viernes, 9 de mayo de 2008

La Bohenme

Ahora que la “oposición” ha tomado al tren bala como un tema para colocar en la agenda política, en buena hora, se da la interesante coincidencia con la llegada de Charles Aznavour y despedida de la Argentina. La relación, a priori, ninguna, es porque cuando comenté por primera vez el tren bala, coloqué a Aznavour como un bálsamo a la pavada gobernante. Lo que coincidió forzosamente en esa entrada, ahora coincidió en la realidad argentina.

No pude ir a ver a Charles Aznavour por razones de fuerza mayor (económicas), pero no importa. Tengo por Azanavour un gran respeto por las obvias razones de su dimensión artística, su dignidad e integridadad.

Pertenence a un mundo que desaparece (o desapareció). La irrupción de Aznavour en el horizonte argentino se da en un contexto en la que los cantautores eran la voz cantante de una época, pero por sobre todo, marcaba la diversidad cultural a la que estábamos expuestos, una verdadera globalización artística, así escuchábamos (por la radio!) tanto a Serrat, como a Aznavour o a Luigi Tenco de Italia y así otros tantos. Ahora nos llega algo de España y después, todo viene procesado vía Miami. Es esto globalización?

Aznavour es representante de una cultura que pasa de todas esas bobadas, aunque haya cantado en mil idiomas y haya dado la vuelta al mundo. Nunca fue “global”, siempre fue un francés por el mundo.

Les dejo una joyita de un Aznavour jóven y haciendo la inmortal e indestructible “La Bohenme”

Cali


2 comentarios:

  1. Gracias a la atenta lectura de alguna gente se me hizo saber que "bálsamo" se escribe así y no con v corta como había sido colocada originalmente. Gracias Paula, no bolberá a pasar.

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  2. El Quía es el Sandro Francés.
    Pero no tan groso.

    Le falta tener una casa en Banfield.

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