sábado, 19 de julio de 2008

Argentina K: El país de Bombita Rodríguez


Hoy ya está todo más normal: ese habitual ambiente de sarcasmo y desconfianza hacia todo, nuevamente. Pero ese es el estadio habitual y es nuestro modo de vida. Lamentablemente.

Lo sorprendente y fuera de lo común fueron las horas vividas durante el día del jueves luego de la votación en el Senado de la Nación. No sé qué pasó en el resto del país, pero en Buenos Aires se respiraba un aire muy particular, el clima producto del ánimo general era distinto. Los comentarios de los oyentes en diferentes programas de radio, el taxista que me dice que este fin de semana se iba a andar a caballo con los amigos, un programa de TV donde participo de un “juicio a la soja”, pero los ánimos ya no estaban crispados y tensos como en horas anteriores. Todo tenía una dimensión diferente. En fin, una transitoria sensación de que ningún abismo se abre luego de cada palabra y una necesaria situación de descompresión. ¿Qué había pasado? ¿Qué era lo que estaba tan mal unas horas antes?

Creo que todos estábamos hartos de tanto odio, tanta destilación de veneno para con el que piensa distinto, esa práctica política que se ha convertido en habitual entre nosotros y que es acusar al otro de todo lo peor sin la más mínima autocrítica y razonabilidad.

Se han dicho cosas que pensé que ya eran imposibles de volver a escuchar, por obsoletas, por ser falsedades que esconden rencores basados en prejuicios de manual y anidan provocaciones de alto riesgo y no expresan otra cosa que la pobreza argumental con la que se discute.

Algunas pocas líneas se han escrito desdramatizando la polémica en torno a las retenciones a las exportaciones agrícolas. Quiero rescatar este artículo de Jorge Lanata del Miércoles 16 en la contratapa de su diario Crítica.

El país de Bombita Rodríguez


Una parte de nuestro trabajo es entender lo que sucede. La otra, contarlo. Debo reconocer que no entiendo nada.

Por Jorge Lanata

16.07.2008


Acaso el humor sea la única manera de combatir al nuevo invitado que llegó para quedarse: el odio. Se discute con odio, se argumenta con odio, se pregunta con odio.

Una parte de nuestro trabajo es entender lo que sucede. La otra, contarlo. Debo reconocer que no entiendo nada. No entiendo el tono apocalíptico de estos días, no entiendo la sensación de abismo, no entiendo por qué el Gobierno siente que en este aumento de retenciones se le va la vida. No entiendo el tono épico del oficialismo, que parece bajar desde la Sierra Maestra para liberar ¿a quién? Decisiones muchísimo más trascendentales en la vida argentina no han tenido ni la mitad de esta repercusión social: las leyes de impunidad, la reforma de la Constitución, las privatizaciones. Estamos discutiendo el monto de una alícuota. ¿Quién lo transformó en una cuestión de vida o muerte?

Hay un 30% de inflación, hay concentración insólita de la economía, hay uno de los funcionarios más sospechados del Gobierno a punto de renacionalizar una compañía aérea y seguimos hablando de las retenciones. El Gobierno compra voluntades, entrega aportes del Tesoro a diputados y senadores, arregla lo que sea con quien fuere para conseguir la mayoría en el Legislativo. ¿Está por repudiar los 170.000 millones de dólares de deuda externa? ¿Va a pedir que la transferencia de acciones de las empresas pague impuesto a las Ganancias? ¿Va a dejar de entregar subsidios a las empresas de transporte que brindan un pésimo servicio y se quedan con la diferencia? ¿Va a reducir el IVA y aumentar Ingresos Brutos o Bienes Personales?

¿Va a poner un impuesto a los plazos fijos, hoy exentos de impuesto a las Ganancias? No. Sólo piensa aumentar las retenciones al agro; no digo que el tema sea menor, pero... ¿por qué visto desde afuera da la impresión de que estamos discutiendo el comienzo del socialismo en la Argentina? Y si es así, ¿por qué tardamos cinco años en comenzar a hacerlo? ¿Qué parte del gobierno K va a llevarlo adelante? ¿Moyano? ¿Ishi? ¿Saadi? ¿D’Elía?

He escuchado las sentencias más increíbles:


–Si el Gobierno pierde en el Senado, la estabilidad democrática está en riesgo.
¿Quién tomará el poder? ¿Darán un golpe por cinco puntos de retenciones? ¿Avanzará con las tropas el general De Angeli?
–No –dicen con ingenuidad los chicos de la Cámpora–, pero la derecha terminará fortalecida.

