jueves, 19 de marzo de 2009

“celebrities”

Carolina Baldini

Llego a Buenos Aires y me encuentro que los medios de comunicación y las discusiones comunes, las que uno puede tener en cualquier circunstancia, están fuertemente influenciadas para las declaraciones de algunas “celebrities” locales. Estas “figuras” hablan de la pena de muerte como reacción espontanea ante hechos de violencia callejera que sufrieron algunos miembros de esa particular comunidad.

De aquí se pueden desprender varias cosas. Es innegable que la violencia cotidiana ha crecido, crece y crecerá en la medida que la “marginalidad”, algo bastante diferente y más serio que lsusana_gente_floristaa “pobreza”, genere seres humanos fuera de toda sensatez y sean convertidos en máquinas locas de violencia alimentadas con droga, alcohol y un empujoncito dado por la propia sociedad que hoy tanto se queja. Ese “empujoncito” viene dado, entre otras tantas cosas, a través del festejo y la complacencia con los “barras bravas” y el uso que hacen de las víctimas de la marginación dirigentes políticos y sociales de diversa calaña que los convocan cuando necesitan “carne de cañón”. Ahora quieren meterles silla eléctrica.

Podría escribir sobre la inutilidad de la pena de muerte y el espiral descendente que la misma significa en la moral de la sociedad, un escalera a lo más primario, oscuro y brutal.

Pero el aspecto más interesante de todo esto, es que la polémica la instala, la reproduce y se legitima porque proviene de “celebrities”. Fenómeno nuevo, por su envergadura y relevancia en esta sociedad del espectáculo, hoy “recargada” a niveles inimaginable hace años atrás.

Cuando comencé a escuchar la tilinguería de las “celebrities” nunca imaginé a lo que podrían llegar. Porque se les ha ido otorgando a estas personas la virtud de ser portavoces de absolutamente todo, de causas nobles, del sentido común, de lo que piensa la gente, etc. Porque ellos están en la TV y les hablan “a la gente”, aunque no tengan la menor idea de lo que hablan y sean perfectos ignorantes respecto de lo que opinan. Como ahora, parece ser que Susana Giménez es una opinión influyente en materia de seguridad, y así tantos otros. Claro que pueden y tienen derecho a opinar. De ahí a convertirse en generadores de corrientes de opinión, sólo ese rol de “celebrities” que tienen se lo permite. Y de eso somos responsables todos, como sociedad. Todos hemos permitido que ellos expresen el pensamiento contemporáneo. Hemos banalizado, a través de ellos, desde lo más sagrado hasta lo más mundano.

Insisto, la inseguridad existe, y como ya lo he dicho en otra entrada, el “progresismo” es incapaz de responder adecuadamente a estas cosas que hacen a la vida cotidiana.

Pero en relación a las “celebrities” y su rol, quiero citar a Paula Sibilia en su libro “la intimidad como espectáculo”:

“Además, es evidente que el mundo cambió mucho y sigue cambiando, lo cual propicia el desarrollo de esos dispositivos tecnológicos y socioculturales destinados a satisfacer las nuevas demandas. La mutación puede ser sutil, pero es bastante intensa y significativa. Antes, todo existía para ser contado en un libro. O sea, la realidad del mundo debía metabolizarse en la profusa interioridad de los autores, para verterla en el papel con ayuda de recursos literarios o artísticos. De preferencia, debería emerger transformada en una obra de arte. Ahora, sin embargo, sólo ocurre aquello que se exhibe en una pantalla: todo lo que forma parte del mundo real, sólo se vuelve más real o realmente real si aparece proyectado en una pantalla.

Con esa transforjacobomación, no sólo dejó de ser necesario que la vida en cuestión sea extraordinaria, como era el caso de las biografías renacentistas. Ahora tampoco es un requisito imprescindible que esté bien narrada, como exigían los ímpetus románticos y las tradiciones burguesas. Porque en este nuevo contexto cabe a la pantalla, o a la mera visibilidad, la capacidad de conceder un brillo extraordinario a la vida común recreada en el rutilante espacio mediático. Son las lentes de la cámara y los reflectores quienes crean y dan consistencia a lo real, por más anodino que sea el referente hacia el cual apuntan los flashes. La parafernalia técnica de la visibilidad es capaz de concederle su aura a cualquier cosa y, en ese gesto, de algún modo la realiza.

Por este motivo, los diversos discursos mediáticos contemporáneos no se cansan de pregonar que ahora cualquiera puede ser famoso. No deja de ser verdad, teniendo en cuenta la incesante proliferación de celebridades que nacen y mueren sin haber hecho nada extraordinario, y sin tampoco haber narrado bien algo 48bf32f3259fb_330_! aparentemente insignificante para transformarlo en excepcional, sino por el mero hecho de haber conquistado alguna visibilidad. Como una secuela de estos desplazamientos, los términos “famoso” y “famosa”, que solían ser adjetivos calificativos y por lo tanto debían acompañar a un digno sustantivo que los justificase –un artista famoso, una actriz famosa, un famoso político, etc.-, hoy se han transformado en sustantivos autojustificables: un famoso, una famosa, un grupo de famosos. La celebridad se autolegitima: es tan tautológica como el espectáculo porque ella es el espectáculo. ¿Por qué los famosos son famosos? He aquí la única respuesta posible para buena parte de los casos: los famosos son famosos porque son famosos.”

Así tenemos a famosos de los que ya ni sabemos a raíz de qué motivo son famosos o “celebridades”. Pero por ser famosos están en la TV y por lo tanto pueden construir realidad, desde su completa ignorancia y banalidad. Sin ningún otro esfuerzo. Se juntan, se autoreferencian, se citan entre sí. Son las estrellas de la TV. Construyen una realidad a la medida de ellos, a la medida de su imaginación e intelecto.

Insisto, la deserción de estos debates de quienes debieran compensar con otra mirada y otra realidad a la que se fabrica en la TV, es una deserción mayúscula. Muy ocupados, eso sí, en modificar calendarios electorales y en sorprendernos cada día más con sus audacias.

Cali

Tracy Chapman, vamos a suponer que lo pongo porque ella apoya a Amnesty International y AI está en contra de la pena de muerte, pongamos que por esa razón pongo este tema

3 comentarios:

  1. Muy muy muy bueno.

    ResponderEliminar
  2. Al fin alguien que dice (y mejor de lo que podría yo expresarlo) todo lo que me ha venido pasando con este tema. Gracias, excelente.

    ResponderEliminar
  3. Cali, llamarías a esto “sincronicidad”. Nunca había oído hablar de Paula Sibilia y hoy veo que aparece en un artículo de “El País” español, que habla sobre intimidad, celebrities y otras historias.
    http://www.elpais.com/articulo/sociedad/extimidad/intimidad/elpepusoc/20090324elpepisoc_1/Tes

    Muy buena tu entrada.

    ResponderEliminar