domingo, 30 de marzo de 2008

"A Case Of You" por Diana Krall

Esto tiene poco de coyuntural, o tal vez si. Por estos días me he reecontrado con el disco unplugged de Neil Young (bajo préstamo y con permiso de copia) y recuerdo que desde hace algunos años, no muchos, me dí cuenta de lo mucho que me gusta la música norteamericana (si, de Canadá, Estados Unidos y algo ya comenté del "efecto borde" con México). Bueno, como quiero reciclar todo lo que originalmente estaba en el blog anterior, aquí va la versión de "A Case of You" de la canadiense Joni Mitchell por la canadiense Diana Krall grabado en vivo en Paris en el 2001. Es todo.  


viernes, 28 de marzo de 2008

La herida de Miguel

Por varias razones quiero rescatar del antiguo blog “Tester de Violencia” este artículo que forma parte de un libro de Sergio Marchi. En estos días se cumplieron 20 años de la muerte de Miguel Abuelo, un artista increíble al que nunca disfruté como creo lo merece su arte. Siempre me estremeció esa foto de Miguel cantando con el rostro ensangrentado porque desde el público (desde el público!) le tiraron un monedazo o algo por el estilo, durante el Festival Rock&Pop 1985. Cuando eso sucedió ya había visto cosas horrendas en los recitales, particularmente en los “festivales”, y que me hicieron declararme un “exiliado” del rock. Dejé de ser “publico de rock” y escuchar música en otras condiciones, y no fue una cuestión de edad, lo decidí a los 22 años. La escalada llega hasta Cromañón y sigue. Voy a continuar con este tema porque la deformidad nos llevó a ese lugar común que dice que “el público quiere ser parte del show” y genera una confusión y un espacio para que las taras se expresen sin barreras. Recuerden que la expresión “tester de violencia” nació de una situación similar (ver entrada 1/1/2008)

Cali

 

Rock, Pan y Circo

Cuando Sergio Marchi llamó a Luis Alberto Spinetta para charlar a propósito del libro sobre el rock post Cromañón en el que estaba trabajando, no sabía que el resultado iba a ser tanto más satisfactorio. Para su sorpresa, esa charla se transformó en una entrevista lúcida y sensible que funciona como perfecto epílogo al libro, con la que Spinetta rompe un silencio de doce años para repasar los cambios ocurridos en el rock desde los días de Almendra y Woodstock hasta el rock chabón. Radar reproduce en exclusiva algunos de los pasajes más jugosos de "El rock perdido: de los hippies a la cultura chabona", que por estos días llega a los kioscos.

"No te lastimes mientras yo estoy tocando. Soy papá, y cuando tocábamos con Los Socios del Desierto y veía un pendejo de la edad de mi hijo reventándose la cabeza contra otro, con un hilo de sangre en la cara, ya no me daban ganas de tocar. Y a la vez son cosas de una juventud que se acostumbró a esa agresividad."

Por Sergio Marchi

Luis Alberto Spinetta se apasiona vehemente frente a la charla que acepta sostener para este libro. La idea es conversar sobre la evolución o no del público que ha seguido al rock nacional desde sus comienzos, los que lo encontraron a bordo de Almendra cuando los ‘60 llegaban a su fin. Desde hace unos doce años Spinetta hizo un corte con la prensa y sus declaraciones públicas han sido más bien escasas. Acepta hablar porque sabe que el tema de conversación puede ser mucho más amplio que la consigna que lo enuncia. A lo largo de una trayectoria que se encamina a los 40 años, la reputación artística y humana de Luis ha sido intachable. Es probable que parte del precio a pagar por esa actitud tenga que ver con su ausencia de los circuitos masivos, o que quizás ésa sea la forma de preservar en una conducta firme en tiempos en que cualquier recta pasa a ser curva.

Fue una conversación anterior que se produjo en el año 2001 la que sirvió de excusa para entrar en tema. Acababa de salir Silver sorgo, ese disco que abre con un tema que decía que “hay que impedir que juegues para el enemigo”. Era el segundo disco de una nueva etapa, iniciada con Los ojos, de un Spinetta reflexivo y tranquilo en lo musical, que contrastaba con el sonido volcánico y eléctrico de San Cristóforo. Ese cambio tan drástico fue motivado por una actitud que vio en el público. Lo decía con un humor agridulce: “Quizás ésa sea la música que más me gustaría tocar, pero cuando veo que se comienza a golpear en los recitales... No, flaco, no, tranquilizate y vení que toco lo que quieras”.

Luis Alberto esboza una sonrisa, pero se pone serio enseguida para ratificar el punto cuatro años más tarde.

“Sí, no te golpees mientras yo estoy tocando, no te lastimes. Yo que soy papá, cuando tocábamos con Los Socios del Desierto veía un pendejo de la edad de Valentino reventándose la cabeza contra otro, con un hilo de sangre en la cara, y ya no te daban ganas de tocar. Y a la vez son cosas de una juventud que se acostumbró a esa agresividad.”

Era inaudito pensar en algo así cuando vos comenzaste con Almendra.

–Pero después la sociedad argentina sufrió una mutación y una mutilación muy grande que creó generaciones de hijos de gente torturada y gente deshecha en calabozos, no nos olvidemos de eso. La Almendra de aquel entonces no sería la misma después de esa Almendra. Es una desfiguración del rostro.

¿Cómo recordás al público de los inicios?

–El público no tenía distinciones de clase. Podía estar el loco que había conseguido pepas y que estaba viendo con los ojos inyectados en sueños. Y podía estar un flaco que venía de Morón, más “rollingón” de aspecto, con el lope bien largo escondido debajo de la campera, porque la cana se lo llevaba simplemente por ser negro y tener el pelo largo, que es lo que ocurre en todas las ciudades modernas. Podían convivir diferentes públicos. Ahora es como que se polarizó. Las masas van a ver a ciertas bandas que responden al llamado popular hirviente, con música que está sometida al hervor, caldeada por ese hervor popular, que es como una especie de piquete inoperante de la expresión rockera. El piquete no está en la certeza ni en la densidad de nuestras palabras, sino en aquella actitud convocatoria y sin poesía.

¿Se podría establecer una comparación entre el público que iba antes a recitales y el que asiste ahora?

–Yo no tengo una manera de poder comparar el público, porque el que me va a ver a mí me ama. Me ama ahora y me ama antes porque es lo mismo. Pero siento que cambió en eso. Que los pibes más pobres van a ir a escuchar cumbia o música media reventada y otros van a ir a escuchar algo más fino. Que aunque no sea así en el distingo social, como si la música tuviera esos gorros, de alguna manera eso existe.

Pero antes no existía...

–No existía. La gente en general, ante el llamado creativo de tantos músicos que marcaron o estaban marcando a fuego a su generación, sintió el llamado de la libertad, por lo tanto se woodstockizó a la mate amargo, a la argentina. Comprendió que el llamado ese los unía en vez de separarlos y era una forma de mostrar el flower-power a la juventud. No te olvides que a la que encaró por el lado de la lucha política la destrozó la dictadura. Eso, que todavía no había sucedido, ya se anticipaba en gestos represivos muy importantes de la época de Onganía. Creo que la gente estaba más unida para escuchar música de todo tipo, sin tirarle nada al que no le gustaba.


¿Lo masivo tiene que ver con la decadencia del rock hoy?

–En parte pasa; un genio masivo como Charly logra que la gente cante canciones con cierta complejidad, muy bellas: está en el límite de eso. La música verdaderamente masiva no tiene piedad de nosotros: es una música muy basada en vender discos, en el éxito comercial; algunos lo logran y otros no. Pero en general los que lo logran y vos sentís que la música es una porquería, es porque estaba pensando cómo mantenerse dentro de las reglas de lo que ya hicieron y no aprender un átimo, sino conquistar más ventas de discos. Conquistame poéticamente, quiero escuchar. Sentir que me dicen algo que me estremece el ser, que me corra un escalofrío como pasa con alguna canción de Fito, de Charly, de Cerati, de alguna gente creativa. Como cuando escuchás a Divididos zapar, cuando pasan cosas que se ponen densas porque la gente que está zapando funciona bien. O cuando escuchás otras músicas también, no necesariamente rock. Se te pone la piel de gallina, con cosas lindas. Yo vivo así. No puedo pedirle eso a la masividad.

