miércoles, 21 de noviembre de 2012

COP18, el ritual anual pre-navideño

En las vísperas de una nueva reunión de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP18), esta vez en Doha, Qatar, comienza a reiterarse el conocido ritual de las publicaciones de organismos internacionales y agencias científicas en relación al estado del clima.

Dicho ritual informativo, aunque reiterado y deslucido a raíz de las inocuas reuniones anuales, sigue siendo un imprescindible ejercicio que aún espera convertirse en factor de decisión política. Aunque por ahora, seguirá siendo un ejercicio académico y represente apenas un efímero interés periodístico previo a las navidades.

En el día de ayer la Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió su comunicado de prensa N° 965 titulado Las Concentraciones de Gases de Efecto Invernadero alcanzan un nuevo récord”.

Veamos:

Según la OMM, en 2011, la cantidad de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera alcanzó un máximo sin precedentes. Entre 1990 y 2011, se registró un aumento del 30% en el forzamiento radiativo, -el efecto de calentamiento en nuestro clima- debido al dióxido de carbono (CO2) y otros gases de larga duración en la atmósfera y que atrapan el calor del sol.

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El estudio de la OMM es un análisis de la composición actual de la atmósfera y su implicancia climática. Como se puede ver en el gráfico anterior, el CO2 es el principal gas que contribuye al aumento del efecto invernadero, contribuyendo en aproximadamente un 85% del incremento en el forzamiento radiativo durante la última década. La principal fuente de CO2 es la quema de combustibles fósiles. Otra importante fuente de este gas es la deforestación.

Veamos su evolución a lo largo de los años:

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Desde el inicio de la era industrial en 1750, se han emitido a la atmósfera cerca de 375.000 millones de toneladas de carbono (375 GtC) en forma de dióxido de carbono (CO2). Aproximadamente, la mitad de este dióxido de carbono permanece en la atmósfera mientras que el resto es absorbido por los océanos y la biósfera terrestre.

Esas emisiones de CO2 permanecen en la atmósfera durante siglos, incrementando el natural efecto invernadero y el consiguiente aumento de las temperaturas globales. La curva color azul refleja la concentración de CO2 en la atmósfera, un imparable ascenso que ha pasado del nivel preindustrial de 280 partes por millón (ppm) a los actuales 390,9 ppm en 2011.

Como era de preverse, en ausencia total de políticas globales para reducir las emisiones, el CO2 atmosférico alcanzó un nuevo record este año.

La curva verde nos indica esa concentración en ausencia del rol que cumplen los océanos y la biósfera terrestre absorbiendo CO2, los que actúan como “sumideros”. A lo largo de los años hemos ido perdiendo capacidad de absorción por la pérdida de masa vegetal debido a la deforestación. Sin embargo, la absorción se ha sostenido, los océanos han incrementado su absorción de CO2, pero no es gratuito. Según el vocero de la OMM “Hasta el presente, los sumideros de carbono han venido absorbiendo casi la mitad del dióxido de carbono que el hombre emite a la atmósfera, pero no necesariamente seguirá siendo así en el futuro. Ya hemos observado que los océanos se están volviendo más ácidos como consecuencia de la absorción de dióxido de carbono, lo que puede repercutir en la cadena alimentaria submarina y los arrecifes de coral. Existen muchas más interacciones entre los gases de efecto invernadero, la biosfera terrestre y los océanos, y necesitamos fomentar nuestra capacidad de vigilancia y nuestros conocimientos científicos con el fin de comprenderlas mejor”.  

La actual concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha generado un aumento de la temperatura global de alrededor de 0,8°C respecto de la temperatura promedio preindustrial. El valor exacto de este año lo sabremos con precisión para marzo de 2013.

Hasta aquí la OMM nos muestra el constante incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. ¿Qué sucederá de ahora en más?© The World Bank

Otro informe, esta vez del Banco Mundial, titulado "Turn Down the Heat: Why a 4°C Warmer World Must be Avoided”, publicado esta semana, advierte, en realidad, reitera, que la actual tendencia de emisiones globales nos conduce a una suba de la temperatura global por encima de los 3°C, con chances de alcanzar los 4°C.

Recordemos que la comunidad internacional ha acordado que la temperatura global no debería exceder los 2°C para mantener al planeta dentro de ciertos cambios climáticos “tolerables”. Ese límite es aún considerado excesivo por muchos.

Emitimos globalmente alrededor de 50 GtC anuales y ese valor aumenta año tras año, como puede verse en el gráfico de abajo. Aún con los “compromisos voluntarios” asumidos desde Copenhague (2009) para acá, el efecto sería mínimo (zona gris “Pledges range”). La tendencia indica que en el año 2020 se emitirán unos 56 GtC, con los “compromisos”, estaríamos entre 53 GtC y 55 GtC. Nada relevante. Vamos derechito a un colapso.  

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Nada nuevo. Sólo datos que muestran que ante la ausencia de acuerdos globales, inexorablemente, marchamos a una suba de temperaturas que ponen al clima en un terreno totalmente desconocido.

Este año se termina el Protocolo de Kioto. Buena parte de la comunidad internacional lo ha dejado morir, nuestro país hizo lo suyo también. No hay “acuerdos voluntarios” ni acciones individuales, por más bien intencionadas que sean, que puedan revertir las gigantescas tasas de deforestación, el incremento demencial en el uso del carbón y el consumo imparable de petróleo y gas.

Habrá más postales pre-navideñas mientras se desarrolle, sin pena ni gloria, la COP18.

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