sábado, 18 de enero de 2014

Hoy las acciones locales son claves

por Juan Carlos Villalonga, presidente Agencia de Protección Ambiental,

especial para diario Z, publicada el 16/1/14

La Ciudad de Buenos Aires, y buena parte del país, acaba de atravesar la ola de calor más extensa de su historia, al menos desde que se tiene registro, desde 1906. La frecuencia de olas de calor a las que se están viendo sometida la Ciudad de Buenos Aires se duplicó durante los últimos 30 años. Antes, se desarrollaban en promedio 9 olas de calor por década, pero entre los años 1980 y 2010 pasaron a ser 18, según un estudio científico que fue realizado a pedido del Gobierno porteño llevado a cabo por Inés Camilloni, investigadora del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

El estudio citado pronostica que la frecuencia crecerá aún más y pondrá más en riesgo a la población. Hoy se estima que las olas de calor son la causa del 10% de las muertes que se producen en verano en la ciudad. Dicho estudios consistió en el análisis del clima durante las últimas cinco décadas, como las temperaturas, las lluvias, las tormentas y las olas de calor, como la que se sufrió Buenos Aires a partir del 13 de diciembre, tanto en la Ciudad como otras regiones del país.

clip_image002El mapa refleja la máxima persistencia de la ola de calor para todo el país entre el 01-12-2013 y 01-01-2014. En las localidades marcadas, las cuales quebraron el récord de máxima persistencia de los últimos 52 "semestres cálidos" al no contarse con registros previos (Octubre a Marzo).

¿Es este un síntoma del cambio climático o calentamiento global? Como siempre conviene remarcar, es imposible asociar un evento meteorológico particular con el cambio climático, si uno puede asociar una tendencia de ciertos eventos con lo que pronostican los modelos climáticos influenciados por el calentamiento global. Allí la correlación entre los eventos registrados y la teoría son preocupantes y deben servir de advertencia para todos aquellos que aún no han dimensionado la magnitud de los impactos que tendrá el aumento de la temperatura global.

Hoy el mundo no cuenta con instrumentos globales legalmente vinculantes que comprometan a la comunidad internacional a realizar reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero, los causantes del calentamiento global. Básicamente, la quema de combustibles fósiles: gas, carbón y petróleo. Debemos esperar, en un esfuerzo de optimismo, que en el año 2015 se alcance un nuevo cuerdo que recién entrará en vigor en el 2020.

Pero los tiempos corren y las emisiones no paran de crecer. Todo indica que nos encaminamos a una catástrofe climática. Por eso las acciones locales pasaron a ser, en el corto plazo, de extrema importancia. Tanto en los esfuerzos de mitigación, es decir reducción de emisiones, como en los ya necesarios e ineludibles esfuerzos de adaptación dado los impactos que comienzan a sentirse y serán cada vez más pronunciados en los años venideros.

La ciudad de Buenos Aires forma parte del C40, un conglomerado de las principales ciudades del planeta que tomaron el desafío y comenzaron a coordinar actividades y realizar un esfuerzo colectivo para que las ciudades asuman un rol de liderazgo en esta materia frente la preocupante ausencia de los Estados en esta crucial década.

Debemos destacar que antes del año 2020 el mundo debe estabilizar sus emisiones globales, es decir llegar a su punto máximo para comenzar un decrecimiento pronunciado durante el resto del siglo. Un esfuerzo que cada año de atraso significa más dificultades para mantener la temperatura dentro de ciertos límites de “tolerancia”, procurando minimizar unos costos económicos gigantescos, pérdidas de ecosistemas y un drama humanitario de proporciones inéditas.