Antes había un concepto claro.

Y había una guerra que era “comercial vs. progresiva”.

–Fue contra lo comercial y era una batalla ganada creativamente contra el producto arbitrariamente idiota, que es en lo que siempre se basó la industria discográfica. Hay mucho que es directamente idiota, y luego hay cosas idiotas de más calidad musical. Y no sé en qué puesto o en qué napa de esa estratificación, de esa coreografía de capas, de sedimentos culturales, está la música que sigue siendo como yo la quería ver cuando hacía Invisible, o con Rodolfo (García, baterista de Almendra) cuando pensábamos que escuchábamos esto y de golpe, Piazzolla; y después estábamos tocando (canta un riff de “Ana no duerme”) un arreglo de Almendra que era una mixtura. Estábamos inventando algo que surgía de nosotros. En parte es lo que sucede políticamente también. Nos cuesta convencernos de que es el alma que está en juego; es el alma con la que tomes las decisiones lo que lleva a sacar adelante la educación, la salud, la justicia. La imaginación es la herramienta para volar. No todo lo contrario: el hacinamiento y la actitud troglodita. Sonaste, eso no vuela ni con una turbina agarrada a cada brazo. Pasa eso políticamente. Si algún político inteligente ve eso... Pero sabemos que hay mucha gente que está tratando de hacer bien las cosas, pero también existen todos los otros que están en la rufa, la coima, la timba de la política. Y no hay otra porque está el hampa, el bajo hampa, la corrupción, la prostitución, el lavado. Todo sigue. Ventas ilegales de armas, todo sigue. Argentina es una frontera inmensa, un país divino, absolutamente fabuloso, nosotros somos los que estamos mal. Si los milicos hicieron eso, ¿qué querés que salga? ¿Una flor etérea como una mariposa creativa? ¿Qué querés que surja? Surge una mala onda profunda, que va a durar un tiempo. Es una herida que tiene que restañarse. Que cada uno trabaje para poner eso en orden y no confundir.

Los artistas que hacen música lúcida ayudan a ordenar eso que decís.

–Sí, pero después toda la pendejada sale masivamente a ver otra cosa y en definitiva la tendencia es otra, que es mucho más de tirarse para atriqui. Una cosa es que un genio como Maradona, que demostró que podía hacer los goles con la nariz, con cualquier cosa, haga un gol con la mano. Otra cosa es que todo un pueblo se dedique a transgredir la norma de todo y que eso sea la posta y ganarse el campeonato mundial. No, Maradona lo ganó, los boludos que usan eso hundieron el país con esa actitud de violar todos los convenios y todas las cosas. Termina en una bola de delincuencia; arrebatan la vida de la gente. ¿Pobreza? Es decir: mirá yo me quedo con una guita de acá... Es la misma actitud: yo hago el gol con la mano. ¡¡¡Está prohibido hacer goles con la mano!!! Maradona no necesitaba hacer el gol con la mano, porque después demostró que hacía un gol increíblemente mejor. Pero ésa es la habilidad de un Dios, no de un delincuente. Y eso es lo que la gente no entiende. Le gusta más la parte oscura de Maradona que la parte del genio iluminado. Me tiene podrido eso, me parece que la gente no sabe respetar a sus dioses.

¿No te parece que el rock se convirtió en esa cosa que detestábamos?

–El fútbol también y es infinitamente más violento que el rock, que no tiene tanta rivalidad porque la música no está representada por tanteadores. En el fútbol, el alambrado separa a la gente de una tragedia, de un asesinato múltiple: descuartizarían al referí y al otro que cometió el penal que el referí no cobró. ¿Viste lo que es atrás de los arcos? Eso no es digno de lo que queríamos construir como sociedad.

¿Cuándo comienza el rock a incorporar esos códigos de la tribuna de fútbol?

–Lo que se me viene a la cabeza es la película Rollerball, con James Caan. Se trata de un deporte del futuro, en el que dos equipos tienen que encestar en unos agujeros una pelota cromada, pesadísima, como de bowling. Y se chocan a alta velocidad, no recuerdo si los persiguen como en motos, y los jugadores tienen que zafar de cosas con altísimo riesgo. Más como un circo romano que como un deporte en sí. Me parece que esa película tuvo muchísima influencia en la formación de tribunas babeantes de maldad.

Hay algo de rock, pan y circo; hay algo de nerónico en las estrellas de rock. Locos, muchas veces con creatividad, otras veces no, pero con una tendencia a la egolatría tremenda, capaces de sucumbir con su propio mundo. Hay varios ídolos del rock que demostraron todo eso, otros lo siguen demostrando. Otros que disfrutaban de la consideración de diablos se han apaciguado y pertenecen al establishment más codiciado de la más rancia casta adinerada. Yo veo, por ejemplo, que Bono ha ganado tanto dinero y tiene tanto poder personal que se entrega a la política. Y hace cosas para tratar de defender cosas que otros no harían. No quisiera meterme en nada de lo que él está resolviendo; prefiero no tener un mando y jamás meterme en nada así, no sé por qué, pero no me gusta ni con un catalejo. Con eso te quiero decir que para mí estar del otro lado significaba Magical Mystery Tour, y de ahí no pasé en mi manera de violentar las puertas de mis sentidos, por ejemplo. Que es la principal violencia: gente que toma merca y sale a matar o a buscar dinero matando gente.

¿Escuchaste algo de “rock chabón”?

–No, es algo que a mí no me importa. Tengo bastante respeto por La Renga porque sé que son performers; a ellos les gusta tocar y sin acordeones, ni tumbadoras, ni música tropical. Los rescato porque son rockers y me gusta el cantante; siempre me gustó cómo toca la viola y cómo suena la banda. El material no me agrada demasiado, aunque algunas cosas tienen polenta. Pero también tienen polenta otras bandas como Los Piojos y otros más. A mí me gusta El Otro Yo. Me encantan porque tienen una actitud y están buscando algo. Con el lenguaje de la pendejada, con otras urgencias, bien de abajo, de barrio. Pero es gente pacífica, capaz de unirse por la paz para defender lo más sagrado.

¿Solamente por la desgracia que hemos sufrido como país se puede explicar la caída del rock en Argentina?

–En la época de Almendra, la represión fue una cosa. Pero más tarde fue una matanza de gente, unos sucesos imborrables para nuestra historia. Por lo tanto la música se destroza, como se destrozó la piel, se destrozó la carne, el alma y la música. De ahí, surgidas de las resacas avefénicas de todo, surgieron estas cosas que sabemos que forman parte de una florintensa, nutriente; de una misma lírica que ya llegará a otro apogeo de creencia. Es una fluctuación, como en la astronomía. Es una cresta y un desvanecimiento. En ese sentido no tiene la misma forma de onda que el cosmos. Pero sí que todo eso se recicla, que vuelve a sus fuentes y las pierde, una y otra vez. Ya desde hace muchos años el abuso del poder, como en el caso de la época de los gobiernos de facto, se dedicó a maltratar al pueblo por sobre todas las cosas; bombardearle la ciudad, o hacerle la maldad que sea, para defender a Cristo o lo que fuere. Eso hizo que apareciera gente de mala calaña. Que cuando tuvo poder para hacer hospitales y escuelas, hizo shoppings... Entonces, la gente se alimentó mal, la cagaron a palos, la torturaron y encima le dieron de comer caca. ¿Qué querés que surja?

¿Qué reflexión te merece lo sucedido en República Cromañón?

–Es como la puerta 12 del fútbol. Ni la banda, ni los propietarios ni nadie iba a calcular que podía ocurrir una cosa así, tan dolorosa para todos. Nadie va a premeditar eso, ni a tener una idea delictiva. Pero la gente quiere ese pan y circo de la justicia también. Quiere un ajusticiado, quiere que rueden las cabezas. Pienso que es una vergüenza que Chabán se haya ido del lugar, aunque no lo considero un asesino. En mi deseo de que fuera justo todo, me da vergüenza que se haya ido y no se haya puesto él a hacerle respiración boca a boca a la gente. Sería distinto si lo hubiesen encontrado peleando.

