Pasados unos días de esos comentarios preliminares y habiendo recibido comentarios con preguntas y cuestionando algunas de esas opiniones, aprovecho para explayarme un poquito más sobre algunos aspectos no desarrollados anteriormente.
Las descripciones sociológicas que explican (siempre a posteriori!) las razones del éxito de Obama, en general, no me convencen. Sucede, por ejemplo, con la hipótesis de Caparrós (Crítica, 20/1/09) según la cual en el voto a Obama existe un propósito de doble disculpas: por la esclavitud y por el gobierno de Bush. Pecados del que la sociedad estadounidense habría querido redimirse, según Caparrós esos pecados son “básicamente dos: uno pequeño, inmediato –la presidencia Bush– y otro enorme, incesante: la esclavitud”.
Para ponderar tales supuestos debemos tener en cuenta que la cantidad de personas que votan en Estados Unidos son aproximadamente la mitad del electorado. O sea que la opinión expresada en las urnas es de una minoría. Ahora esa minoría se reduce aún más si tenemos en cuenta que Obama ganó con el 52,9% de los votantes. McCain obtuvo el 47,5% de los votos. Quiere decir que el 47,5% de los votantes no sólo no lo votó, sino que votaron directamente en CONTRA de Obama. Entonces, lo que podamos decir sobre el voto Obama, para luego extrapolarlo a la sociedad toda, requiere que se lo haga con cuidado y teniendo en cuenta esos porcentajes mínimos y estrechos.
Por otro lado tengo la siguiente opinión: la situación de los repúblicanos era realmente muy mala para estas elecciones luego del desastre del prolongado gobierno de Bush con una superposición de guerras, ataques y amenaza terrorista, denuncias de todo tipo, una crisis económica histórica y el repudio generalizado de todo el planeta. Con este panorama y humor social la presidencia se decidió, prácticamente, en las internas de los demócratas. Esas internas no fueron nada fácil para Obama. Si en ellas hubiera emergido Hillary Clinton como candidata demócrata, me parece que el resultado no hubiera sido muy diferente. Hoy tendríamos a Hillary en la Casa Blanca. Esto es un ejercicio contrafáctico, lo sé, y hay que huir de estas cosas, pero tampoco me parece descabellado. Quiero decir, cualquier candidato competente demócráta hubiera tenido altísimas chances de ganar. Entonces, a mi juicio, la razón fuerte del voto a Obama es el repudio y rechazo a la era Bush, ese repudio fue lo que volcó las preferencias electorales de una minoría que oscila en alrededor del 10% del electorado, que es la minoría que puede votar para un lado o para otro, acorde a su cambiante humor.
Con esto quiero decir que desestimo todas las explicaciones que vayan más lejos que el rechazo a Bush para justificar a Obama. Por supuesto, hay un síntoma interesante en que los demócratas se hayan animado con él y la sociedad no se haya espantado. Pero francamente, no me parece determinante. No creo que la sociedad quiera ser disculpada por su vergonzoso maltrato a los negros y así obtener un nuevo crédito para lanzarse a nuevas cagadas globales o que Obama sea un títere, o peor, una simple máscara, colocada allí para dar una señal de cambio y esperanza para la gilada y seguir por detrás haciendo lo mismo. No no creo en aqullas hipótesis que derivan en tales conclusiones perversas. Bueno, déjenme hacer a mí también mi sociología de café.
Volvamos al tema de la esperanza. Obama generó en su electorado un entusiasmo pocas veces visto, entusiasmo que ni por asomo logró Kerry en el año 2004, se acuerdan? Así y todo, a Kerry lo votó el 48,3% del electorado (las diferencias en cuanto a votos son mínimas!). Ese entusiasmo con Obama se irradió por todo el planeta (con la excepción, por supuesto, de los iluminados argentinos). Algunos ejemplos de esa expectativa generada los da Lanata en su nota, luego, en la nota que incluyo al final de Miguel Bonasso, se citan otros. Basta también mirar la cobertura que ha hecho, por ejemplo, el semanario Brecha (Uruguay) sobre Obama. Si tuviera que sintetizar a la inmensa cantidad de voces que expresan esa esperanza debería hacerlo con un extenso discurso que combinara una sabia dosis de pragmatismo y lucidez, una mesurada, pero también necesaria, mirada critica, una militante actitud de que la esperanza es una obligación. Todo eso mezclado con la voluntad de hacer de la política una materia digna en donde involucrarse. Ese complejo discurso se podría desarrollar más o menos así: “… Ojala”. Es simple, no es tan complicado.
