Sí. El término “kamikaze” está utilizado para gente que se juegue por lo creativo. Es una pregunta que hice y creo que hay ese tipo de kamikazes, aunque me da la sensación de que cada vez menos. Ahora lomás estándar y lo más seguro es lo que pega con la gente. Y, en general, a través de esas ideas no se provocan hechos artísticos. No es que los guíe una intención mala, sino que simplemente no hay ningún resultado musicalmente bueno.
El disco tiene algo de antídoto. Una vez más, creo que yo traté de asirme a las formas poéticas y al impulso que guiaba al autor más que al acontecimiento que él describe. No me interesa mucho el dolor, sino la forma en que uno puede llegar tan profundamente dentro de sí mismo como para encontrarlo de esa manera, que es lo que hizo Artaud. Por lo tanto no me gusta mucho el producto de todo eso, que es el sufrimiento y cómo verlo dentro de uno. Pero sí el hecho de haber corrido el riesgo de escribir increíblemente eso.
El disco Artaud de alguna manera refleja cosas de la vida de Artaud e inclusive de la vida de Van Gogh, también por el paralelo con el libro Van Gogh, el suicidado por la sociedad, escrito por Artaud. Pero, obviamente, tratando de suplir la curiosidad por hallar el dolor, suplirla por la posibilidad de encontrar la belleza o la felicidad.
(De “Martropía, conversaciones con Spinetta” de Juan Carlos Diez (Aguilar, 2006), mi lectura de estos días.
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