¿Cómo es que a alguien que va a un recital de rock se le ocurre tirar una candela en un lugar cerrado?

–Hay algo de cerebro infraalimentado, con padres torturados, al que ni sus abuelos ni sus tíos tuvieron tiempo para criarlo y darle polenta y fe después de esas pérdidas. Entonces, entre los desfasajes que podría tener, uno podría ser que piense que está bien tirar una bengala en un lugar cerrado. También pasó en Estados Unidos. Eso ya no es una cuestión de que se educaron en colegios pobres, pero como acá creo que somos más sensibles e inteligentes que en Estados Unidos, pese a ser mucho más pobres, no debería haber sucedido por la ignorancia de la gente. El problema es que acá sí sucedió por la ignorancia. Allá sucede porque ellos le ponen bengalas a todo. Pero acá que somos tranquilos, digamos, por decirlo así, la gente enciende bengalas en lugares cerrados donde hay cosas que pueden incendiarse y que van a traer problemas. Hay algo de cerebro infraalimentado, cultural y proteínicamente, en gente que como no tiene dónde dejar a los pendejos los deja en una guardería donde toca una banda de rock. Porque hay mil formas para que un pibe sea rockero, pero de esa manera lo van a odiar al rock. Porque se van a acordar de que se querían dormir y tenía un gasesito el bebé; y en vez de que la mamá lo escuchara, escuchaba el bajo. Eso es inconcebible. La gente que perdió bebés ahí no tiene que hacer causa criminal a nadie, al contrario: el Estado les tendría que hacer una causa. Por abandono de la criatura, como cuando alguien no alimenta a su hijo y lo meten preso. ¿Qué tenés que haber pensado para dejar una criatura en un baño? No se hace eso. ¿Quiénes son los culpables? Todos culpables y todos inocentes a la vez. Yo creo que el tipo que pone un lugar así y lo que dice Puerta de Emergencia, lo cierra con una cadena, ése está loco de remate y tiene que pagar porque eso sí es un crimen. Una puerta de emergencia es una puerta de emergencia. Después tiene que pagar toda la cadena de coimerío. Es una gran desgracia para una banda de rock. Yo como rockero estoy de luto con eso todavía. Por más que le digas a la gente, siempre hay algún idiota que avanza con la bengala: yo hago el gol con la mano. Sí, lo que pasa es que al transgredir algo, sucede una desgracia. No todos son goles. A veces son goles en contra con la mano.

Publicado por Página/12, suplemento Radar, Domingo, 11 de Septiembre de 2005

Recomiendo el libro:"El rock perdido: de los hippies a la cultura chabona", de Sergio Marchi

 

domingo, 23 de marzo de 2008

Cuando el arte ataca

Cuando el arte ataca el periodismo está desorientado. Una reseña de los diarios de Buenos Aires del Domingo 16 de marzo, el día después, se puede comprobar que la visita de Luis Palau fue más importante para algunos diarios que el demoledor concierto de Bob Dylan en Vélez. Ninguna tapa lo refleja, excepto La Nación, que lo colocó allí, donde debe estar.

La visita más importante que tuvo Argentina y tendrá por mucho tiempo, no fue bien resuelta por los principales diarios argentinos. No sólo Palau fue más importante en Página/12, por ejemplo, cuya única preocupación últimamente es acallar o distraer de cualquier crítica al matrimonio Kirchner. Años atrás, esto no hubiera sido posible en Página, pero bueh!, ese es el problema de los intelectuales y periodistas “orgánicos”. Clarín se apenó por la muerte del hincha de fútbol, maquinaria asesina que todas las semanas alimenta con ganas ese diario en lugar de colocar las cosas en su justa dimensión y aplacar ánimos. Perfil, nada. Crítica, dos días después, ninguna tapa. Cuando el arte ataca, sólo La Nación se sintió aludido. En fin, así estamos.

Concierto memorable. No puedo decir si en la popular de campo se escuchó mal como dicen algunos cronistas, sólo puedo decir que desde platea lateral el sonido era estremecedoramente claro y potente. Una banda que abundó en simples arreglos geniales y una potencia increíble, un viaje por las rutas en las que Dylan sólo puede hacernos viajar. Bob Dylan, simplemente, no podía estar mejor. Desde una voz allá abajo, pero muy allá, a lo Cohen, hasta ese tono nasal que de defectuosa, resulta hechizante.

Casi en todo el concierto Dylan estuvo a cargo de un teclado y, eso sí, todos los medios lo destacaron: no habló con el público (de qué tendría que hablar?), no hubo demagogia alguna (pensarían que haría alguna payasada tratando a la gente de idiota?), no hubo luces de colores, ni pantallas ni ejercicios de aerobismo arriba del escenario. Hubo música, poesía y la presencia gigantesca de uno de los hombres más importantes que habitan actualmente el planeta.

No puedo decir mucho, que las versiones de los temas más conocidos resultaron irreconocibles por la deformación a las que Dylan los somete resultando en nuevos temas, ya lo sabemos, lo viene haciendo hace tiempo. Ah, también los medios se ocuparon bastante de que estaba vestido de negro y algunas que otras bobadas por el estilo. Pero eso habla bastante de nosotros. Dylan se fue y nosotros seguimos siendo un país rolinga, Chau, God Dylan!.

A la salida busqué al fiscal de mesa para que me sellara el documento. Pero no había presidentes de mesa ni fiscales, una lástima, había cumplido con una de mis mayores responsabilidades civiles. Me tuve que conformar con comprar dos remeras y luego compartir un asado con Alberto en Liniers (embotellamiento mediante) para terminar de digerirlo todo.

Entre las canciones que cantó estuvo "Masters of War" (Ver entrada del 8 de marzo). Aquí va la letra (si, por supuesto, no tiene estribillo):

Masters of War

First Release: The Freewheelin' Bob Dylan (1963)

Come you masters of war
You that build all the guns
You that build the death planes
You that build the big bombs
You that hide behind walls
You that hide behind desks
I just want you to know
I can see through your masks

You that never done nothin'
But build to destroy
You play with my world
Like it's your little toy
You put a gun in my hand
And you hide from my eyes
And you turn and run farther
When the fast bullets fly

Like Judas of old
You lie and deceive
A world war can be won
You want me to believe
But I see through your eyes
And I see through your brain
Like I see through the water
That runs down my drain

You fasten the triggers
For the others to fire
Then you set back and watch
When the death count gets higher
You hide in your mansion
As young people's blood
Flows out of their bodies
And is buried in the mud

You've thrown the worst fear
That can ever be hurled
Fear to bring children
Into the world
For threatening my baby
Unborn and unnamed
You ain't worth the blood
That runs in your veins

How much do I know
To talk out of turn
You might say that I'm young
You might say I'm unlearned
But there's one thing I know
Though I'm younger than you
Even Jesus would never
Forgive what you do

Let me ask you one question
Is your money that good
Will it buy you forgiveness
Do you think that it could
I think you will find
When your death takes its toll
All the money you made
Will never buy back your soul

And I hope that you die
And your death'll come soon
I will follow your casket
In the pale afternoon
And I'll watch while you're lowered
Down to your deathbed
And I'll stand o'er your grave
'Til I'm sure that you're dead


viernes, 21 de marzo de 2008

Acuarela: rescate emotivo

Por diversas razones estoy realizando una interesante experiencia, revelar rollos de fotografías, algunos de los pocos que quedaron en mi poder, de hace más de 20 años atrás. El no haberlos revelado habla de la velocidad con que las cosas se sucedían y nos sucedían en aquellos tiempos a los que estamos en esas fotos, la cosa funcionaba más o menos así: “¿para qué mirar fotos de hace unos meses atrás si lo que pasa ahora es más interesante?”.Así quedaron esos rollos abandonados en cajas y sobres en capas geológicas de papeles, revistas y libros en diferentes puntos geográficos.

He comenzado a revisar algunas cosas que encontré y decidí comenzar a digitalizar tales rollos, a algunos, el tiempo los deterioró físicamente pero les otorga una imagen borrosa, como son muchos recuerdos. Otros se la bancaron y reflejan imágenes muy buenas.


