sábado, 19 de enero de 2008

Alfil


Bueno, es una noticia triste y que me trae muchísimos recuerdos de unos años increíbles. Tenía 11 años y descubrí a Bobby Fischer cuando estuvo en Argentina para una disputa con Petrossian en el Teatro General San Martín (en ese momento ni idea de lo que era el llamado Teatro General San Martín) sólo recuerdo imágenes en blanco y negro de salas silenciosas y con gente nerviosa y todos con caras de “espías”.

No sé si el ajedrez ya me gustaba o me interesó en ese momento. “Bobby” era muy distinto a ese gordo que enfrentaba que tenía una cara de señor aburrido fenomenal. En plena “guerra fría” claro que los espías pululaban y se corrían rumores de cómo se debían ocultar las estrategias estudiadas cada uno de los contendientes con su grupo de asesores. “Bobby” desconcertaba a todos con sus locuras y sus excentricidades de “rock star” que nos fascinaba a muchos.

En ese momento comienzo a seguir las partidas por el diario La Capital (Rosario) y La Nación, sin saber ni aprender mucho, pero intentaba acercarme a esa guerra de “cerebros” que se pretendía que fuera una faceta mas de la guerra que dividía al mundo en ese entonces, “Bobby” no podía ser usado para esos menesteres, era un rebelde y un genio. Un ídolo.

Comenzamos a jugar con amigos al ajedrez en las interminables siestas del pueblo donde vivía, hasta ensayamos utilizar el reloj despertador simulando los relojes que aparecían en las fotografías del San Martín. Aprendimos a jugar, no mucho. Luego vino la apoteosis del campeonato mundial en Reykjavik (Islandia), entonces aprendí ese nombre y hasta hoy la capital islandesa está asociada en mi cabeza a “Bobby”. Recuerdo que luego del campeonato me compré en la librería Ross (en Rosario) las partidas completas entre Fischer-Spassky. Las reproducía muy bien, pero nada de lo que allí había de genialidad me penetró el cerebro. Pero era un fan de “bobby” como luego lo podría ser de Lennon sin saber tocar la guitarra.

Luego vino una época donde se mulplicaron los rumores de sus locuras y posibles partidas con “máquinas” y que estaba oculto, etc. etc. Durante la reciente democracia de 1973, hubo un especie de reedición de los juegos “evita”, no sé cómo se habrán llamado entonces, llegué a jugar en otros pueblos al ajedrez, hasta que me ganó un enano rubio que se parecía a Felipe. Nunca mas jugué al ajedrez. Además de “Bobby” nadie sabía dónde estaba.

Luego de esta historia personal. La historia periodística es la siguiente:


Página/12, Sábado, 19 de Enero de 2008

BOBBY FISCHER MURIO EN REYKJAVIK
El ajedrez
de luto, se le fue un genio



Solo, perseguido y exiliado en Islandia,
el gran maestro falleció a los 64 años.


El estadounidense Bobby Fischer, campeón del mundo de ajedrez entre 1972 y 1975, un hombre de fuerte temperamento, hosco y ermitaño, pero un verdadero genio, falleció ayer en Reykjavik, Islandia, a los 64 años. El gran maestro, que ganó notoriedad durante la Guerra Fría tras vencer al soviético Boris Spassky, en 1972, murió de una enfermedad no revelada, informó a la prensa su vocero, según la BBC de Londres. Hace dos meses, Página/12 había revelado que el genial ajedrecista se encontraba internado en Reykjavik, en delicado estado de salud.

La genialidad de Fischer, nacido el 9 de marzo de 1943 en Chicago, tiene como punto de partida un coeficiente intelectual de 184, cuando el denominador común del resto de los mortales posee uno de entre 100 y 110. Su padre, Gerhard Fischer, fue un físico alemán que se refugió en Estados Unidos y que abandonó en 1945 a su familia. La madre de Fischer era un enfermera judía, criada en Suiza, llamada Regina Wender, que además tuvo una hija llamada Joan, seis años mayor que Bobby.

Precisamente su hermana Joan, que prácticamente lo crió cuando se trasladaron a Brooklyn (Nueva York), le regaló a Bobby un juego de ajedrez. Ambos aprendieron a jugar y a mover las piezas leyendo las instrucciones de la caja que contenía el tablero.