Escribía un borrador en torno a la palabra "ojalá" cuando en el diario Crítica del domingo pasado, Miguel Bonasso remata su nota apelando a ese mágico “ojalá”. Nadie podrá decir que Bonasso sigue la línea editorial de ninguna usina de pensamiento cipayo. Creo que lo hace en base a mucho de lo que puse a modo de exageración en el párrafo anterior.
Antes de terminar, algo sobre el afuera y el adentro al que hacen referencia los comentarios. Lo exterior (entusiasmo Obama) y lo nacional (entusiasmo Kirchner). No sé las razones por las que Lanata no adhirió al entusiasmo del proyecto de transversalidad de Kirchner. Puedo explicar sí, las razones por las que, en mi caso, no operan de manera similar ambas situaciones. Si bien de Obama se poco, se lo suficiente como para animarme a pronunciar ese mágico “ojalá”. De Kirchner sabía mucho más, lo suficiente como para tener una actitud, como mínimo, muy cautelosa. Sobre los resultados del gobierno Kirchner, sería para otro capítulo.
Finalmente, un detalle no menor. Miguel Bonasso lo rescata y Fidel Castro lo mismo, y me alegra que lo hagan. Obama parece estar muy cerca (y ojalá lo esté!) de Jimmy Carter, para mi un tipo sobresaliente. Entre otras cosas, quiero recordar que Carter hizo mucho por los argentinos en los peores años de nuestra historia. Lamentablemente el mandato de Carter terminó mal (colaboraron activamente los de siempre) y su fracaso dio paso a Reagan. Ojalá Obama pueda. Es todo.
Cali
Crítica - Contratapa
La esperanza negra
¿Podrá iniciar Obama las grandes reformas que EE.UU. necesita? ¿O se conformará con algunos cambios gatopardescos? M. Bonasso.
Por M. Bonasso
25.01.2009
Desde que Jim Jeffries desafió sin éxito al campeón negro Jack Johnson, se acuñó en la jerga boxística mundial aquello de “la esperanza blanca”, que luego se extendería a cualquier actividad humana como símbolo de lo deseado pero improbable.
Si la esperanza blanca parecía poco probable en el campeonato de todos los pesos, la esperanza negra era directamente inconcebible en el ring de la política estadounidense. Sin embargo ha ocurrido, está ocurriendo. Tal vez por esa acertada definición de Bismarck, el Canciller de Hierro, que supo conciliar los intereses de su clase junker con los de una burguesía en ascenso: “Todo político llega tan alto como la ola que tiene por debajo”. Y no cabe duda de que Barack Obama tiene un tsunami bajo la tabla.
Hasta el momento cabe decir que ha sabido surfear con enorme destreza sobre la ola de cincuenta metros hasta alcanzar la presidencia, pero una cosa es conquistar el poder y otra muy distinta lo que se hace después con él. Allí, incluso los líderes mejor dotados hacen lo que pueden y no siempre lo que quieren. “En política –sentenciaba Perón– si uno consigue el 50 por ciento de sus objetivos, se puede dar por muy satisfecho”.
Al relatar su reciente encuentro con Cristina Fernández de Kirchner, Fidel Castro lo sintetizó muy bien: “Expresé que no albergaba personalmente la menor duda de la honestidad con que Obama, undécimo presidente desde el primero de enero de 1959, expresaba sus ideas, pero que a pesar de sus nobles intenciones quedan muchos interrogantes para responder. A modo de ejemplo me preguntaba: cómo podría un sistema despilfarrador y consumista por excelencia preservar el medio ambiente”.
Una reflexión atinada y justa, que excluye el escepticismo esquemático, apostando a la buena fe de quien aparece como emergente de un gran cambio pero no deja de considerar la inevitable tensión entre el individuo y el sistema. En un país donde presidentes como Abraham Lincoln o John Fitzgerald Kennedy fueron asesinados por desafiar el racismo, la intolerancia o ese poder detrás del trono que Ike Eisenhower denominaba “el complejo militar-industrial”.