Esta foto es en 1981, tenía 20 años y realmente no recuerdo el día del que se trata, pero todo indica que se trata de un asado alrededor de la tribu que hacíamos “Acuarela”, revista alternativa o “subterránea”, que había convocado a amigos y colaboradores en ocasión de publicarse el número 1 o 2? que está mostrando Guillermo (ver “bird on the wire”, 31 de enero), yo estoy haciendo la “v” y a la derecha, al frente, Benito (ver “Angela Irene:...", 9 de marzo). Asoma su cabeza allí abajo un fantástico poeta que se llama Rubén Vedovaldi, infaltable en los números de Acuarela y en toda reviste subte de aquella época. Recomiendo buscar en Internet (google mediante a Vedovaldi y encontrarán muchas cosas de él).

“Acuarela” fue mi segundo gran proyecto en mi vida, duró entre 1980 hasta 1982, hicimos varios números y en el medio de casi todo. Los motores éramos Benito y yo, pero se fue armando un grupo realmente extraordinario. En la foto se pueden ver algunas caras que eran amig@s de la Facultad de Ingeniería y colaboradores frecuentes. El grupo se fue ampliando y Acuarela comenzó a desarrollar conferencias, peñas, conciertos y desconciertos varios.

En esta otra aparecen otros colaboradores y amigos increíbles, yo sigo con la botella, a lado mío, “pajarito”, quien por tener algunos años más y un pasado que nunca nos contó del todo, a través de él pudimos acceder a revistas europeas que él recibía en esos años. Recuerdo las de la época del mundial 78 donde podían verse dibujos tales como el de Videla corriendo a lavarse las manos ensangrentadas en la copa de la FIFA. Me recuerdo a mi mismo, observando aquella información, comentar en voz alta “pero, ¿pueden ser tantos!?” cuando las notas señalaban ya decenas de miles de desaparecidos en Argentina. Sabíamos, como podíamos, lo que nos rodeaba y justificaba eso nuestra espontánea necesidad de ser “unders” y rechazar la argentina de los televisores a color y la música disco. Amigos de facultad y recitales, como el flaco Jaime, a la izquierda, fanático del rock pesado, como todo buen vecino de la zona sur de Rosario. En el medio, Antonio y su novia. Antonio era el músico nuestro, ahora es maestro en El Bolsón. Ellos eran de Capitán Bermúdez (igual que Vedovaldi) un paraíso de la contaminación industrial.

Sigo con la foto. De anteojos negros y barba, Daniel García, quien nos hacía las tapas de las primeras Acuarelas. Hoy Daniel García es un artista plástico muy reconocido merecidamente. Aunque yo me acerqué a él no por mis conocimientos en artes plásticas sino por la magistral reproducción que había hecho de la tapa “Going for the One” de Yes (1978) colgada en Record Shop (disquería de culto en aquel momento) donde él atendía. A su izquierda Ricardo Fornacero, quien nos nutría con sus revelaciones y datos musicales donde abundaba el jazz-rock, música que por esos años nos hechizaba con su virtuosismo.

Recientemente descubrí a Acuarela en un catálogo de revistas literarias y culturales!

Cali

jueves, 13 de marzo de 2008

Lili Massaferro y Pirí Lugones

Acabo de leer “Buscada. Lili Massaferro: de los dorados años cincuenta a la militancia montonera” (2005) de Laura Giussani. Préstamo de Rosario Espina que sabe que devoro libros sobre nuestra historia reciente y que reflejen las reales dimensiones, aún las más contradictoras, de sus protagonistas. La vida de Lili Masaferro se entrecruza y es partícipe de innumerables capítulos de la historia porteña de la última mitad del siglo pasado. Una vida a toda velocidad que atraviesa los círculos intelectuales y políticos más representativos desde los ´50. Si bien siempre fue una mujer con posturas políticas, es en el año 1971, bajo la dictadura de Lanusse, donde su vida sufre un vuelco definitivo. Ese año es asesinado su hijo Manolo. En un reportaje Laura Giussani explica: Ella sintió, al igual que sus compañeros Rodolfo Walsh y Paco Urondo, que sus hijos estaban empezando a actuar según las ideas que ellos le habían inculcado. Era pensar “nosotros somos los que les hemos dado estas ideas a los chicos y ellos están ofreciendo la vida, y los están matando”. El empuje de una generación nueva en los ‘60, arrastra, y les otorga vitalidad a sus padres que redescubren una posibilidad de cambio. A los 40 años, ellos decidieron seguir con la misma potencia que tenían a los 20. El libro, centrado en Lili Massaferro, registra la intensa amistad entre tres mujeres: Lili Massaferro, Julia Constenla y Pirí Lugones. Esta última, “nieta del poeta e hija del torturador” tal como se presentaba a sí misma.

A pocas semanas del asesinato de su hijo, Lili Massaferro es la principal oradora en un acto en homenaje a Manolo en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras. Luego de su emotiva intervención, baja del escenario y entre quienes se acercan, esta Pirí, con quien hacía tiempo estaban alejadas. Rescato el fragmento que sigue a ese encuentro y que muestra una fascinante trama que une historias y protagonistas. Algunos muy presentes en este blog (ver Avellaneda Blues, 28 de febrero, por ejemplo)

Cali

La vida de Pirí en los últimos añas las había alejado. Convertida en musa de la intelectualidad porteña por su trabajo en la editorial Jorge Alvarez, recorrió los años sesenta en busca de jóvenes talentos. En su pequeño departamento de la Avenida Rivadavia, en el edificio del Hogar Obrero, coincidieron distintos ámbitos culturales y políticos. Eran apenas cuatro ambientes minúsculos que sufrían del mismo transformismo que su dueña, un día amanecían con las paredes forradas de papel plateado y a la semana siguiente pintadas de negro, grandes almohadones por el piso, ceniceros en cada rincón, libros y originales apilados por el piso, cortinas coloridas y pesadas con grandes borlas amarillas, vestigios de muebles de la abuela Juana y potus que colgaban de las enormes bibliotecas. La casa del Hogar Obrero era un caleidoscopio de culturas, encuentros de generaciones, mercado persa de emociones. Pirí reunía en su entorno a escritores noveles como Ricardo Piglia, Manual Puig o Germán García, con Rodolfo Walsh, León Rozitchner, David Viñas, intelectuales comprometidos y revolucionarios. Recibía con curiosidad a jóvenes roqueros amigos de sus hijos, rebeldes de los sesenta. Roqueros y revolucionarios no tenían demasiado en común y sentían cierto rechazo unos por otros. La rebeldía musical estaba destinada a los padres y su cultura autoritaria. Querían libertad, y eso era mucho en los sesenta. Que los dejaran tocar su música, vestir del modo que quisieran, tener amores sin vigilancia y, en algunos casos, fumarse un porro sin ir presos. No pedían demasiado pero sus recitales solían terminar con decenas de detenidos, los muchachos debían ocultar sus largas cabelleras si no querían dormir en el piso de la comisaría más cercana. Una noche de septiembre de 1968 se juntaron en el departamento del Hogar Obrero los amigos de Alejandro, el hijo de Pirí de la mano diminuta, para festejar sus deciocho años. Entre ellos estaban Tanguito, un muchacho medio desquiciado que solía repetir que en el baño de la Perla del Once compuso La Balsa, y tres jóvenes que soñaban con ser músicos. Eran Javier Martínez, Claudio Gabis y Alejandro Medina, un trío que se haría llamar Manal. Jorge Alvarez, invitado a la fiesta, los escuchó y quedó extasiado con ese rock con reminiscencias del blues. “¿Quieren grabar un disco?” preguntó al trío que creía vivir una película: en casa de una señora llamada Lugones –apellido que los intimidaba y seducía tanto como sus ojos-, hablando con un hombre que ofrecía grabarles el primer long play. Una vez más, Pirí servía de puente. Nacía el sello Mandioca y Manal entraba a la historia del rock con Jugo de Tomate frío. El disco se presentó en el teatro Apolo. Pirí se ocupó de que asistieran los popes culturales del momento: Marta Minujin, Germán García, David Viñas y Leopoldo Torre Nilson. Sobre el final subió al escenario Luis Alberto Spinetta que estaba lanzando el primer larga duración de Almendra, con Muchacha ojos de papel y Ana no duerme. De los sótanos de la ciudad surgían también Vox Dei y Arco Iris.

