Antes que nada debo confesar que no cumplí mi promesa de votar en blanco.
Finalmente no fui a votar.
Aún sabiendo que la sutil diferencia entre ambas acciones es importante, sucumbí al sopor y el desánimo que me provocaron estas semanas de campaña. Se hacían las 18 y no podía arrancar, jamás semejante desapego.
Me animaría a decir que soy un enamorado de la política, pero ayer domingo, era un cínico que no encontraba el modo de descargar el odio a tanta mentira descarada, desparpajo de brutalidad y derroche de dinero. No me voy a poner en superado, no critico las equivocaciones, no maldigo la ausencia de lo que podría ser una brillante iniciativa y respeto los errores de aquellos que intentan construir algo aún a pesar de sus propias limitaciones y las de los demás. Maldigo los aparatos armados para que nada ocurra y todo permanezca como está. Aborrezco los que juegan con las palabras para construir promesas que saben que son vacías. Y lamento que otros (muchos, demasiados todavía) tomen esas palabras y jueguen al debate político con las mismas.
Los diarios del Domingo estaban plagados de artículos que reflejaban opiniones bastante similares a mis sentimientos, pesimismo y falta de entusiasmo allí donde uno pusiera el ojo. Las excepciones eran sólo intervenciones interesadas en el botín electoral.
Finalmente, tarde ya, me dispuse a esperar, no los resultados, sino “los resultados de los resultados”. Un ejercicio cínico también. Esperar las primeras reacciones, sabiendo que serán inmediatas, tan rápidas como el boca de urna. Ver los reacomodamientos, apariciones y desapariciones en el nuevo “mapa político”, veloces como un rayo, arteros y premeditados como falsos eran sus gestos en campaña. Así fueron apareciendo desde el Domingo a la noche hasta hoy, una constelación de “figuras” presidenciables y pases de factura que misteriosamente tenían preparados costosos afiches de vía pública en Buenos Aires para salir el Lunes a primera hora de la mañana. Digno final.
Nuevamente, lamento el desconcierto de tanta gente que no sabe quién ganó ni quién perdió. No ganó nadie. O para ser más exactos y justos, perdieron los que siempre perdieron.
Lo repito, la política se suicidó en la Argentina. Hay que hacerla de nuevo.
Ahora, se viene la realidad señores. Y parece que será dura, a juzgar por algunos datos económicos simples. No faltará quién diga que lo que se viene es producto del resultado electoral. Siempre se puede seguir alucinando epopeyas y apelar al victimismo.
Prometo superar esta etapa bajón. Pero hay que ser de madera para que no le afecte a uno lo hemos vivido en estos días.
Cali
Un tema más de los que calman mis nervios en estos días. Luego un pequeño artículo publicado por el diario Crítica el mismo día de las elecciones.
OPINIÓN
Todavía nos deben la democracia
La convicción ideológica y el proyecto de país perdieron la disputa que les libraron el marketing electoral y las encuestas. Damián Glanz.
Por D. Glanz, 28.06.2009
Francisco de Narváez está afiliado al partido que preside su adversario Néstor Kirchner. El diputado de Unión PRO es candidato por un sello electoral que creó para poder enfrentar al PJ.
El cuarto oscuro de hoy estará repleto de partidos creados, alquilados o comprados para postular al protagonista de algún éxito del marketing político. El socio de De Narváez, Felipe Solá, también peronista, comparte bloque parlamentario con el mendocino Enrique Thomas, un justicialista que responde a Julio Cobos. El vicepresidente, integrante del gobierno nacional, lidera la campaña opositora del radicalismo unificado de Mendoza, que lleva como primer candidato al presidente del bloque de la UCR, el senador Ernesto Sanz. Los radicales, junto a los socialistas y la Coalición Cívica, formalizaron este año el Acuerdo Cívico y Social, la fuerza con la que compiten en casi todo el país contra el kirchnerismo. En la provincia de Buenos Aires se enfrentan también a los peronistas cercanos a Cobos.
