martes, 29 de diciembre de 2009

Lost

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Argentina es un país extraviado. Se perdió. Nadie sabe muy dónde está, dónde se lo puede ubicar. Es indescifrable, sus señales son confusas e imposibles de entender, aún para sus habitantes.

¿Cuándo ocurrió esto? Supongo que hace mucho tiempo. Hay síntomas que datan de hace muchas décadas. Hoy el extravío es casi total.

En los últimos meses he visto la patética (des)ubicación de Argentina en torno a una de las negociaciones más endemoniadas de la historia, las negociaciones en torno al cambio climático.

DSC_3403%20lca%20rm%20argentina_sArgentina desarrolló un extraordinario papel: no hacerse notar, pasar desapercibida, “haciéndose el boludo”, diría Felipe Solá. Sólo que esta vez lo hicimos a escala planetaria.

La culpa del fracaso absoluto de estas negociaciones es fácil (y de manual) adjudicársela a Estados Unidos, Japón, China y a una pandilla que todos conocemos. Pero Argentina no se queda atrás cuando se trata de esquivarle el bulto a la pelea e hicimos nuestra contribución en materia de irresponsabilidades.

Los países, en general, procuran mantener una mínima coherencia entre lo que son, lo que desean ser, lo que se espera de ellos y lo que demandan a los demás. Argentina, en cambio, se saca la foto como miembro del G-20 y anda mendigando ayuda como si fuésemos Haití o Sierra Leona. Nos presentamos como una potencia tecnológica y pioneros de la industrialización en la región, cuando nos conviene, y al mismo tiempo reclamamos que si las nuevas tendencias tecnológicas o de consumo nos dejan a un costado, deben indemnizarnos. Una categoría de país que a nadie le gusta o que no es de confiar.

Todo esto a llegado a niveles inéditos. Esperpénticos.

Hay muchos artículos y notas que se publican periódicamente en torno a nuestros desvaríos. Algunos los he coleccionado para poder compartirlos aquí, como es el caso del artículo de Sylvina Walger que sigue.

Cali

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Pinceladas de un país vulgar

A los presidentes Fernández-Kirchner les gusta vivir así, con el corazón en la boca por la inseguridad, el "clima destituyente" y las marchas y contramarchas. La grotesca pelea entre D`Elía y Tinelli, Susana y Mirtha.

Sylvina Walger, 14.11.2009 (diario Crítica)

Será que les gusta vivir así (a los presidentes Fernández-Kirchner), con el corazón en la boca, o que realmente estamos orillando el borde del abismo. Me refiero a los dos temas que nos han tenido en vilo estos últimos días (pese a que hasta el 18 estará en vigencia la semana contra la depresión). Por un lado la inseguridad –a esta altura endémica–, por otro el bendito “clima destituyente” y sus marchas y contramarchas. Respecto de la inseguridad, lo increíble es que en vez de acabar en un debate serio que genere políticas a largo plazo, el tema se ha diluido en un enfrentamiento entre las máximas figuras de la farándula argentina y Luis Chirola D’Elía. Éste, tal vez, uno de los episodios más grotescos que nos ha tocado vivir.

Hay que amar la derrota para embestir contra Marcelo Tinelli, Susana Giménez y Mirtha Legrand, tres ídolos indiscutibles de los argentinos, pero también tres trabajadores incansables. Quiero aclarar que salvo el programa de Mirtha Legrand (con la que me une un afecto sincero), muy ocasionalmente miro a Tinelli o a Susana. Y a la pregunta sobre “qué mierda han hecho por la Argentina” le contesto “entretener”, no robar. A la reflexión del desbocado Chirola sobre que “habría que ver cómo ganaron la plata”, le respondo si conoce la relación entre luis_d_elia1j rating y caché y ahí tiene la respuesta. Por mi parte me gustaría que me explique no sólo el veloz enriquecimiento de sus patrones (utilizarán aquella fórmula de los héroes de mi infancia: ¡Shazam! ¡Shazam! y llueven las monedas), sino también el de los secretarios privados de la señora Presidenta, por sólo nombrar algunos de los enriquecidos en esta coyuntura (hemos padecido otras coyunturas también con riquezas veloces).

A “los presidentes” lo que les ocurre es que en ellos puede más el resentimiento, la venganza y el odio que el pragmatismo que acompaña a los grandes estadistas. Y es lo que les pasó con Cobos, de tanto humillarlo en vez de borrarlo lo convirtieron en un temible candidato. Nuestros faranduleros deberán agradecerles haberlos llevado al pináculo de la gloria.

Es de esperar que estos tres Quijotes no sólo tengan sus cuentas en orden (porque el batallón de la AFIP que les va a caer va a superar con creces al de Clarín), sino sus vidas privadas. Nunca hay que olvidar que éste es un gobierno adicto al prontuario, como otros son adictos al chocolate. Personaje emblemático de la CTA, a D’Elía no le importa sentarse en el cuarto piso de la CGT y abrazarse con Juan Belén, el ladero de Moyano. El mismo que sacó del arcón de sus antepasados la frase con que definió a la CTA “la zurda loca manejada desde afuera” (por una playstation será). Volviendo a la inseguridad, las cifras que dio el otro día Aníbal Fernández son ciertas. Argentina no es el país con mayores índices de inseguridad en la sangrienta y violenta América Latina. Eso no quita que la inseguridad existe y que se han perdido seis valiosos años en los que se podrían haber aplicado políticas de educación y protección a los menores. En la base de toda inseguridad hay un problema de educación. Pero a este gobierno no pareció preocuparle demasiado el tema. Ocupado como ha estado en aumentar su clientela y en odiar a los medios. Menos le ha preocupado a Scioli, que hasta ahora usó solamente el 3% del programa de desarrollo infantil que alcanza a más de 250 mil niños. ¿Y el resto?.