 

domingo, 12 de enero de 2014

Camino al desastre

“Durante el mes de Diciembre se han superado récord de persistencia de días con temperaturas extremadamente altas, principalmente en el centro y norte del territorio nacional” así comienza la síntesis del informe preparado por el Servicio Meteorológico Nacional publicado hace pocos días. Agrega luego “Dentro de esta situación climática extrema se destacan algunas localidades con récord en la duración de ola de calor, tales  como Buenos Aires, General Pico, La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Paraná, Coronel Suárez, Tres Arroyos, Chamical, Mendoza y Pehuajó, entre otras.”

Estoy citando el Informe Especial debido a la Ocurrencia de una Ola  de Calor Excepcional en Argentina durante Diciembre de 2013 que nos confirma que “Diciembre de 2013 se encuentra dentro de  los diciembres más cálidos históricamente registrados para gran parte del país, siendo récord para varias localidades”.

Este informe del SMN nos confirma que atravesamos un ola de calor inédita para muchos sitios en la Argentina, al menos desde que se tienen registros históricos. A partir del 11 de diciembre de 2013 la zona central de Argentina comenzó a experimentar un marcado aumento en las temperaturas, particularmente las máximas, encontrándose las mismas, para varias localidades, por encima del umbral que se considera extremo. Cuando este tipo de imagevalores tan altos persiste por varios días la situación se torna climáticamente significativa y cuando tanto la temperatura mínima y máxima superan dicho umbral conjuntamente por 3 o más días consecutivos, se entra en lo que se denomina “ola de calor”.

Este mapa muestra la máxima persistencia de ola de calor en cantidad de días para la zona en donde a criterio del SMN se realiza el análisis de ola de calor. Por esta razón es que el este de Neuquén y Río Negro, que fueron también afectados por varios días seguidos con temperaturas elevadas, no se encuentran reflejados en este mapa. Las localidades marcadas registraron la ola de calor más prolongada desde al menos 1961. Para el caso de la Ciudad de Buenos Aires, los registros históricos arrancan desde 1906.

Debido al fenómeno de esta ola de calor vivida en la Ciudad de Buenos Aires es que el último diciembre se convirtió, así, en el mes más caluroso de la historia de la ciudad de Buenos Aires. Se superó la marca récord anterior registrada por el SMN, de enero de 1989. En un artículo publicado por Laura Rocha se cita a osé Luis Stella, del área de Climatología del SMN, quien señala que “Diciembre de 2013 fue el mes más cálido de la historia de la ciudad y está entre los más cálidos del país”, quien agregó "quedan atrás los registros de máxima promedio de 31°3, que databa de 1975, y de mínima media de 20°5, que se repitió en 1989 y en 1994".

¿Cambio climático?

Para observar este último fenómeno en un contexto más global e histórico podemos recurrir a un informe realizado por Dra.Inés Camilloni, especialista en Ciencias de la Atmósfera y autora principal del Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático. El informe se titula “Cambio climático en la ciudad de Buenos Aires: cambios observados y escenarios futuros” y fue realizado para la Agencia de Protección Ambiental (APrA) de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se evalúan diversos parámetros específicos y muy relevantes para determinar la evolución del clima en la región en estudio y se tomaron como referencia dos estaciones meteorológicas pertenecientes al SMN, una ubicada en la zona de Aeroparque y la otra en el área central de la Ciudad de  Buenos Aires. La primera observación es que las temperaturas medias anuales en la Ciudad de Buenos Aires han ido incrementándose década a década según la muestra el siguiente gráfico. La temperatura media anual presenta un aumento entre la primera y la última década de 0.6°C en OCBA y 0.8°C en Aeroparque.

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Si observamos lo ocurrido con las precipitaciones medias a lo largo de las últimas décadas se registran incrementos en ambas estaciones meteorológicas. En el caso de OCBA (área central de la Ciudad), el aumento entre la primera y última década es del orden del 20% mientras que en Aeroparque es levemente inferior al 10%.