En Santa Fe, el ACyS lo lidera el socialismo. Pero el PS quedó fuera del armado de la ciudad de Buenos Aires y en la provincia es un apéndice del kirchnerismo. En Córdoba, Elisa Carrió –líder del Acuerdo– respalda a Luis Juez, adversario de Ramón Mestre, de la UCR.
En esa provincia, como en Santa Fe, y en casi todos los distritos, los kirchneristas se enfrentan a recientes ex kirchneristas o a viejos peronistas disidentes. Pero todos dicen ser justicialistas. Como los peronistas de Mauricio Macri, como el propio De Narváez. Como aquel sector del electorado al que pretende captar Carrió.¿Cómo es posible que los aliados de aquí sean adversarios más allá? ¿Las ideas mutan con los saltos de las tranqueras que dividen las provincias? ¿Acaso tienen ideas?
La convicción ideológica y el proyecto de país perdieron –como nunca antes– la disputa que les libraron el marketing electoral y las encuestas. Esta democracia sin partidos políticos se convirtió en el deporte bienal de encestar el voto en una urna.
Esta noche habrá candidatos ganadores y otros perdedores. Pero los partidos políticos, y la democracia, habrán sido todos derrotados.
Proponer "Rehacer" la política sin comprometerse con el acto tan simple e importante como participar de una elección me parece un mal camino.
ResponderEliminarHay mucha gente que a pesar de limitaciones y errores quiere hacer las cosas bien y superar esta penosa realidad que nos rodea.
El no participar por una dejadez crónica es peor que votar una mala opción.
Te dejo una frase de B. Brecht.
"El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal."
No callemos.
Gracias Hernán por tus opiniones.
ResponderEliminarLas entiendo, no las comparto. No haber ido a votar el domingo 28 es para mi un acto de compromiso y libertad. El manual pre-escolar del buen ciudadano lo conozco. A veces la ciudadanía, como ejercicio, puede ejercerse a través de actos por fuera del manual para mostrar hartazgo y rechazo. Hasta como ejercicio de des-adormecimiento mental.
Mi fe democrática y mis actos de construcción democrática son mi conducta desde que comencé a dividir por tres cifras. Eso no está en riesgo cuando dedcido que lo que me voy a encontrar el Domingo en la mesa del cuarto oscuro me es completamente ajeno a lo que creo que la sociedad necesita. Me he explayado bastante en los entradas sobre las elecciones.
Si las lees, verás que en ellas también expreso mi reconocimiento y valoro a aquellos que construyen y procuran generar propuestas políticas nuevas e idóneas. Eso no me me impide decidir que en el chiquero del Domingo pasado no entro.
Lo de dejadez crónica es extraño, es la primera vez en la vida que recibo una calificación de esa índole. Sólo puedo decirte que no es así.
Votar en blanco, desistir de votar, votar por una opción que nos sea convincente o por una que sea menos mala que otra, o lo que fuere, son decisiones coyunturales. Siempre asociadas a un contexto preciso. El voto en blanco crónico es tan malo como el voto "al menos malo" crónico.
Cali
Gracias por la respuesta frente a mis palabras nacidas de la bronca de leer tu artículo.
ResponderEliminarNacen también de conocer tu conducta y tu compromiso. El calificativo de dejadez crónica no se refiere a tu persona sino que la use para nombrar una actitud que no comparto para nada.
Concuerdo, en cambio, cuando decís que la política se suicidó en la Argentina y que hay que hacerla de nuevo. Lo que me indigna, lo que me enfureció, es que uno de los tipos que me gustaría que participaran de esa reconstrucción haga militancia orgullosa del voto en blanco y de que todo es una mierda.
Entiendo un poco más tu postura luego de la conversación de esta mañana, pero tengo la ilusión que la próxima elección te encuentre siendo parte activa del cambio del sistema político argentino, con el cual te enfrentás día a día y que tanta bronca, rechazo y asco te produce.