Lili no soportaba las nuevas relaciones de Pirí. Encontraba ridículamente patético que viviese rodeada de jovencitos pelilargos que podían ser sus hijos. Peor aún le parecía las historias sexuales que ocasionalmente tenía con alguno de ellos. Veinte años habían pasado desde que Lady Chatterley les revelara la existencia de placeres carnales. Ya eran mujeres de cuarenta, madres de hijos adolescentes, activas e independientes. ¿Por qué entregarse de ese modo a pibes que no sabían dónde estaban parados? ¿Qué les veía? ¿Qué podían darle? A pesar de su desfachatez transgresora, Pirí terminaba muchas veces golpeada por la situación. Lilí la encontraba patética. Una noche de copas excesivas se dijeron todo lo que pensaban. O pensaron que lo habían dicho. Ninguna de las dos recordaba con claridad esa conversación pero había significado una ruptura definitiva. Para Lili su amiga estaba desvariando, no tenía noción de su edad ni de su condición. Creía que sufría un desequilibrio sentimental, que sucumbía ante disparatadas historias para tapar la soledad. Pirí atinó a defenderse con agresiones, “Estás hecha una burguesa de mierda, creo que ya no entendés nada de la vida, desde que te convertiste en la señora de Laferrere estás irreconocible”. Dejaron de verse.

“Perdoname”, decía Pirí en el aula magna de Filosofía y Letras dos años después de aquel desencuentro, “perdoname”. “Cómo no te voy a perdonar, Pirí, si sos mi amiga de toda la vida”.

martes, 11 de marzo de 2008

Hey, Mr. Bob Dylan, toque unas canciones para nosotros (parte 3 y final)

Ultima parte de la nota de Rodrigo Fresán sobre el concierto ideal de Bob Dylan según su gusto. Las partes 1 y 2 las publiqué el 6 y 8 de marzo respectivamente. Esto fue publicado originalmente el Domingo 2 de Marzo de 2008 en el suplemento Radar (Página/12)

Cali

IT’S ALL RIGHT, MA (I’M ONLY BLEEDING)
Bringing It All Back Home (1965)

Prueba incuestionable de que, en realidad, Dylan no deja entonces la canción de protesta sino que, en realidad, no se la deja a sus anticuados defensores y se la lleva con él a alturas jamás alcanzadas entonces y desde entonces. Pensar en ella, mejor, como en una épica de protesta. Algo muy por encima de una simple canción quejosa. No existía nada parecido a esto cuando Dylan la presentaba a solas con su guitarra y armónica en sus conciertos de 1965 y sigue sin haberlo cualquiera de estas noches cuando –convertida en una especie de fúnebre rockabilly en cámara lenta con violín feroz– la interpreta junto a su banda de forajidos con sombrero de cowboy.

En una habitación londinense, luego de uno de sus conciertos, se produciría el siguiente intercambio entre Dylan y John Lennon: “Gran concierto, viejo”, dijo Lennon. Dylan gruñó: “No les gustó ‘It’s All Right, Ma’”. Lennon consoló: “Es el precio que pagas por estar adelantado a tu tiempo”. Dylan gruñó otra vez: “Tal vez. Pero estoy adelantado nada más que veinte minutos”.

Aun así, Dylan la interpretó en la celebración de los treinta años de carrera que le organizó la Columbia. Y en coincidencia con el lanzamiento de su libro, Crónicas Volumen I, Dylan concedió su primera entrevista televisiva en casi veinte años al programa 60 Minutes. Allí comentó que ya no poseía aquella rara e irrepetible magia que le hizo escribir canciones como ‘It’s All Right, Ma (I’m Only Bleeding)’. “Pero puedo hacer otras cosas”, añadió.

Y atención: ésta es la canción que escucha el joven A. J. en el muy comentado episodio final de Los Soprano junto a su amiguita rubia. Y ambos asienten con cara seria. Después, enseguida, su auto se incendia.


MR. TAMBOURINE MAN
Bringing It All Back Home (1965)

Himno íntimo sobre un avatar psicodélico antes de que estalle la psicodelia, este Mr. Tambourine Man es un personaje/símbolo recurrente en la obra de Dylan que más tarde –bajo diferentes máscaras y humores– podrá ser el Mr. Jones de “Ballad of a Thin Man” o “Jokerman”, el “Man in the Long Black Coat” o “Handy Dandy”. Dylan citó como influencias para la canción al bajista Bruce Langhorne (que apareció en una sesión de grabación con una pandereta gigante), a La Strada de Federico Fellini y a un Mardi Gras que pasó en Nueva Orleans en 1964. Una de las preferidas de Dylan al punto de –como declaró a la revista Sing Out en 1968–: “Intenté escribir otra ‘Mr. Tambourine Man’. Pero no fue una buena idea. Es la única canción de la que he intentado escribir ‘otra’ canción”.

LIKE A ROLLING STONE
Highway 61 Revisited (1965)

“¡Qué cosa tan formidable fue vivir en un mundo regido por Engelbert Humperdinck y, de pronto, aquí viene ‘Like a Rolling Stone’!”, dijo Elvis Costello. “Like a Rolling Stone” es la más perfecta y salvaje y al mismo tiempo civilizada canción-de-odio escrita por Bob Dylan y a la vez el himno definitivo sobre la pérdida de la inocencia y el modo en que la experiencia te curte hasta fosilizarte. Dylan la definió como “vomitífica. Tan sólo vino a mí. Todo empezó con ese riff de ‘La bamba’”.

El resto es leyenda y es tan asombroso como verificable: la gran idea de comenzarla como cuento de hadas embrujadas con un “Once upon a time”; Al Kooper colándose en la sesión y tocando por primera vez teclados para conseguir la línea de órgano más reconocible y pegadiza desde Bach; la inequívoca sensación de que la banda la toca mientras rueda montaña abajo y que todo puede derrumbarse en cualquier instante; la edición en single (que casi no se produce porque el departamento de marketing de la Columbia lo consideraba un suicidio artístico y comercial) de la canción cortada por la mitad y un mes antes del álbum. Dijo Dylan hace poco: “Es como si un fantasma escribiera una canción como ésa. Te entrega la canción y luego se marcha. No estás del todo seguro de lo que significa. Lo único que sabes es que un fantasma te eligió a ti para que la pusieras por escrito”.

BALLAD OF A THIN MAN
Highway 61 Revisited (
1965)

“¿Quién es Mr. Jones? Nunca te lo diré porque me demandarían. Tan sólo te diré que usa tiradores”, le respondió Dylan a un periodista en 1965. Y otra obra maestra. Dylan & Kafka Inc. y un riff al piano tan reconocible como la Marcha Fúnebre de Chopin o los compases que abren la Quinta Sinfonía de Beethoven. Música para temblar o la perfecta interpretación sónica de un mal trip ácido y amargo. El Mr. Jones de “Ballad of a Thin Man” también es mencionado en “Yer Blues” de The Beatles y en el “Mr. Jones” de Counting Crows. En 1985, Dylan dijo refiriéndose a esta canción en particular y a sus canciones en general: “La gente disecciona mis canciones como si fueran conejos pero ninguno se da cuenta de qué van. Quiero decir, ¿alguna vez has oído “Something’s happening here but you don’t know what it is do you, Mr. Jones” (“Algo está pasando aquí pero no sabés lo que es, ¿no es cierto, Mr Jones?) sonando sobre una guerra en el Líbano? ¿O como fondo a la epidemia del sida? ¿O sobre los huesos de Mengele? A veces siento que he estado haciendo esto por demasiado tiempo’”.

El mesías eléctrico: Dylan y The Hawks (que luego serían The Band), con Robbie Robertson bien al frente, durante la mítica gira por Gran Bretaña de 1966. Allí fue donde un enojado fan de sus comienzos acústicos le gritó: “¡Judas!”.