¿Podrá iniciar Obama las grandes reformas que Estados Unidos (y, en consecuencia, el mundo entero) necesita para lograr la paz y un desarrollo sustentable que no acabe en este siglo con los recursos naturales? ¿Es, como sostienen algunos analistas, el dirigente realista que pondrá fin al sueño hegemónico de la dinastía Bush para reconocer de una vez por todas la multilateralidad internacional? ¿Será lúcido como aquellos estadistas británicos que conformaron el Commonwealth cuando era evidente que el Imperio iniciaba su declinación después de la Segunda Guerra? ¿O se conformará con algunos cambios gatopardescos que eludan la cuestión de fondo?
Las primeras medidas (positivas), su discurso inaugural auspiciando una nueva suerte de modelo rooseveltiano y un regreso a los valores fundantes del país multiétnico que ahora comanda van en la dirección correcta. Pero es el título, falta la nota.
Hace unos veinte años, cuando la Unión Soviética naufragaba como consecuencia de ese "socialismo real” que no era real socialismo, en una larga sobremesa mexicana, en casa del inolvidable Fernando Benítez, escuché con cierta sorpresa una profecía de Gabriel García Márquez: “Estamos viendo la Perestroika soviética, algún día asistiremos a la Perestroika norteamericana”.
No parece que esa circunstancia radical haya llegado, pero es evidente –según las propias palabras de Obama– que la crisis económica, social y de credibilidad hacia adentro y hacia fuera merece “ambiciosos planes” que restablezcan el idealismo y el voluntarismo de los padres fundadores, aquella “reducida banda de patriotas (que) se juntaba ante las menguantes fogatas en las orillas de un río helado”.
“Hoy les digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto período”.
Nadie sabe aún cuántas brazas más abajo se encuentra el lecho marino de la crisis. Nadie puede asegurar que el neokeynesianismo que propone Obama, con un mercado inevitablemente regulado por el sector público, contará con los recursos para recrear un necesario Estado de bienestar. Estados Unidos disfrutó en los cuarenta de un neokeynesianismo de guerra eficaz, pero la receta dejó de rendir frutos con el belicismo atroz de W. Las invasiones de Afganistán e Irak, unidas a la especulación desenfrenada del modelo neoliberal, influyeron de manera decisiva en la actual crisis económica.
Hacia adentro, desde la campaña hasta el discurso inaugural, Obama se ha preocupado por restablecer la política, solicitando y obteniendo hasta el fervor el apoyo de los ciudadanos de a pie, de los descendientes de aquellos “hombres y mujeres (que) lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor”.
Hacia el exterior convoca a dialogar al mundo musulmán y admite “que no nos podemos permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado y nosotros tenemos que cambiar con él”.
Efectivamente, no hay mundo futuro posible cuando un solo país devora el 25 por ciento de la energía global y contribuye en igual o mayor medida a ese efecto invernadero, que amenaza cambiar la faz de la Tierra cuando los casquetes polares se derritan y los océanos sumerjan a naciones enteras.
El keynesianismo de Franklin Delano Roosevelt funcionó sobre la base de gigantescas obras públicas y la industria automotriz dinamizando al conjunto de la economía. Hoy la fórmula es obsoleta: la General Motors, cuyo beneficio –según un ministro de Eisenhower– era el de Estados Unidos, está en terapia intensiva, compartiendo la sala con otras corporaciones industriales y financieras.
Éstas son algunas de las dificultades objetivas con las que deberá enfrentarse Obama. Además están las subjetivas. Las de los depredadores que le dejaron esta herencia y tuvieron que retirarse abucheados por los ciudadanos de a pie. Los codiciosos que no se esfumaron y han demostrado a lo largo de las décadas que saben cómo acotar el poder ajeno o retomar el propio.
Éstos son los interrogantes a los que seguramente se refería Fidel, que vio desfilar durante su liderazgo a diez presidentes de los Estados Unidos y sólo rescató plenamente a uno, bienintencionado como Obama, que se llama Jimmy Carter.
En cualquier caso, ojalá que la esperanza negra se confirme en los hechos y avancemos hacia un mundo más racional y humano.