Seré un iluso, un boludo quizás. Pero siempre voté convencido. Quizás no me desilusionaron mucho porque las opciones que elegí, pocas veces ganaron.
No quiero confundir. No propongo votar al menos malo. Propongo votar al que más se acerca a tomar las medidas y decisiones más cercanas a lo que uno cree y lo que uno espera. Si no existe, hay que crear esa opción. Mirarla de costado, es lo que no me gusta.
Todo esto claro, si confiamos en el modo en que está estructurado el Estado en nuestro país. Si pensamos que es un sistema que debe ser cambiado entiendo, y respeto más el voto en blanco.
Un abrazo respetuoso.
Uh, Cali. La verdad, en mucho, estoy (raramente) de acuerdo con Hernán.
ResponderEliminarVotar en blanco es de por si un ejercicio de protesta frente a las alternativas electorales. Pero no votar es un acto de desprecio a la oportunidad de expresarse en las urnas. No comparto.
Un abrazo,
paula
Aunque la discusión me parece interesante, en algún punto se me hace demasiado políticamente correcta. Una de las primeras cosas de las que tengo memoria es del 82 cuando mis viejos me llevaron a la Plaza de Mayo en apoyo a la guerra de Malvinas. La segunda es la campaña de Alfonsín. Me acuerdo particularmente de un acto en la cancha de Ferro que tuvieron que cerrar las puertas para que no entrara más gente porque no había lugar y tuvimos que seguir el acto en una pantalla desde afuera de un estadio. Puedo entender que para la generación de mis viejos el solo hecho de votar pueda ser suficiente, al fin y al cabo ellos ni siquiera sabían lo que era ver a un presidente gobernar 6 años.
ResponderEliminarSin embargo nosotros vivimos en otro país. Un país donde podemos pensar mucho más allá del voto. La democracia no es simplemente votar cada dos años, es mucho más que eso. El voto en democracia es un derecho y como tal no puede ser obligatorio. Siempre fui una persona que iba a votar relativamente esperanzado. Pero un día me encontré con la segunda vuelta para intendente de Capital. Y las alternativas eran Macri o Filmus. Me rehusé fervientemente a participar en una elección entre dos ex menemistas que en un acto de “regeneración espontánea” se presentaban como una alternativa a los 90. La abstención, el voto en blanco, el impugnar son formas de protesta fundamentales para la democracia. Tal es así que durante la reforma del 94 se decidió dejar de contabilizarlos para tratar de eliminar la protesta durante el acto eleccionario. La diferencia entre ellos radica en el grado de hartazgo que podamos tener.
Hacer política tampoco es votar solamente cada dos años. Como ciudadanos tenemos la posibilidad de hacer cosas todos los días desde diferentes lugares. Un partido político, una organización barrial, un sindicato, una ONG y/o participando de una marcha como el 19 y 20 de diciembre (opiniones al margen). Nuevamente limitar el compromiso a un domingo cada dos años es un error. La participación es diaria. Ante el desinterés lo que debemos preguntarnos es que estamos haciendo mal. Votar gente limitada y con errores es tan válido como no hacerlo o incluso como apoyar al más hijo de puta de todos si realmente creemos que es la mejor opción. Lo importante es actuar con convicciones o al menos tener la libertad de decidir que mierda hacemos. La rebeldía es la base de la democracia.
Ramiro
Pd: Aclaro por si hiciera falta que yo fui uno de los 4 gatos que voto al socialismo en capital.
Pd2: no recuerdo exactamente cuando ni donde pero hace algunos años en EEUU, un grupo de dementes candidateó a intendente “una planta” que terminó venciendo a republicanos y demócratas. Después se la fumaron.
"Si votar sirviese de algo, estaría prohibido"
ResponderEliminarExpresión popular
Esta "democracia" se está asemejando en demasía al manto eufemístico que encubre un mismo sistema perverso. Distintos medios, símiles fines.
