Tomo este vocablo del título de un libro de Claudio Chaves, autor de ideas peronistas bastante bizarras, pero que ahora no vienen al caso. Me parece un hallazgo para describir esta especie de política, o mejor dicho, de discurso casi casi dominante hoy día y cuyas fuentes se basan en lo que alguna vez, en el pasado, podría haberse autodenominado como “izquierda”.
Recuerdo que lo de “progresismo” no existía antes. Quizás la necesidad de acuñarlo haya sido la desaparición de la “izquierda” como categoría política mas o menos creíble, intimidante y digna de consideración. Pero sucede que las fuentes ideológicas y simbólicas de este “retro-progresismo” se ubican en un tiempo y espacio sólo existentes en el pasado. En éstas épocas de turbo-capitalismo, nano-ideologías y eco-suicidio, estos personajes me parecen salidos de esas películas futuristas de varias décadas atrás. Un futurismo naif que hace décadas ya fue abandonado hasta por el cine y la literatura en virtud de las evidencias del presente.
Hace unos días participé de una reunión donde funcionarios nacionales de alto nivel y legisladores nacionales desarrollaron una especia de ritual místico, donde lo único que faltaba era el médium que los conectara con los espíritus que, seguramente, sobrevolaban por la sala. El ritual místico y embriagador de la fisión nuclear (o mejor ficción nuclear).
No voy a abundar en los disparates económicos, energéticos y tecnológicos que significan las sumas de cientos y miles de millones de dólares que estaban aprestándose a aprobar para sacrificarlos en el altar de esa religión llamada “energía nuclear”.
Me sigue sorprendido que máquinas que generan energía de manera más barata, más simple, más segura, menos ruidosa y aparatosamente no les mueva un pelo. Pero cuando se trata de centrales atómicas, estos diputados y diputadas pierdan la cabeza. Así es como describen cada paso en la obra de Atucha II como una epopeya de la raza humana en el dominio del universo. “Pone la piel de gallina” dice uno cuando cuenta que vio el núcleo del reactor, algo que cuando se cierre “nunca nadie podrá volverá a ver”. Todos lo escuchaban con éxtasis y ahí mismo comenzó a organizarse un viaje al centro del núcleo del reactor de Atucha II para dentro de dos semanas.
El disparate nuclear distrae recursos de todo tipo para enfrentar con sensatez y realismo al cambio climático. No hace mucho puse una entrada sobre esto y quiero unirlo a mi opinión sobre estas elecciones y mi campaña personal: “el desafío de la blancura”.
Uno de los desafío que deben atravesar cualquier candidato que pueda ganarse mi voto debe haber mostrado,por lo menos desde hace unos diez años, cabal comprensión del dilema energético, la encerrona nuclear y el tremendo desafío para el desarrollo social y económico que implica el cambio climático. Si no puede demostrar tal cosa. No tendrá mi voto.
Hace poco, debido a mis comentarios en el “desafío de la blancura”, me mencionaron a Sabbatella, otros me sugieren a Pino Solanas, otros al socialismo. Bien, lo siento, ninguno de ellos supera esa prueba. El socialismo ha hecho muestras de visión al respecto, es una opción que puede explorarse y puede que supere esta prueba. De Sabbatella, nada se sabe, no creo que esté en su registro nada de esto. De quienes lo acompañan, hay que explorar. Raimundi no ha hecho mal papel en los debates sobre estos tópicos cuando le tocó participar. Solanas definitivamente no pasa esta prueba.
Para cuando una reflexion acerca del retro positivismo?
ResponderEliminarBuena cuestión. Contesto y me explayo en una próxima entrada sobre Acuarela porque hay un artículo en el que tenía pensado hacer referencia al positivismo. Así que, en unos días.
ResponderEliminarCali