domingo, 19 de octubre de 2014

Canuto Cañete, detective privado

En relación a mi entrada previa, “Vulnerabilidad, internet y pillaje”, una de los aspectos que allí señalé es que la vulneración de correspondencia privada es un acto “muy alejado del ideal de privacidad que a lo largo de siglos hemos logrado conquistar como un derecho”.

Profundizando lo que allí puse, es que esa conquista, se plasmó durante el siglo pasado en la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Declaración dice:

Artículo 12.

Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra y su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Por esta razón, la Ley 26.388, que en mi artículo previo cito, pena la violación de correspondencia privada y correos electrónicos.

Ahora bien, también señalé allí que en mi caso suponía haberme topado con alguien “que creerá que es muy progresista y esclarecedor publicar correspondencia privada de los demás”. Entonces, voy a ser un poquito más explícito sobre este punto.

Si, efectivamente, se trata de gente “progre” (porque en realidad son varios) quienes están tan interesados en mis correos privados y en publicarlos anónimamente en internet. Acto heroico de estos tiempos.

Diré algo más. Se trata de gente que seguramente ustedes los ven o leen con mucha frecuencia juzgando con severidad a los demás, explicando cómo deben comportarse las empresas, los ciudadanos, los políticos y Dios y María Santísima. Todos los días ellos denuncian y te dicen lo que debemos hacer para que este mundo, este país y esta ciudad, sean más humanas, justas y sustentables. Así es, sermonean al prójimo sin hacerse cargo de portar una mínima dosis de moralidad. 

Canallas que, disfrazados de defensores de la humanidad, espían y amenazan. ¿Quiénes y por qué? Habrá más.

Cali

 

 

  

 

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