Después de leer algunas cosas, pienso que hizo bien Hitchens en destacar el elemento de arrogancia entre los Obamaníacos. Vamos por partes:
ResponderEliminar_la auto-referencia, por qué lo de "los iluminados argentinos"? ya los griegos le daban a la "esperanza" una connotación negativa, no es un invento argento. Además la prensa local (argentinos) no dudó en abrazar el fenómeno Obama al igual que en otras partes del mundo. Si es por los comentarios "virtuales", a los que respondió Lanata por cierto (caso raro en él), estos suelen ser más una especie de microclima que no difiere demasiado de las cosas que se leen en foros o en los comments de los medios de USA o UK por ejemplo. Si Obama se hubiera presentado en Argentina como candidato hubiera ganado con una diferencia a favor mayor que en su propio país - http://www.iftheworldcouldvote.com/
_lo de Lanata y K lo puse de ejemplo circunstancial porque era una situación donde se tocó fondo, al igual (no tan igual) que los norteamericanos ahora. Podría haber sido Lanata y cualquier otro político, o hasta un prócer o un científico, de los que Lanata también le gusta hablar (cinicamente!), Kirchner es lo de menos, el día que lo escuche o lea a Jorge escribir algo parecido sobre algún personaje local, quizás le crea un poquito, mientras tanto me parece, más que un cínico (o además de eso), un chantún.
_el escrito de Bonasso no me provoca las reacciones negativas que si lo hace la columna de Jorge. En mayor parte diría que coincido con Miguel, por qué? porque su artículo apela más a la razón y no tanto a la ilusión pura como el primer escrito de Lanata. Miguel formó parte de este gobierno hasta que finalmente se des-ilusiono. Esto lo destaco porque significa que cuando dice "ojalá" es que verdaderamente lo siente así. Tiene la capacidad de esperanzarse y actuar en consecuencia. Otros no sé. Aunque un cínico podría interpretar (y con razón) que se desilusionó del gobierno cuando a este no le empezaron a dar bien las encuestas de opinión. Hay varios que ahora de repente no quieren saber nada con el oficialismo, siendo que unos meses atrás lo acompañaban.
_si Barack Hussein hubiera asumido en Argentina, vos honestamente pensás que muchos que hoy están subidos al carro de Obama y repiten como loros "YES WE CAN" tendrían la misma postura? a Lanata lo imagino quejándose de lo incogruente que es pedir austeridad mientras se gastan millones en una "fiesta" política, o contando los entretelones del escándalo de la venta de la banca de Obama en el Senado por un gobernador, o en vez de esa tapa dedicada al cierre de Guantánamo, una dedicada a las víctimas civiles (entre ellas mujeres y niños) en Pakistán por el ataque de los drones norteamericanos que Obama himself autorizó, titularía "MÁS DE LO MISMO" con la cara de Barack y Bush ingeniosamente transfiguradas gracias al photoshop y también escribiría una columna sobre su silencio "cómplice" en Gaza... en fin, le criticarían hasta que use una Blackberry!
Por eso te preguntaba quiénes son verdaderamente los cínicos. No creo que sea una mera cuestión de si te cae simpático o no el grone, porque aquí parece que se terminaron discutiendo dos cosas: por un lado el fenómeno Obama, y por el otro, cierta ideosincrasia argentina. Lanata peca de mezclar ambas para intentar justificar su pésimo artículo. Yo insisto, por mi parte, con la idea de aborrecer esa actitud bipolar de varios argentinos de ver lo foreigner con "ojos de niño" y lo de adentro como el mayor de los cínicos. Un poco de equilibrio no vendría mal. Ya dejando de lado la política, y podría dar miles de ejemplos de este tipo, es como el que se va de vacaciones a Brasil y proclama que "es más seguro", cualquier estadística te dice que ni remotamente es más seguro, pero por que a ellos no les paso nada durante esa semanita y media que estuvieron, en la que además no vieron noticieros o leyeron periodícos locales, están convencidos (o se auto-convencen) que es así. Y por qué destacan esta supuesta e inexistente "cualidad" entonces? porque aquí es un tema que está en el centro de la tormenta ¿? Digan que es más barato, que las playas son mejores o que la alegría es brasilera... todo eso se los acepto, porque después de todo yo veraneo en Brasil ;-)
Saludos.
Bien, opiniones son opiniones.
