preso, o ya me hubiese matado, no sé. Entonces, para mí es muy importante consolidar todos esos afectos en esta etapa de mi vida y volcarlo en la música con ternura, por ejemplo, para mis nietos. Tratar de eludir la hostilidad. Vivimos en una sociedad sumamente hostil.


Say No More


—¿Qué pensás sobre la internación de Charly y todo lo que se montó alrededor?


—Yo pienso que si alguien toca el cielo y vos le exigís que lo haga mil veces, alguna vez cuando va a volar por ahí lo agarra un rayo. Entonces nosotros no podemos pretender que él sea toda la vida el mago de siempre. Ni yo ni nadie lo logra. ¿Por qué se lo exigimos a él? ¿Qué es lo que falta que nos dé? ¿Qué mierda queremos de él? Creo que justamente el ego es la parte más débil de García. Se jugó un papel muy sobresaliente, muy mediático. Y ese es un círculo vicioso porque los medios te liquidan. Por eso, tener esa línea de “que nadie se entere”, suponete, a veces es mejor que la línea totalmente abierta del quilombo. Por otro lado, si vos te aniquilás sin que nadie se entere, terminás aniquilado igual, ¿okey? A Charly no se lo puede quitar lo genial, ni la peor hazaña que pueda realizar. Somos un poco buitres con respecto a eso, queremos que el tipo, aunque esté caído, nos siga dando algo que nosotros consideramos tal cosa y todo lo que no sea eso no lo queremos. La gente quiere que algunos artistas sean un Mc Donalds de crear arte. No existe eso. No nos engañemos. ¿Qué le pedimos? ¿Qué somos capaces de darle?


—¿Por qué no llegaron a terminar el disco que iban a grabar juntos, del que salió “Rezo por vos”? Charly siempre dijo que había demasiada energía…


—Básicamente, yo estaba en otra cosa, no podía seguir ese tren. Con mis hijos chicos… No era mi forma de vivir, no podía simplemente seguirlo a él. Se le ocurría llamarte a cualquier hora para grabar y yo tenía mis cosas. Cuando vi que eso no caminaba, no volví a insistir. Relacionado con la música, todo bien. La gente que me rodeó a mí siempre fue mi familia, mis amigos del alma y nada más. García no es así, pero no tiene por qué serlo. ¿Por qué debería estar tan tranquilo? Es un genio, es un divino, tiene que ponerse bien y volver a hacer buena música, como a él se le ocurra. Y lo aplaudiremos otra vez. Sino, estamos haciendo fuerza sobre algo demasiado débil… Yo les digo que esta parte es la peor del reportaje, eh. Porque… ¿qué puedo decir yo?


—¿De dónde te parece que sale esa cosa caníbal? A veces también parece que está de moda pegarle a Fito Páez, por las películas,sus últimos discos…


—Le pegan porque es Fito. A Perón le cortaron las manos y San Martín está en el billete de cinco. O sea, ya sabemos. Forma parte de nuestro acervo, de nuestra lengua popular. Podemos erigir lo que queramos y destronarlo absolutamente aunque sea lo elegido y lo amado. Tenemos esa propiedad prácticamente femenina, ¿no? De ida y vuelta. En ese sentido somos unas putas porque erigimos algo, lo amamos, lo apoyamos y después, cuando el tipo se va a sentar, le sacamos la silla y pum. Mirá vos, los sucesos que venimos de vivir políticamente. Algunos lo consideran bien, otros mal. La prensa totalmente monopólica, absolutamente enfermiza, va para un lado, la gente para el otro. El peronismo va para un lado, los radicales aprovechan... O sea, es espantoso en ese aspecto… ¿En dónde estábamos, me podés refrescar?


—En San Martín en los billetes de cinco pesos.


—La gente quiere lo que no se obtiene, no se contenta con esos genios que le han dado amor. Quiere algo que no se sabe qué es. Es como si fuera pasto para la hoguera de la desilusión y la frustración de los personajes que caen. Y ese dolor le gusta a la gente verlo y son los buitres del dolor. Por eso, por mí pueden demonizar lo que quieran. También estaban los cantos contra Gustavo Cerati. ¿Quién es el que se empoma a quién, en definitiva? La ignorancia de la gente construye esos acentos.


—Y con vos no se meten, ¿supiste correrte de ese lugar?


—Yo estuve en la palestra, llegado el momento, por un amor o por algo que me hizo aparecer en todos lados. Hicieron sashimi de Luis Alberto. Todo lo que no habían podido hacer conmigo lo hicieron en ese preciso momento, duró un tiempo y punto. Tampoco me hago demasiado el cancherito, ¿entendés? Escuché hablar sobre mí a colegas que luego se enamoraron de personajes divinos y ahora están ellos en el banquillo del acusado. Y en ese momento, por ahí, me bajaron la caña. O Pettinato, que dijo que yo estaba en Pescado Baboso. La otra vez le dije: ‘Pelotudo, vos te burlaste de mi amor. ¿Cómo te burlaste de MI amor, estás loco? ¿Yo alguna vez me metí con tu amor?’ De mi nueva novia dijo otra cosa, peor. Entonces, la imbecilidad tiene un precio, que es la ignorancia. Un día te encontrás con que fuiste tan ignorante… Y no queda tiempo para recuperarse de la ignorancia en la vida. Entonces es preferible un minuto de pelotudo y no la vida entera de ignorante. Proverbio chino. Este tipo de cosas, en el fútbol, pasan de manera escandalosa.


—Sufriste bastante el año pasado con los partidos de River…


—Mirá, es indudable que nosotros pretendemos tener por lo menos diez años mejores que los que tuvo Boca Juniors. Ese es el ansia de todo Gallina. Y ahí morimos. El que no lo acepta es un necio que no se da cuenta del campañón de Boca en los últimos años. La misión del Gallina es romper eso y llegar a ser el club más ganador en títulos internacionales. Es la aspiración de River. ¿Pero cómo lo veo? Si juega bien, me encanta, porque River cuando gana, no gana de pedo. Gana porque juega bien. De pedo, a veces, le han ganado. River cuando gana, gana con todo. Lo único que falta es que nos caguemos también en eso.