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En relación a la mayor ocurrencia de tormentas en la ciudad de Buenos Aires se registra en los meses más
cálidos durante el semestre entre octubre y marzo. Esto se debe a que las tormentas en la región
son mayormente de origen convectivo. Según la descripción precisa de Camilloni “Se denomina “convección” a los movimientos de ascenso de aire principalmente en la dirección vertical. A medida que una superficie es calentada por el sol, absorbe energía y puede tener lugar la convección: cuando aumenta la temperatura de la superficie, se calienta a su vez el aire en la porción inferior de la atmósfera próximo a la misma que en consecuencia se hace progresivamente menos denso que el aire del entorno e inicia el proceso de ascenso y la formación de nubes. El vapor de agua necesario para el desarrollo de nubes y precipitación es provisto por una intensa corriente en chorro en los niveles bajos de la atmósfera que predomina durante estos meses del año. En la evolución decadal del número medio anual de días con tormenta. Si bien no se identifica una tendencia significativa, la última década (2001-2010) es la que mayor número de tormentas presenta: 53 eventos en OCBA y 51 en Aeroparque”.

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De todos modos, lo interesante está en la evolución que ha tenido la frecuencia de ocurrencia de eventos extremos de precipitación (cuando precipitan más de 100 milímetros en 24 horas) para las diferentes décadas del periodo 1910-2010. Lo que ocurre está en línea con estudios que muestran una mayor frecuencia de eventos extremos en la zona centro-norte del país. Se observa para la Ciuidad de Buenos Aires un marcado incremento de estos eventos ya que el número de casos registrados en las últimas tres décadas (1980, 1990 y 2000) es prácticamente el triple de los observados en las primeras tres décadas (1910, 1920 y 1930). Los cambios que se observan en la cantidad de precipitación así como en la frecuencia de ocurrencia de precipitaciones intensas están asociados, obviamente, a impactos negativos sobre la infraestructura urbana y la población debido a que originan anegamientos temporarios, o sea, las inundaciones que sufrimos cada vez más reiteradamente.

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Finalmente, en relación a las “olas de calor”, el estudio citado señala que se desarrolla una ola de calor en la ciudad de Buenos Aires cuando las temperaturas mínimas se elevan por encima de 21°C y las máximas lo hacen por encima de 32°C y esta situación persiste durante algunos días. En la figura siguiente se puede ver el número de días que forman parte de una ola de calor para las diferentes décadas. Claramente, lo vivido en el último diciembre está en línea con el aumento de ocurrencia de olas de calor en las últimas tres décadas.

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¿Y el futuro?

Para estimar o tener una idea de lo que nos espera debemos recurrir a los “escenarios climáticos” que en definitiva son representaciones acerca del futuro posible, que se basan en suposiciones sobre las futuras concentraciones de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), aerosoles y cambios en el uso del suelo y su efecto sobre el clima global.

Para la elaboración del Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) se desarrolló una nueva generación de simulaciones climáticas donde se consideran cuatro escenarios posibles para describir las actividades antrópicas que actúan como forzantes para cambios en el clima. Recomiendo mirar el post “¿Y entonces, qué nos dice el informe del IPCC?(1/10/13)

La nueva serie de escenarios utilizados por el IPCC se denominan RCP (Representative Concentration Pathways, en español “Trayectorias Representativas de Concentraciones”) reciben su nombre de acuerdo con el forzamiento radiativo (en unidades de Watt/m2) que producen al año 2100. El forzamiento radiativo se define como el cambio en el flujo neto de energía radiativa hacia la superficie de la Tierra medido en el tope de la tropósfera (aproximadamente 12 kilómetros sobre el nivel del mar) como resultado de cambios en la composición de la atmósfera, o cambios en el aporte externo de energía solar. De esta forma un forzamiento radiativo positivo contribuye a calentar la superficie de la Tierra, mientras que uno negativo favorece su enfriamiento. En la Tabla siguiente se indican para cada uno de los escenarios conocidos como RCP2.6, RCP4.5, RCP6.0 y RCP8.5 su correspondiente forzamiento radiativo y concentración atmosférica de dióxido de carbono equivalente (CO2eq) junto con el momento en que se alcanza dichos valores.