Es obvio que la democracia participativa es mucho más que el acto eleccionario. En otros países (EEUU entre ellos, "líder" de la democracia), votar no es obligatorio. Personalmente creo que es un error y los comentarios tanto de Ramiro como de Mauro no hacen más que confirmarme que en nuestro país sería un gravísimo error disponer que el voto fuera sólo un derecho y no también una obligación (como lo es).
ResponderEliminarEl nivel de hartazgo y rechazo es alto, pero no se soluciona no yendo a votar. Por el contrario... bah, otra humilde opinión.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHabrá que comenzar a pensar un mundo distinto, en el que lo menos malo no siempre es lo mejor. Creo que estaremos de acuerdo en que la democracia es la forma de gobierno menos mala que nos ha tocado en suerte.
ResponderEliminarAhora bien, ésto bajo ningún concepto excluye que la aniquilación característica del mismo sistema que en otros años subyació a una manifestación más cruda y radical, como lo fue el terrorismo de Estado -por poner un ejemplo de insania gubernamental-, no siga ocurriendo eufemísticamente.
Usualmente no podemos ver la realidad en la que estamos inmersos, porque no tenemos la perspectiva necesaria. Ayer, la Plaza se llenó para vivar a Galtieri por Malvinas; hoy defendemos intrínsecamente una democracia excluyente, cuyos muertos siguen siendo políticos. Ayer fusil en mano. Hoy Decreto o Ley mediante. Se aniquila a todo aquel potencialmente peligroso o improductivo para el sistema. Ayer, al idealismo intransigente. Hoy al excluído, al indigente, al nativo...
Mientras tanto, la brecha se sigue dilatando. Porque es ineludible tomar distancia y cambiar la perspectiva. La lucha debe ser de raíz y trascender el tamiz de la "forma", para comenzar a cambiar de una vez por todas, un sistema perverso que ya hace agua por donde se lo mire.
yo, nuevamente.
ResponderEliminarInsisto que las opciones que uno tiene ante un acto eleccionario son múltiples. Votar por A, B o C; votar en blanco; no ir a votar o impugnar el voto. Cualquiera puede ser, a mi juicio, válida. Depende las circunstancias y por supuesto las aspiraciones que uno tenga.
Nunca sostuve el abstencionismo ni tampoco pregono por el voto en blanco.
Sólo digo: el 28 de junio no voté. Dichosos quienes sintieron que pudieron expresar algo ese domingo. Yo no sólo no tenía nada para expresar a través del voto y sí tenía la suficiente mufa y ganas de decir NO como para no ir.
Hay momentos que para construir hay que decir que NO, dar un paso al costado, decir "no juego", expresar el hartazgo.
Tipica postura, nada me representa, comodidad de los aburguesados, que por el exceso de bienestar ya no los representan los partisos de antaño y hoy les da vergüenza poner en el sobre la lista que en realidad votarían, por eso no van a votar. El problema no son las elecciones, elegir para muchos es una pesadilla existencial. Nunca elegimos lo que realmente queremos, siempre optamos, pero cada elección, sí bien es una alienación, es también una particularizacion, un recorte que nos individualiza. Hay gente que no elige o no opta y sigue siendo un "universal abstacto". Democracia no solo es expresarse, es optar por algo, por como queres que se "recorte" la vida pública de tu sociedad, sí no particularizanos seguimos siento la nada.
ResponderEliminarPd. Prefiero la frase de Brecht, "cuanto más inocentes son, más merecen ser fusilados" , para los que la entiendan.
Impactado por la última respuesta que si bien no tiene firma puedo oler su autoría.
ResponderEliminarPerdón, ¿dónde puedo reclamar mi exceso de bienestar?
ResponderEliminarCreo que toda esta entrada se basa en las diferentes formas que cada uno tiene de ver la participación. Si todos tenemos que optar de una misma manera entonces si vamos a ser la nada.
Hay que aprender a respetar o al menos bancarse la diferencia.
Bueno, como dijera una vez El genio Einstein, solo existen dos cosas infinitas: el espacio y la estupidez humana.
ResponderEliminarLook at my site ... Amelia A