HIGHWAY 61 REVISITED
Highway 61 Revisited (1965)

Canción omnipresente y casi punk en las giras recientes de Dylan. Cualquiera que haya estado allí sabe a lo que me refiero: ese modo en que Dylan estira el “Sixtyyyyyyyyyyyyy one!” al final de cada estrofa. En 1968, John Cohen le preguntó a Dylan dónde quedaba exactamente la Highway 61. Dylan respondió: “Alguna vez lo supe, pero ahora me parece que fue hace tanto tiempo que ni siquiera me atrevería a intentar recordarlo”.


VISIONS OF JOHANNA
Blonde On Blonde (1966)

Anfitriona del, se dice, mejor verso en todo Dylan: “The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su rostro”) Y también habitual ganadora como mejor canción del hombre. Existen varias versiones sobre por qué Dylan no podía encontrar el tono justo de lo que en principio se tituló “Freeze Out” o “Seems Like a Freeze Out” y que tal vez trate del momento en que Dylan y Joan Baez rompieron y el momento en que Dylan y Sara Lownds se casaron. Así que quizá por una vez Dylan esté pidiendo disculpas mientras escribe todo esto en una habitación del Chelsea Hotel, famoso –-entre muchas otras cosas– por el ruido que hacían las cañerías de la calefacción, que no dejaban dormir a los huéspedes. Mención aparte merecen los músicos que, con delicadeza sobrenatural, parecen acompañar cada palabra de Dylan. “Cada una de las palabras significa tanto para mí cada vez que la canto... Es una de las que continúan siendo importantes. Tal vez sea más importante ahora que nunca”, comentó Dylan. Una catedral de canción. El equivalente a “A Day in the Life” en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Nadie ha escrito y cantado y sonado mejor –ni volverá a sonar y cantar y escribir mejor– acerca de lo que significa padecer y disfrutar el insomnio del amor.

JUST LIKE A WOMAN
Blonde On Blonde (1966)

Una de las grandes musas de Andy Warhol, Edie Sedgwick (1943-1971) fue, durante 1965, una suerte de botín de guerra entre las facciones encontradas de Dylan & Co. y Warhol Inc. Chica rica con tristeza, Edie fue primero avistada por Bobby Neuwirth –lugarteniente de Dylan– y recién después “descubierta” por Warhol, que la convirtió en protagonista de varias películas filmadas en The Factory. Todo parece indicar que Edie rompió con Warhol cuando entendió –por error o por engaño– que Dylan le ofrecía protagonizar una película a su lado o cantar juntos en un disco. Pero no hay ninguna evidencia de ello y, tampoco, de una relación sentimental entre el cantautor y esta bellísima freak de alta sociedad a pesar de lo que muestra el torpe film Factory Girl. Dylan, por su parte, nunca se llevó bien con Warhol: accedió a participar en uno de los screentests de The Factory pero, para horror del pintor, exigió a cambio e in situ, una vez concluida la filmación, uno de los cuadros que hizo Warhol con la figura de Elvis Presley. Cuenta Gerard Malanga que Warhol, al borde del colapso, no pudo sino entregarlo y que contempló espantado cómo Dylan lo ataba en el techo de su auto y se alejaba de allí para no volver. Tiempo después, para horror de Warhol, Dylan le daría su Elvis a Albert Grossman a cambio de un sofá. En lo que estrictamente a la canción se refiere, aquí está una de las melodías más hermosas de Dylan, cantada con un sentimiento que casi incomoda y orgullosa poseedora de uno de los bridges más sublimes jamás compuestos y erigidos. A las feministas no les gustó por considerarla misógina y desvalorizadora de la condición femenina. Woody Allen la utilizó para burlarse de Dylan y de sus fans en una escena de Annie Hall (1977). Dijo Dylan en 1978: “Siempre fue una canción que me dio miedo, pero ese sentimiento necesitaba ser eliminado”.

ALL ALONG THE WATCHTOWER
John Wesley Harding (1967)

Dijo Robert “The Go-Betweens” Forster: “Es una canción bíblica. Si alguna vez fuera a filmar una película bíblica, Dylan sería a la primera persona que incluiría en el reparto. Tiene esa cara y siempre se ocupa de esa época. Dylan es el Viejo Testamento”. Una de las canciones insignia de Bob Dylan a lo largo de los años y habitante habitual a la hora de los bises de sus recientes conciertos junto a “Like a Rolling Stone”. En sus notas a la antología Biograph (1985), Dylan recuerda: “Probablemente se me ocurrió durante una tormenta de esas con truenos y rayos”.

El Bob que viene: tocando el martes pasado en el primero de sus dos shows para 10 mil personas en el Auditorio Nacional de México DF. Abrió con “Rainy Day Women #12 & 35” y cerró con “Like a Rolling Stone”.

I THREW IT ALL AWAY
Nashville Skyline (1969)

Lo mejor de Nashville Skyline y un instantáneo standard country arreglándose para contener todos los clichés del género sin por eso privarse de personales e intransferibles toques dylanianos. Un pequeño himno íntimo que involucra a todo el que lo oye. Y, sí, aquí su “nueva voz” funciona y hace maravillas. Dijo Nick Cave: “Esta es mi canción favorita de Dylan. He aquí a un tipo haciendo el trabajo para el que Dios lo puso en la Tierra y haciéndolo bien. Yo siempre pensé que es una canción sobre el oficio: Dylan desentendiéndose de su propio mito, del peso de su historia, del proceso de escribir canciones. Y el modo en que lo hace es escribiendo una canción preciosa. Es matemática pura, música hecha números? Es como si fuera su faceta Mozart enfrentándose a su faceta Beethoven de todos los discos anteriores. Una canción que siempre funcionará como corresponde: me elevará, me hará mejor persona, me ayudará a continuar con mi vida. Una canción que le sirve al oyente. De eso se trata el genio”.

TANGLED UP IN BLUE
Blood On The Tracks (1975)

La macroestética de Jack Kerouac –la reinterpretación de una vida elevada a mito épico– bajo el astronómico microscopio de Bob Dylan para ser convertida en canción perfecta. De lejos, uno de los ejercicios más logrados en el plano de la canción como forma narrativa. En sus notas para Biograph, Dylan explicó: “Supongo que intentaba armarla como si se tratara de una de esas pinturas en las que puedes ir apreciando sus diferentes partes y, al mismo tiempo, su totalidad. Eso es lo que me propuse con el concepto del tiempo, y el modo en que los personajes van cambiando de la primera a la tercera persona, al punto de que nunca estés del todo seguro si es la tercera o la primera persona que te está hablando”. Kevin Odegard –músico que participó en la grabación de “Tangled Up in Blue” en Minnesota– resumió así la rara emoción de estar allí mientras Dylan grababa esta obra maestra: “Fue lo más parecido a ver a Charles Chaplin como bailarín de ballet”. El periodista Nick Johnstone, de la revista Uncut: “Preguntarle a alguien por qué le gusta ‘Tangled Up in Blue’ es como preguntarle a alguien por qué le gusta respirar”. Dijo Dylan: “Me llevó diez años vivirla y dos escribirla”.

IDIOT WIND
Blood On The Tracks (1975)

“Una canción sobre la fuerza de voluntad. Su filosofía es una filosofía hecha pedazos por la fuerza de voluntad”, diría Dylan. Catarsis pura. Poesía verité. La gran canción de amor/odio de Dylan. Aquí hay de todo y para todos y sálvese quien pueda y nadie se salva. Dolor y furia y más dolor y más furia. Hay una versión “triste” (oírla en The Bootleg Series, Volumes 1-3: Rare and Unreleased, 1961-1991) y una versión poco menos que flamígera (en Blood on the Tracks) y una versión donde queda claro que el incendio no dejó nada en pie (en Hard Rain). Las tres son formidables porque se trata de una canción formidable. Alguien apuntó que “es el equivalente de uno de esos tipos que se te acercan en un bar y te empiezan a hablar y no paran y es cada vez peor y cada vez más terrible lo que te cuentan. Y, claro, no puedes dejar, no quieres dejar, de escucharlo”. Y Bob Dylan: “Ah, ‘Idiot Wind’. Nunca se detiene. ¿Dónde terminarla? ¿En qué momento ponerle fin? Todavía podría estar escribiéndola”.