ResponderEliminarA mi resulta dudosa la supuesta "arrogancia" de Obama, Hitchens ha dicho: "¿Por qué Obama es tan insulso, vacilante y cobarde?". Simplemente no coincido. Si se mira la tapa de Crítica que coloqué en la entrada verán que el cierre de Guantánamo dividió la opinión pública con tan sólo un 51% a favor de esa medida. Qué político toma esa decisión con la opinión pública con semejante división?. Por estas pampas, se mira las encuestas y luego se hace lo que la tribuna pida. Si eso es "arrogancia", bueno, lo es.
Finalmente, Hitchens convocó a votar por Obama.
Además, Obama no organizó un concierto de rock en una cárcel cerrada hace 25 años. Tomó la decisión de desactivarla con presos adentro, donde se sospecha que algunos de ellos pertenecen a celulas de diversas agrupaciones terroristas. Ahora son varios los países que no quieren saber nada con recibir esos presos, aún bajo procesos legales. También se las deberá ver con la oposición interna para ejecutar esa medida.
uuf!, son tantas cosas para comentar!
No sé que decían los griegos sobre la connotación negativa de la esperanza. Yo creo que en los tiempos que corren nunca más cierta aquella frase de Barbara Ward (en la primera conferencia sobre ambiente de la ONU, 1972) "tenemos el deber de la esperanza". Tenemos el deber de generar esperanza y regenerarla en cada momento. Ese es el motor de la acción política y la única razón para vivir y morir.
Respeto al "no future", ya que tenemos la misma información, diferimos quizás en el momento en que bajamos los brazos... o se nos acaba la arrogancia!!
Gracias por ayudar a pensar.
Ah! Una última cosa, por algo que decís en el anterior comentario, quien sacó al país del infierno fue Duhalde, Kirchner fue parte de la construcción de Duhalde para salir de la crisis. Kirchner lo miró todo por TV.
Cali
Con respecto a la discusión me gustaría decir algo:
ResponderEliminarMás allá de lo que digan muchos autooráculoscreídos, creo que ver en EEUU a un presidente negro es emocionante. Que una sociedad racista como la estadounidense vote por Obama es algo esperanzador . Porque convengamos que Obama no es Condie.
Puede sonar iluso esperar algo progresista de los yankees, pero . . .si biene?
Como cualquiera que llegue al poder no sólo su obra es lo que hace, sino lo que puede generar. Hay mucha gente piola apoyándolo.
Por ahí se nos da! y pedimos que nos invadan !!!
jaja
Guillermo
"si viene?"
ResponderEliminarsi viene, viene. Bienvenido sea.
Nada más que me gusta el derecho de, como dije, optar por no tragarme toda esa parafernalia mediática (la más cara de la historia) y no ser tildado a la vez de cínico, frustrado o cualquier otro gentilicio del momento ("autooráculoscreídos" esa es nueva :P).
Por otra parte me parece que lo mejor es dejarlo a Obama tranquilo, que haga lo suyo y después vemos, y no proyectarle tantas expectativas exageradas. Only human.
En cuanto al racismo, los negros están bastante incorporados a la sociedad norteamericana, obviamente existen los ghettos, pero hoy la discriminación pasa más por un tema de clasismo. Barack estudió en Harvard, eso es lo que importa, si hasta hay WASP que apelan a su madre blanca para decir que bueno en realidad no es tan negro. Como también están (del otro lado) los grones fundamentalistas acusándolo de "oreo".
Creo que los verdaderos discriminados hoy son los "latinos".
Un agregado sobre presis republicanos y demócratas. Bush fue el mejor aliado que tuvo Argentina en su dura negociación con el Fondo unos años atrás, eso es un hecho curioso. Los republicanos parecen ser un poco más abiertos en materia económica, quizás para compensar lo cerrado que son en otros temas. Habrá que ver como el reciente y bien demócrata "Buy American" afectará a la Argentina si es que es finalmente aprobado. La Unión Europea ya puso el grito en el cielo. A Obama se lo ve ahí en el medio, aún tranquilo y sonriente, entre las presiones de su propio partido y las que vienen de la comunidad internacional.
Saludos.
fe de errata:
ResponderEliminargentilico(no) adjetivo(sí).
Ahora sí, saludos.