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Con una serie muy importante de modelos y herramientas de simulación, el trabajo de la Dr.Camilloni llega a presentar diversos parámetro futuros asociados a cada uno de los escenarios globales.

En primer lugar, las temperaturas medias serían las siguientes:

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Para dimensionar lo que estas cifras significan debemos recordar que que la variación de la temperatura promedio en las últimas 5 décadas fue de 0,6°C para la Ciudad. Además el RCP2.6 supone un escenario de mitigación, reducción de emisiones, muy fuerte. Situación de la que estamos bien lejos. Para el caso más desfavorable, lamentablemente, el que hoy resulta más probable, tendremos aumentos de 3°C para el final de este siglo. Otra Buenos Aires.image

 

Cuadros extraídos del “Managing the Risks of Extreme Events and Disasters to Advance Climate Change Adaptation” (SREX) publicado por el IPCC en 2012.

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sábado, 4 de enero de 2014

A modo de presentación…

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La Agencia de Protección Ambiental (APrA) cuenta ya con 6 años de actuación y un extraordinario activo en capacidades humanas, experiencia desarrollada, y también con un enorme potencial aún por desplegarse. Lo hecho desde su creación a finales de 2007 ha sido relevante. Que el Gobierno de la Ciudad haya decidido que su política ambiental debe ser generada desde una Agencia autárquica, en el marco del Ministerio de Medio Ambiente y Espacio Público, es un hecho poco frecuente en nuestro país.

Es momento de consolidar mucho de lo que la Agencia ha venido desarrollando y expandir su radio de acción, así como intensificar sus tareas cotidianas. El desafío del momento es que su valiosa calidad humana y profesional se desarrolle al máximo para actuar como apoyatura técnica y creativa para que Buenos Aires ingrese en el camino de la sostenibilidad. La opinión y las contribuciones técnicas de la APrA deben ser una referencia ineludible en el debate ambiental y acerca del desarrollo sostenible en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero su actuación debe ser también una contribución activa para un desarrollo verde de la Argentina.

Estamos en un ámbito urbano extremadamente complejo, inmersos en un área metropolitana donde conviven industrias y actividades de alta complejidad, típicas de un desarrollo industrial que ha sido intenso y que convive con entornos de pobreza y bajos niveles de servicios básicos. Una política ambiental en este contexto debe atender al mismo tiempo las urgencias de ambas agendas (Industrial y social).

Luego de 30 años de trabajo en el terreno no gubernamental, en diferentes iniciativas y organizaciones, he decido pasar al terreno de la política y la gestión pública. En los últimos años he estado dedicado al desarrollo de la eco-política con esa vocación. Encabezar ahora la Agencia Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires es un desafío enorme que asumo para profundizar lo que en los recientes años la Ciudad de Buenos ha emprendido en materia de desarrollo ambientalmente sostenible.

Buenos Aires es una de las ciudades más importantes de América Latina, no es menor la contribución que puede hacer en materia de buenas prácticas ambientales y de desarrollo urbano sostenible, no sólo para los habitantes de la Ciudad, sino también como referencia para otras ciudades de nuestro país y la región. La Agencia tiene un rol ineludible que cumplir allí.

Estoy convencido que la Ciudad de Buenos Aires puede protagonizar un rol de liderazgo a nivel nacional promoviendo e implementando los más altos estándares ambientales. Así lo he sostenido desde hace muchos años, y por eso gran parte de mi experiencia está vinculada al trabajo para lograr legislación de avanzada para la Ciudad, que pudiera luego ser una referencia para el resto del país. El rol de la Ciudad debe profundizarse y convertirse en una verdadera política de Estado ya que tiene el potencial para mostrar que es posible avanzar hacia modelos urbanos amigables con sus habitantes y el medio ambiente. Esa es la misión.

Juan Carlos Villalonga
Diciembre 2013