ISIS
Desire (1976)

Compuesta junto a Jacques Levy para Desire. Una canción misteriosa, donde no se llega a saber si las heladas pirámides son egipcias o aztecas (aunque el 5 de mayo es una importante fecha patria mexicana) y en la que, al final, nada es revelado y se descubre que no hay enigma más apasionante –al menos para Dylan– que el del matrimonio. Años después, Dylan recordaría: “En cuanto a ‘Isis’, cada cual puede interpretarla del modo que quiera siempre y cuando no se acerque demasiado a ella, ja”. “Isis” se convirtió en uno de los grandes momentos en los conciertos de la Rolling Thunder Revue donde, por consejo de Patti Smith, Dylan dejaba de lado la guitarra para interpretarla, con su rostro pintado de blanco, utilizando mucho sus brazos para “actuar” la canción.

EVERY GRAIN OF SAND
Shot Of Love (1981)

Canción en la que Dylan se las arregla para hacer de lo religioso algo íntimo, personal, intransferible al tiempo que, generoso, ofrece compartir una epifanía con sus oyentes. Pero lo que diferencia a “Every Grain of Sand” en el contexto de sus canciones devocionales es que aquí Dylan se permite confesar sus dudas llegando a lamentar la ausencia de un Dios cuyas pisadas ya no oye. Dylan precisó: “Es una hermosa melodía que viene del folk. Una de esas canciones cuya sencillez resulta engañosa y que pueden haber sido escritas en tiempos de gran conflicto por más que tú no te hayas sentido así mientras la escribías. Escrita pero no revelada. Algunas canciones son mejores si se escriben en calma para, luego, cantarlas confundido”.

BLIND WILLIE McTELL
The Bootleg Series Vol. 1-3 (1991)

Muchos juran que se trata de una de las cinco grandes canciones en toda la obra de Dylan. Algunos incluso llegan a postularla como la número uno. El dylanólogo Michael Gray la considera “la canción más importante y atemorizante desde el ‘Heartbreak Hotel’ de Elvis”. Aquí, Bob Dylan rescata y honra la figura del bluesman Blind Willie McTell (¿1901-1903?-1959), entendido por muchos, a partir de sus letras, como el cantautor más dylanesco antes de Dylan y, ya que estamos, responsable original, en “Rough Alley Blues”, del verso “Lay across my big brass bed... que Dylan tomaría para “Lay, Lady, Lay”. Y si nadie cantaba los blues como Blind Willie McTell, entonces, luego de escuchar “Blind Willie McTell”, sabemos que nadie le canta a Willie McTell como Bob Dylan. Lo que no impidió que Dylan nunca la dejara fuera de Infidels. Aunque desde su edición en el primero de sus bootlegs oficiales no duda en incluirla en su repertorio en directo: “Nunca fue desarrollada como corresponde, nunca me senté a completarla. Esa fue la razón por la que se quedó fuera de aquel disco. Es como tomar una pintura de Manet o de Picasso: ir a sus casas y llevarse una pintura a medio terminar y vendérsela a personas que se dicen ‘fans de Picasso’. Los únicos fans que yo conozco son aquellos a los que miro noche tras noche mientras estoy tocando”.

SERIES OF DREAMS
The Bootleg Series Vol. 1-3 (1991)

Los conocedores del talante de Dylan aseguran que el cantautor decidió dejar fuera de Oh Mercy dos grandes canciones como “Series of Dreams” y “Dignity” sólo para molestar al productor Daniel Lanois y así hacer valer su autoridad. Puede ser. También es posible que Dylan no se sintiera satisfecho con ellas porque, no muy en el fondo, casi nada le satisface. Aquí, Dylan suena como jamás llegará a sonar U2. Otra de sus letras enumerativas en la que recuerda sueños o partes de sueños con cierta desgana y, paradójicamente, consiguiendo un todo muy despierto y comprometido con ese soberbio y humilde “I’d already gone the distance”. Toda la canción puede ser entendida como una suerte de autobiografía onírica y mítica de su carrera y éste fue el concepto utilizado por el videoclip (valiéndose de abundante material de archivo, de todos los Dylans) para plasmar la más lograda aproximación del cantautor a la estética MTV junto a lo que después hizo Dave Stewart para promocionar el Blood in My Eyes de World Gone Wrong. De Crónicas Volumen I: “Grabamos ‘Series of Dreams’, y aunque a Lanois parecía agradarle, le gustaba más el puente y quería que la canción entera sonara así. Yo entendí a qué se refería, pero eso era imposible”.

NOT DARK YET
Time Out Of Mind (1997)

Más que posiblemente la mejor canción de Time Out of Mind y en la que mejor se compaginan el genio de Dylan y las atmósferas sónicas de Daniel Lanois. La interpretación vocal es, sin duda, de las mejores y más emotivas de toda su carrera. Lo mismo sucede con sus versos sencillos para referirse a la complejidad de quien se sabe cerca del final. He aquí la canción de un hombre mayor y cansado, pero no por eso menos sabio, inaugurando algo que llevaría al extremo en su siguiente álbum, Love and Theft: el rock más que adulto, el rock crepuscular. Un hombre a la caza de un sonido y de “una música que se filtra hasta mí antes de que rompa el alba, cuando ya estás un poco como flotando por el sólo hecho de haber permanecido despierto toda la noche”. Dijo Dylan: “Lo que me rodea, el ambiente, es algo que me influye mucho. Casi todas las canciones de Time Out of Mind fueron escritas al caer la noche. Y me gustan las tormentas. Me gusta quedarme despierto durante las tormentas. Y me gusta el sonido de la gente rezando”.

THINGS HAVE CHANGED
Wonder Boys BSO (2000)

La mejor canción de Leonard Cohen jamás escrita por Bob Dylan. Y, para Dylan, una de sus canciones más importantes porque –desde siempre un fan del cine– le valió un Oscar y un Golden Globe en el 2001. Escrita por encargo del director Curtis Hanson para su adaptación de la novela Chicos prodigiosos de Michael Chabon, nacido en 1963 y seguidor de Dylan desde que escuchó por primera vez “Isis”, en 1976, y descubrió “en el dolor y el ardor de esa voz arrasada por el viento, la voz de un cowboy judío”. “Things Have Changed” es otra de esas grandes odas dylanianas sobre el asco que es la vida pero qué se le va a hacer. “Tener un Oscar me coloca en un nivel distinto”, se enorgulleció.

Y agregó: “Si no lo hubiera ganado, una parte mía se habría sentido completamente desolada”.


SUMMER DAYS
Love And Theft (2001)

Rockabilly demencial para una de las canciones más graciosas jamás compuestas por Dylan y clásico instantáneo y casi permanente en sus conciertos de los últimos años. Guiños aquí a Confessions of a Yakuza del Dr. Junichi Saga. Pero la más grande apropiación en “Summer Days” sale de The Great Gatsby de Francis Scott Fitzgerald. Ese momento donde un Dylan en llamas proclama que, por supuesto, se puede repetir el pasado. Y “Summer Days” es la mejor prueba de ello.

HIGH WATER (FOR CHARLEY PATTON)
Love And Theft (2001)

Otra de las piezas centrales de Love and Theft y –según admitió en una entrevista– la favorita de Dylan de este disco. Y esto se nota especialmente cuando se la oye en directo, con Dylan al piano, convertida en algo mucho más largo y sinuoso y desbordado, como río sin ganas de respetar su curso. Apocalíptica, aluvional y conectando directamente con los kilómetros más febriles de “Highway 61 Revisited”, este himno para el fin del mundo tal como lo conocemos reconoce desde el título su deuda con los sendos “High Water Everywhere” que Charley Patton (1891-1934) grabó en 1929, pero lleva a esos blues primigenios todavía más lejos sin por eso privarse de otra retrorreferencia a la “escoba” de Robert Johnson. Dylan afirmó: “Love and Theft no es un disco que grabé para complacerme a mí mismo. De haber querido hacer eso me hubiera limitado a grabar nada más que canciones de Charley Patton”.