¿Cuál derecha? ¿La de las petroleras que apoyan a K?


¿La de las compañías testaferros que salieron a comprar empresas? ¿Las de la industria pesquera o minera? ¿Cristóbal López es un comandante sandinista? ¿Rudy Ulloa, su lugarteniente? ¿De Vido viene de trabajar en un koljos? ¿Felisa será Felisa Luxemburgo? Tuve, como todos, el mismo escozor ante la foto del campo con Barrionuevo. ¿La de Kirchner con Moyano es distinta? ¿Hay chorro bueno y chorro malo? ¿Qué tienen de distintos Reutemann y Scioli o Alperovich y De la Sota? ¿En qué momento Luis Juez, o Claudio Lozano o Víctor De Gennaro pasaron a ser parte de un complot golpista y Aldo Rico un demócrata que asesora al Frente para la Victoria en el Senado bonaerense? ¿Felipe Solá es un “traidor hijo de puta” por votar distinto? ¿Hay escrache bueno y escrache malo? Ver a Juan Cabandié, ex miembro de HIJOS, despotricar contra los escraches fue igual de desolador. También escuchar que estos escraches son violentos y los otros no. ¿Meterle el pie a Alemann o tirarle huevos a un milico eran sólo pasos de danza clásica? La lógica del escrache descansa en la idea del repudio social: es arbitraria y anónima, y muy susceptible de ser manipulada, pero es buena para todos o mala para todos. Que Kirchner sea admirado y escuchado por “intelectuales” es también una novedad. El trabajo académico e intelectual del Presidente, su aporte al mundo de las ideas, no parece haber superado la ejecución hipotecaria durante la 1.050. Ahora, sin embargo, un grupo de “intelectuales” –dentro de los cuales se encontraban muchos funcionarios del Gobierno– decide iluminarse con sus razonamientos, y le regala –como informó anteayer Página/12– una serie de aforismos. Horacio “Bombita Rodríguez” Verbitsky pareció divertirse con el juego, de modo que se nos ocurrió acercarle algunos otros:

“Si seguís con De Vido, Horacio, estás jodido.”
“El Perro con Rudy bien se lame.”
“De robo para la Corona a servir a la Reina.”
“Desde Ezeiza a Calafate Horacio banca el remate.”
“De los soldados de Perón a defender a Felisa fue HV sin cortapisas.”

Bombita Rodríguez, el Palito Ortega montonero, personaje creado por Diego Capusotto, se ha transformado en un documental.

Acaso el humor sea la única manera de combatir al nuevo invitado que llegó para quedarse: el odio. Se discute con odio, se argumenta con odio, se pregunta con odio. Asistimos a la remake del término “gorilas”, como si el Gobierno fuera “peronista”. D’Elía llama “oligarca” a Fernando Peña y milita en un partido cuyo líder declaró, en blanco, unos cinco millones de dólares y acaba de construir un hotel en Calafate de 500 dólares por noche, eso sin hablar del gasto en carteras de Madame. El Gobierno habla de democratizar la democracia, pero espera tres meses de conflicto para llevar las retenciones al Congreso, y mientras tanto el secretario Guillermo “Poronga” Moreno trata de convencer a los golpes a los opositores (con la ayuda de su esposa y jefa de asesores). Me están contando una pelea que no es tal. Así como Kirchner supo, durante su primer gobierno, que no había nada mejor que pelearse contra enemigos imaginarios, propone ahora, en su segunda administración, abismos inexistentes.

¿Qué pasará si el Gobierno pierde en el Senado? Nada. Seguirá gobernando hasta completar su período, y ojalá le sirviera para sacudirse la soberbia que se vuelve cada día más violenta.

3 comentarios:

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  3. Ya había visto esta nota hace unos días pero por la manera en que se produjo la votación quería aprovechar para dejar algunos links para quien quiera ampliar un poco la información sobre como se desenvolvieron los hechos durante y luego de la votación. Por ejemplo:
    Las dos horas en que el país estuvo sin vicepresidente: http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=8234
    La tentación de la renuncia, a puerta cerrada: http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=8228
    La onda es fracasar pero con todo éxito: http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=7723
    La derrota es didática: http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=8387

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