Conviene aclarar que la Argentina no es Colombia, tal como lo explicó en este mismo medio la colombiana Margarita García Robayo. “En la Argentina los violentos no son grupos organizados sino personas desorganizadas”. Tampoco es México, al que le faltan unos centímetros para convertirse en narcoestado y cuyos habitantes viven rodeados de paramilitares que defienden la democracia y a los que se conoce por “parademócratas”.

La Argentina tuvo una oportunidad única de revertir esta situación de abandono que viven los menores, pero la dejó pasar. Había cosas más interesantes, el tren bala por sólo nombrar una.

El otro tema, que oscila entre lo desopilante y lo angustiante, es la amenaza destituyente. Hablan de un plan desestabilizador pero, como siempre, es algo solamente de ellos. Jamás lo compartirán con alguien del arco opositor. ¿Qué partido puede estar interesado en darles un golpe?.

imageSi ellos son la izquierda y los que no gustan de ellos son la derecha, sería más bien tonto que alguien quiera voltear a un gobierno que tiene el apoyo de las principales empresas del país. En la medida en que el Gobierno no tenga contradicciones (que no se visualizan) con las 37 empresas que conforman actualmente la cúpula empresarial, según puede leerse en la página web de Claudio Lozano, en el informe “Las transformaciones de la cúpula empresaria”, no existe ningún peligro de interrupción del proceso democrático.

No hay golpe pero sí palabras violentas. El sociólogo Vicente Palermo se refiere a “la virulencia del lenguaje reciente”. Empezando por “zurda loca que manejan desde afuera” y la frecuencia con que aparecen antinomias como civilización y barbarie, pueblo/antipueblo, patria/antipatria “son palabras cuya carga de agresión orilla el derramamiento de sangre” y lo malo es que “no son privativas de un sector, sino que forman parte del mundo político cultural de los argentinos”.

Lo peor es que la Argentina como país ha dejado de interesar.

Según el ex diplomático, filósofo del derecho y politólogo Ernesto Garzón Valdés, hoy radicado en Alemania, en una entrevista en La Nación, explicó que el país no representa “ningún papel importante para la opinión pública internacional. Por eso los líderes europeos no visitan el país, porque piensan que tiene poco que ofrecer, excepto en lo cultural. Lo que representa al país y lo que parece ser su norma es la noticia del escándalo. Los observadores de la Argentina se preguntan cómo es posible lo que sucede aquí”.

Garzón se refiere a esto como lo que él llama el “desmilagro” argentino. “Cómo es posible que un país que lo tiene todo llegue a convertirse en una sociedad tan indecente”. A este “milagro al revés” Garzón lo compara “con el destino del hombre de Neandertal, que pudo haber sido el Homo Sapiens, pero no llegó. La responsabilidad por ese destino es nuestra: no se puede buscar la culpa afuera”.

image Los corresponsales extranjeros tienen la suerte de no ser argentinos. En sus respectivos países han perdido el interés por las informaciones de la Argentina y tienen menos trabajo. En cualquier momento quedarán etiquetados como comprados por Clarín.

En Francia la imagen no puede ser peor. Cuenta Luisa Corradini, corresponsal de La Nación, que durante una entrevista con el ex primer ministro, Edouard Balladur, éste le dijo: “¿Qué se puede pensar de un país que no cumple sus obligaciones con la comunidad internacional como en el caso del Club de París. Cree que debería ser considerado un país serio?”. Una muestra del deterioro que ha sufrido la imagen de la Argentina en Francia en los últimos años. En cambio cuando los diplomáticos hablan off the record, “los comentarios van desde poco fiable, poco serio, imprevisible, y cada vez con más frecuencia bling bling (vulgar)”. Por si sirve de consuelo, a Sarkozy también lo consideran bling bling.

Antes de las elecciones del 28 de junio, Gregorio Morán escribía en La Vanguardia de Barcelona la impresión que le había causado ver la publicidad oficialista. “Independencia económica, soberanía política y justicia social”. Morán escribió entonces “exactamente el mismo programa político, retórico y marchito, con el que se exhibía en España la vieja falange de Girón de Velasco (ministro de Trabajo de Franco, inventor del aguinaldo y adorado por Isabelita) y Raymundo Fernández Cuesta (otro jefe de la falange), aquel buñuelo rancio que nuestro Generalísimo sacaba de la despensa para regalos de todas edades y todos los días”.

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1 comentario:

  1. me gustó tu introducción y sacando la apología de los tres mamarrachos de Tinelli, Susana Gimenez y la vieja chota de Legrand, el artículo tiene varias puntas para pensar.

    La explicación de que los tres pelotudos han entretenido me parece bastante naif.

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