NETTIE MOORE
Modern Times (2006)

Lo mejor de todo Modern Times y, seguramente, una –otra– de las mejores canciones en todo el catálogo de Dylan. Y, de acuerdo, existe una vieja tonada del siglo XIX casi con el mismo titulo (“Gentle Nettie Moore”, compuesta por James Pierpoint, autor también del clásico navideño “Jingle Bells”) pero Dylan se apropia amorosamente del título y de la primera línea del estribillo, le inyecta unas gotas de Robert Johnson, y consigue algo nuevo y magnífico. Pocas veces Dylan ha cantado con más emoción y emocionando tanto en una de sus mejores letras, citable de principio a fin y donde aparecen y desaparecen versos sublimes. Y, una y otra vez, el magnífico estribillo cantado con voz que se quiebra en los sitios justos: “Oh, te extraño, Nettie Moore / Y mi felicidad se terminó / El invierno se ha ido, el río está creciendo / Te amé entonces y siempre lo haré / Pero no queda nadie aquí a quien contárselo / El mundo se ha tornado negro ante mis ojos.” Obra maestra absoluta y la perfecta compañera para Not Dark Yet, esa otra canción sobre el estar yéndose, apagándose, pero no todavía. Porque ahora es el momento de brillar más que nunca.

“Voy a dar la vuelta al mundo / Eso es lo que haré / Y después regresaré a verte”, advierte aquí Dylan.

Perfecto. No hay problema.

Aquí estaremos, aquí estamos.

Que tengan buenas noches, buena noche.

Y –ojalá– que Bob Dylan también.

domingo, 9 de marzo de 2008

Angela Irene: Soy, solo soy, una sombra, un pequeño sueño.

Esta historia arranca así, a mediados de los ’70, televisor blanco y negro, algún programa de “argentinisima”, o alguno similar, yo creo que estaba Julio Márbiz. Allí presentan a una cantante nueva y muy joven, Angela Irene, canta y… ya no me olvidaré jamás de ese nombre y esa voz.

Pasa el tiempo y Angela Irena, con el padrinazgo de gente como Domingo Cura, Ariel Ramírez y Mercedes Sosa comienza su carrera. Eran tiempos difíciles para seguir a un artista (además de difíciles en general), se editaba poco, poca difusión y el circuito eran las peñas y festivales, algo lejano para mi que era bastante chico y vivía en un pueblo. Luego… el silencio. Pasaron algunos años más y en 1978, estando en Rosario comenzando la facultad, con Benito, mi gran amigo de aquellos tiempos, descubro algunas grabaciones de Angela Irene en la biblioteca Constancio C.Vigil, una institución histórica en Rosario, en ese momento en pleno proceso de desguace y destrucción en manos de los militares. Del tesoro que había allí adentro y que se robaban y deterioraba día a día, recuerdo haber pedido en préstamo (sí, se prestaban long plays!!) a Piazzola, obras de Stravinsky, Joan Baez y… Angela Irene!, creo que en un compilado que rescataría alguno de sus simples (si, simples, así se llamaban). El material de esa biblioteca era un tesoro que se perdía día a día en la noche militar de esos tiempos. Después… otra vez el silencio.

Nunca pude conseguir un disco, hasta hace pocos años era inútil buscar en las disquerías, buscar en Internet y tratar de bajar algo en MP3. Nada.

En el 2002, se abre para mi una brecha de justicia, Pedro Aznar edita su disco en vivo de sus shows en el ND Ateneo y allí invita a Angela Irene para descollar en la “Zamba del carnaval”. Justicia!.

Ahora, recopilando información que está disponible, puedo reconstruir que Angela comienza su carrera profesional en su ciudad natal, General Pico, La Pampa a los doce años. Llega a Buenos Aires en 1974, animada y estimulada por el madrinazgo artístico- que luego se transformaría en una larga y fecunda amistad- de Mercedes Sosa.- En 1977 gana el Festival Nacional de la Canción de Cosquín, logrando sumar el veredicto del Jurado Técnico y el Popular, con el tema “Cruz de Quebracho”.

En 1978 conoce y graba con quién sería, junto con Mercedes Sosa, otro de sus maestros y grandes amigos: Ariel Ramírez. De esa relación musical surge su primer LP “Ariel Ramírez presenta a Angela Irene” (1979). Este trabajo la instala definitivamente en los grandes escenarios de capital e interior, lo que refuerza con permanentes presentaciones en vivo en festivales y salas de todo el País.

En 1982 lanza su segundo LP, “La Cantora de Yala” grabado con la colaboración de varios de los mejores músicos de entonces. En ese tiempo integra junto a Eduardo Lagos y Domingo Cura un espectáculo denominado “Así nos gusta”.- Luego de tres años de presentaciones por el interior y exterior junto a Ariel Ramírez, Angela crea un espectáculo que denomina “ Canción de caminantes” junto a figuras de la talla de Domingo Cura, Zamba Quipildor, Cacho Tirao y Chiqui Pereyra. En 1990 junto a Marián Farias Gómez, realizan el espectáculo “Mujeres Argentinas” y luego “Latinoamérica es mujer”, con una excelente repercusión a lo largo de dos años de presentaciones.

En 1995 aparece “Angela Irene”, en CD, un compilado de los dos discos anteriores más dos agregados. Este CD, juro que ha sido imposible de encontrar en las bateas de todas las disquerías que he peregrinado.

Siempre me apasionaron esos artistas que nunca llegaron a ser exitosos como podrían haberlo sido, pero son diamantes que quedaron descatalogados y arrinconados a pequeños circuitos. Por eso me gusta hacer justicia con ellos. Luego de la grabación con Pedro Aznar, la emisión por TV de ese concierto, parece que hay un renacimiento de Angela Irene. Desde entonces y lentamente está haciéndose visible. A finales del 2007 inicia su página de Internet!!, nuevos shows y hoy sale un nuevo disco luego de 25 años sin grabar!!.

Bueno, la historia tiene un capítulo especial hoy para mí. Ayer me di el gran gusto de verla por primera vez en mi vida en la “La Peña del Colorado”. Listo, una deuda que tenía pendiente conmigo mismo.

Por supuesto me compré el disco que acaba de editar, “Soy”. Disco “bastante down” como ella lo define y promete hacer su presentación en teatro y con sus invitados de lujo que participan en el disco como Salinas, Carnota, Pedro Aznar, etc. Ojalá pueda hacerlo.

















Una voz privilegiada, una magnitud humana superior y el reconocimiento de todos sus colegas y apenas sólo tres discos en su carrera!.

Si recorren su página verán que no se trata de la página de una “cantante”.Es una página de una persona que canta. Es casi una página familiar. Como no podía ser de otro modo. Reproduzco el saludo de ella misma:

Bienvenido a mi sitio Web

ESTA NO ES UNA PAGINA CONVENCIONAL, CONOZCO POCO DE ESTE MEDIO, ME LO PROPUSIERON, ME DIJERON QUE SI NO ESTABA AQUÍ NO EXISTIA. ESO SI, PUSE UNA CONDICION, ESTO DEBE SER EL REFLEJO REAL DE MI VIDA, NO PARA VENDERME, SINO PARA QUE CADA PERSONA QUE EN ALGUN MOMENTO SE LE OCURRA ENTRAR AQUÍ, ENCUENTRE EL SER HUMANO PRIMERO, LUEGO LA ARTISTA.-
TODO LO QUE RECORRERAN VA A ESTAR BASADO EN EL SENTIMIENTO – TODO – EL INTENTO ES SER PARTE DE UDS.-
ACA TIENEN PUESTA TODA EL ALMA, LOS AMIGOS, LOS DUENDES DE LOS MUSICOS Y POETAS; EN CANCIONES, RECUERDOS, ANECDOTAS Y SUEÑOS

ANGELA IRENE

Quiero mostrarles algunas fotos de la carrera de Angela Irene y al final, con Pedro Aznar, en un video del 2002.

Actuación en Gral.Pico, La Pampa, con un grupo de Jazz bailable

Con Mercedes Sosa en Cosquín (1977), dos días antes que ganase el Festival. Angela con los mechones blancos que usaba en esa época (punk?)

Descanso durante la grabación con Ariel Ramírez (1978)

En la misma grabación, con un seleccionado: Kelo Palacios, Zurdo Roishner, Jorge Padín, el Negro Domínguez y Ariel Ramírez.

"jóven y atrevida!!!!" (Angela Irene)

"No recuerdo que año, las compañías nos daban esto para firmar autógrafos" (Angela Irene)





Con Pedro Aznar en 2002