El ajedrez atrapó el genio y se convirtió en una pasión irrefrenable que lo llevó a abandonar la escuela, pese a los ruegos de su madre y Joan, y dedicar el día entero a estudiar el juego. A los 7 años se unió al club de ajedrez de Brooklyn, donde su presidente, Carmine Nigro, se encargó personalmente de su formación. Esa obstinación y amor por el ajedrez lo llevaron a convertirse a los 14 en campeón de los Estados Unidos y a los 15 en el Gran Maestro más joven de la historia, tras ocupar el quinto puesto en el Torneo Internacional de Potoroz, en la Unión Soviética.

Ya nada detendría al estadounidense, un hombre generalmente malhumorado, con problemas de conducta y que sentía rechazo por la prensa, a punto tal que con 17 años aseguró que sería campeón mundial. En 1971 Fischer estuvo en Buenos Aires (visitó cuatro veces este país) jugando el match que lo clasificó para enfrentar al soviético campeón Boris Spassky en la búsqueda del título mundial. Fischer venció al armenio Tigran Petrossian, en la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín, al sumar 6 puntos y medio en la novena partida.

Pero la gloria llegó para Fischer el 1º desetiembre de 1972, cuando luego de 21 partidas se consagró campeón mundial, superando a Spassky en Reykjavik. Fischer había cumplido el sueño de ser monarca mundial y rompió la hegemonía soviética en el ajedrez, entre 1948 y 1972.

Ese fue el final de su carrera y su última partida oficial. En 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante ruso Anatoly Karpov, pero sus exigencias fueron inaceptables para la FIDE y ésta lo despojó del título por incomparecencia.

En 1992 Fischer jugó un encuentro de exhibición conmemorando los 20 años del match ante Spassky (nacionalizado francés), que se desarrolló en la antigua Yugoslavia, venciendo nuevamente a su rival. El viaje a los Balcanes le costó caro, pese a que ganó tres millones de dólares. Estados Unidos había bloqueado Belgrado y su viaje a Yugoslavia fue considerado una traición a su país y pasó a ser fugitivo del FBI y de la CIA.

No se supo nada más de él hasta 2004, cuando pretendía viajar a Filipinas desde Japón y fue detenido en el aeropuerto de Narita por usar un pasaporte cancelado por el gobierno norteamericano.

Los japoneses lo encarcelaron esperando el pedido de extradición de Estados Unidos, pero en diciembre de 2004 el gobierno islandés aceptó darle asilo político y no conceder la extradición a Estados Unidos. Allí soportó las presiones del gobierno de su país y el 9 de marzo de 2005 recibió en la cárcel un pasaporte islandés como regalo por su 62 cumpleaños, lo que le permitió ser liberado por Japón y deportado a Islandia, donde vivió hasta sus últimos días. Su salud se había complicado en noviembre último, cuando debió ser internado en un hospital de ese país.


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4 - Las veces que Bobby Fischer visitó la Argentina. La primera fue en 1960, a los 17 años; la segunda en 1970, cuando ganó invicto el Magistral en el Teatro San Martín; la tercera en 1971 para enfrentar a Petrossian y la última vez fue en 1998.
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“El ascenso de Fischer en el mundo del ajedrez fue revolucionario para este juego. En el ajedrez, la única calidad que cuenta es la diferencia entre un jugador y el resto. Entre Fischer y el resto esa diferencia fue quizá la más amplia en la historia.”

(Gary Kasparov.)

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“Fischer es un gran ajedrecista, una época en la historia de la humanidad, como Newton, Einstein y Gagarin. He tratado de llamar al teléfono móvil de Fischer y no contesta nadie. Pero un amigo común estadounidense me confirmó su muerte.”

(Kirsán Ilyumzhinov, presidente de la FIDE.)

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“Fischer no intentaba buscar asistencia médica porque no confiaba en la medicina occidental. Amaba la naturaleza y por eso amaba a Islandia. Estaba muy contento de vivir aquí, pero se sentía un prisionero porque no le permitían viajar.”

(Einar Einarsson, Comité Ayuda a Fischer.)

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“Su contribución al ajedrez mundial es inconmensurable, porque con su perseverancia en defender el respeto hacia el ajedrez como gran invención del cerebro humano y valor artístico y deportivo, estaba dispuesto a cualquier sacrificio personal.”

(Svetozar Gligoric.)

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